El calvario de Jelena Dokic: “Mi padre me condujo al infierno”
La extenista, que alcanzó el número cuatro en 2002, relata en su autobiografía ('Indestructible') el maltrato físico y psicológico al que la sometió su progenitor: "Viví durante 30 años rodeada de dolor"
La extenista Jelena Dokic (Osijek, Croacia; 34 años) es hoy día una risueña comentarista televisiva, pero a sus espaldas queda un turbio pasado profesional reflejado ahora en una autobiografía desgarradora (Unbreakeable, indestructible) en la que narra sus oscuras vivencias en el circuito. Su enemigo, sin embargo, no fueron sus rivales ni las lesiones, ni tampoco ella misma, sino que hubo una persona muy cercana que la condujo “directamente al infierno”: su padre.
Dokic alcanzó hace 15 años el número cuatro del mundo. Tenía hechuras de campeona –en 1999 barrió por 6-2 y 6-0 a Martina Hingis en Wimbledon, con solo 16 años–, pero no consiguió grandes logros en su carrera y se despidió en 2014 con mucha más pena que gloria. El motivo, la tormentosa injerencia de Damir, el hombre que abusó física y psicológicamente de ella durante más de 16 años.
Le escupió, le pegó y le denigró. “Él hacía constantemente que sintiera que yo no servía para nada”, cuenta Dokic en su obra, publicada recientemente y salpicada de episodios muy tristes. Por ejemplo, aquel en el que después de perder en las semifinales de Wimbledon (edición de 1999), contra Lindsay Davenport, se escondió en el espacio reservado a los jugadores por temor a las represalias de su progenitor.
“Debería haber sido uno de los grandes momentos, pero en lugar de eso mi padre pensó que aquello fue una desgracia y una vergüenza, y por eso no me permitió regresar al hotel”, relata la extenista, que sufrió depresiones profundas como consecuencia del maltrato y llegó a barajar la opción del suicidio: “Perdí la confianza y la autoestima, e incluso cuando me fui de casa mi padre me hizo pasar por un infierno y mi vida fue realmente difícil”.
Damir, exboxeador y taxista, fue expulsado de diversos torneos, entre ellos Wimbledon y el US Open; de hecho, el organismo internacional que rige el tenis femenino, la WTA, le prohibió el acceso a los eventos. Llegó a ingresar en prisión por amenazar al embajador australiano en Serbia y destruyó la progresión de su hija. “He intentado hablar con él algunas veces, pero es imposible”, revela Dokic; “viví durante 30 años rodeada de dolor, así que es el momento de mirar solo hacia el futuro”.
OTRAS RELACIONES TRUCULENTAS
El caso de la australiana Dokic es especialmente crudo, pero en las últimas décadas han trascendido otros que evidencian vínculos tempestuosos entre jóvenes tenistas y sus progenitores, empeñados en el éxito de sus hijos cueste lo que cueste.
Uno de ellos es el de la croata Mirjana Lučić-Baroni. A los 35 años, esta temporada logró acceder a las semifinales del Open de Australia cuando hacía 19 años que no ganaba un partido en el torneo. Detrás queda el maltrato de su padre, un decatleta que la golpeaba si perdía o consideraba que no se había entregado a fondo en un entrenamiento.
También sufrió Jennifer Capriati, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92; su padre Stefano la sometió a una disciplina tan férrea que condujo a la estadounidense a una peligrosa dinámica personal. También padecieron el exceso familiar figuras como Steffi Graf, Martina Hingis o las hermanas Williams.
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