Valverde: “De haber perdido, estaría esquivando las balas”

De repente, sin previo aviso, explotó la noticia. “¡No juega Messi!”, se gritó en la sala del estadio habituada para tomar un tentempié donde se concentraban varios grupos de periodistas, también resguardados del frío. “¿No juega Messi?”, fue la pregunta de incredulidad que se expandió por todos los rincones del Juventus Stadium y que rápidamente colapsó los grupos de WhatsApp y todas las redes sociales. “Es una decisión técnica”, respondieron las fuentes oficiales del Barça. “No está en el equipo por decisión técnica. Vienen partidos fuertes y este puede ser un duelo duro y largo, y es bueno que todos tengan momentos para recuperar algo”, constató minutos después Guillermo Amor, responsable de las relaciones institucionales del club, sabedor de que el argentino no se había perdido minuto alguno de competición en este curso a excepción del encuentro copero ante el Murcia (Segunda B), cuando estaba sancionado.

Valverde dio la respuesta: “Messi viene acumulando muchos minutos, tiene sus cargas y sobrecargas, y siente una gran responsabilidad con el club. Pero pensábamos que podía entrar en el segundo tiempo porque preveíamos que el partido podía ser cerrado en el inicio y luego se podría abrir más”.

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No hace tanto, en uno de los campos de la ciudad deportiva azulgrana se ejemplificó la relación de Messi con Valverde. Fue el día después de derrotar al Getafe en la jornada cuatro de la Liga. Esa mañana, los suplentes y no convocados disputaban un encuentro en espacios reducidos y con múltiples porterías al tiempo que los titulares hacían trabajo de descarga. Messi, sin embargo, se sentó sobre un balón al lado del técnico y mantuvieron una charla de lo más distendida. “Supongo que está todo hablado con Ernesto”, resolvió Amor. Pero el mérito del técnico de convencerle de que era necesario el descanso, no se lo quita nadie. “Cómo manejamos las cosas los entrenadores son cuestiones internas. Vamos a dejarlo ahí, tampoco vamos a desvelarlo todo”, replicó el técnico. Digne añadió: “El mister manda y decide todo”.

Se jugaba el Barcelona el pase como primero de grupo para la siguiente fase de la Champions y no contar con Messi restaba el potencial ofensivo del equipo de forma grotesca, hasta el punto de que La Pulga ha firmado 16 goles de los 41 que ha materializado el equipo desde que comenzara el curso. O, lo que es lo mismo, el 41% del total de las dianas las ha festejado el 10. Pero el duelo acabó en tablas, el Barcelona logró el salvoconducto europeo y Valverde respiró: “A veces hay decisiones más arriesgadas: si hubiéramos perdido estaría esquivando las balas”.

No contar con Messi era igualmente una sorpresa morrocotuda, entre otras cosas porque no empezaba un duelo en el banquillo desde octubre de 2016 (ante el Dépor); en Europa, no lo era desde abril de 2013 (contra el Bayern), pero entonces salía de una lesión. Por lo que su verdadera ausencia sin motivo físico en la Champions databa de diciembre de 2011, en un encuentro ante el BATE Borisov. Anoche, Paulinho ocupó su lugar de mediapunta y no le faltó despliegue ni voluntad, pero sí pausa y fútbol para desenmarañar a la aplicada defensa rival. Deficiencia que nadie supo descifrar y que dio un Barça insípido, sin ritmo ni timón, más pendiente de cerrar huecos que de crearlos.

La decisión de Valverde levantó sospechas y los inconformes entendieron que quizá el 10 tenía molestias físicas y no querían arriesgar o dar pistas al Valencia, segundo en la Liga y con el duelo entre ambos a la vuelta de la esquina. También se rumoreó que tenía gastroenteritis. Pero nada tuvo veracidad porque al iniciarse la segunda parte, el 10 salió a calentar. Siete minutos más tarde, Valverde le dio unas pocas indicaciones, Leo asintió y chocó las manos con Deulofeu para empezar a jugar los 35 minutos que restaban. Y, aunque no demasiado participativo, a Messi le dio tiempo para regalar un pase de gol que malogró Digne, una falta que se le escapó por arriba y algún que otro quiebro de fantasía. Pero le faltó el gol, condicionado por un paréntesis de lo más sorprendente.