Federer descarrila ante Goffin y se despide del Masters
Contra todo pronóstico, el belga firma el mejor triunfo de su carrera contra el suizo (2-6, 6-3 y 6-4) y se medirá este domingo en la final al búlgaro Dimitrov, que remontó ante Sock (4-6, 6-0 y 6-3, en 1h 59m)
Un adolescente, con las siglas RF inscritas en el frontal de su visera, se camuflaba detrás de una bandera suiza en la grada. Su ídolo estaba sufriendo y sencillamente no quería mirar. Era como si estuviera presenciando una película de miedo y adivinase lo que iba a ocurrir, un final irremediable que daba al traste con su objetivo y el de su admirado Roger Federer. El suizo estaba pasando un mal trago, tan malo que finalmente sucedió lo que su fan presagiaba contra su voluntad desde una de las tribunales del O2, que abrigó al de Basilea hasta que este estrelló una última derecha en la red y se confirmó el pelotazo: Federer perdía y se despedía de Londres. Adiós al Masters, al broche de oro.
"Es muy decepcionante", admitió en la sala de conferencias; "me hubiera gustado jugar de forma más agresiva, pero en realidad nunca me sentí cómodo golpeando la pelota ni saqué como debería haberlo hecho. Estoy decepcionado, no me gusta termina así, pero David lo mereció. Fue mejor que yo".
Básicamente, nadie lo esperaba, incluido el propio Goffin, que al saberse vencedor ("la mejor victoria de mi vida") dejó caer su raqueta y miró al tendido con un gesto de incredulidad. ¿De verdad he hecho yo esto? ¿De verdad le he ganado a Federer? ¿De verdad estoy en la final después de haber derrotado a los dos mejores tenistas del mundo? El belga, de 26 años, volatilizó todos los pronósticos y destruyó con su victoria un buen puñado de crónicas, que hablaban ya (mal hecho) de la cercanía de un nuevo éxito del suizo, de otra final para él.
Entre dientes, se mascullaba ya un cierre dorado de año, pero de eso nada. Goffin reventó todas las quinielas y será él, 26 años y octavo del mundo, quien aspire al trofeo de los maestros. Se medirá este domingo (19.00, Movistar+ Deportes 2) al búlgaro Grigor Dimitrov, que remontó a Jack Sock (4-6, 6-0 y 6-3, en 1h 59m).
Nada invitaba a pensar que pudiera conseguirlo, pero lo hizo. Es cierto que se traía de la antesala una victoria contra Rafael Nadal, pero las circunstancias fueron las que fueron, e incluso el español, a nada que hubiera tenido un punto más de punch, le hubiera batido. Luego le vino encima un alud de Grigor Dimitrov –el búlgaro o el estadounidense Jack Sock será su escollo en la final del domingo, a las 19.00– y si obtuvo el pase a las semifinales fue gracias a una jornada de inspiración contra el desdibujado Dominic Thiem. Es decir, lo que ocurrió en la tarde de Londres fue una sorpresa mayúscula.
Una mancha: 2 de 11 en opciones de rotura
Federer le había superado en los seis precedentes. El de Basilea, además, venía con una buena dinámica, lanzado sobre una secuencia de 13 victorias: Shanghái, Basilea y habiendo firmado un pleno en la fase de grupos, a lo que su unía el aval de su trayectoria en el torneo, inscrito seis veces en su palmarés. Sin embargo, el número dos fue torciéndose y de forma paralela su gesto, lo que nunca es buena señal. Recientemente decía que una de las claves de su glorioso 2017 había sido esa, la de no poner mala cara ni ceder a la negatividad en los malos momentos, pero en esta ocasión no pudo evitarlo.
Conforme el debutante Goffin fue creciendo, su tenis fue menguando. El revés que tantísimos réditos le ha proporcionado este año volvió a parecerse más al de otros tiempos, siempre estético pero frágil con viento adverso. Titubeó y a medida que iba perdiendo fuelle fue alimentando la moral de Goffin, irreconocible porque hace unos días estaba ofreciendo un nivel de lo más discreto. No le hizo falta al belga un despliegue extraordinario, sino que fue el propio Federer el que se derritió por sí solo. Al margen de los 36 errores que cometió, al de Basilea le condenó una mancha: solo aprovechó dos de 11 opciones de break.
“Estoy extremadamente feliz de este año”
"Tuve mis oportunidades y no las aproveché", precisó en inglés, uno de los cuatro idiomas que domina a la perfección. "Ahí estuvo la diferencia. Él jugó mejor y se lo mereció. Ahora tengo muchas ganas de tomarme unos días libres, lejos de las pistas y toda la presión, y luego espero volver a jugar bien en Australia. No puedo esperar a volver a jugar allí, porque allí viví este año [triunfo contra Nadal en la final] el mejor momento de mi vida", selló.
Así cerró el curso el genio, con un patinazo inesperado después de meterse siete títulos en el zurrón (52 victorias y solo cinco derrotas, en 12 torneos) y unas sensaciones fabulosas a lo largo de todo el año. "Un año fantástico, independientemente de lo que haya ocurrido hoy. Estoy extremadamente feliz", subrayó. Nadie imaginaba que pudiera caer, irse así del O2, pero ocurrió. La felicidad de Goffin —honores para el belga por tumbar a los dos gigantes en Londres— supuso la tristeza de ese niño de la bandera.
Hasta su héroe, RF, falla alguna vez.
GOFFIN, FINALISTA EN LONDRES Y EN LA DAVIS
El belga, siempre comedido, no olvidará nunca la tarde en la que batió a Federer en Londres. Estaba feliz, masticando y digiriendo todavía una hazaña por la que muy pocos hubieran apostado hace una semana.
"No fue fácil, por supuesto. Estaba un poco nervioso, pero poco a poco fui jugando más sólido. Mejoré, pero esto no es suficiente ante Roger, porque él es perfecto y puede hacer lo que quiere", expresó. "Al final del primer set me sentí mejor. Comencé a sentir más la bola, empecé a sacar mejor y a buscar su revés. Incluso me fui a la red, lo cual es algo bueno...", bromeó el de Rocourt.
"Tanto el triunfo contra Rafa como el de hoy son muy especiales. Era la primera vez que le ganaba a Rafa y ahora a Roger, aquí, en un escenario tan grande... La de hoy es la mejor victoria de mi carrera, sin duda", amplió el número ocho del mundo, que de vencer en la final podría alcanzar el quinto peldaño de la ATP.
La próxima semana, Goffin disputará la final de la Copa Davis con Bélgica frente a Francia, en Lille. ¿Cómo llegará? "Os lo diré dentro de unos días", zanjó; "voy a jugar la final de la Davis, la final aquí... Es algo increíble. El cansancio no significa nada en estos casos".
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