El rearme del Atlético ante el derbi
Simeone, al que internamente se le demanda que refuerce su liderazgo, no se ha ausentado durante el parón
“Aquí, con la bomba psicológica, dale, dale, hay que inflar”, relataba recientemente Germán Burgos a un grupo de aficionados que presenciaban un entrenamiento del Atlético de Madrid. Unos metros más allá, en silencio, Diego Pablo Simeone observaba el desempeño de un ejercicio defensivo que había ordenado. A diferencia de otros parones, el entrenador no se ha ausentado. Simeone ha dirigido todos los entrenamientos programados. Una mayor presencia de jugadores que no han ido convocados por sus selecciones (17), la situación por la que atraviesa el equipo y que el derbi sea el duelo que el sábado reabra la vuelta a la competición le han impedido desligarse del trabajo diario como ha sucedido en otros parones internacionales desde su llegada al club en 2011. Simeone también ha recibido una demanda interna para que refuerce su liderazgo ante un grupo necesitado de la simulada bomba de inflar estados anímicos de la que habla Burgos.
El equipo vive en un estado de estrés permanente desde la derrota que le endosó el Chelsea. Aquel partido fue una bofetada de realidad para el vestuario y para el cuerpo técnico, que percibió que el equipo no estaba cuajado para hacer frente a un rival de esa altura. Desde entonces, Gabi no se ha ausentado del once titular salvo en el partido de Copa jugado en Elche. Antes de ese varapalo europeo, uno de los rasgos más significativos en el arranque del equipo era que el capitán había calentado banquillo en plazas tan ásperas como Bilbao o Valencia, donde antes era complicado imaginarse al Atlético sin su figura. Ese reenganche a Gabi es la mayor prueba de lo que supuso aquella derrota con el Chelsea. El equipo busca y necesita referentes de peso a la espera de que el entrenador consiga reactivar por completo al grupo.
Descolgarse más de la cuenta de la cabeza de la tabla por la secuencia de cinco empates cosechada en la Liga también ha generado en el grupo esa sensación de estres, de que cada partido es una final o un manguerazo para evitar más incendios. Hacia afuera, el técnico y sus futbolistas venden el no haber perdido aún en Liga como una buena señal. Pero en un campeonato en el que la victoria se premia con tres puntos tantos empates penalizan mucho respecto al ritmo de puntuación que llevan el Barcelona y el Valencia. Simeone dice estar convencido ante el vestuario de que el equipo no está tan mal, de que la perdida de determinados puntos o partidos ha estado más relacionada con factores puntuales que con un mal estado general. Le ha hecho saber al grupo que está determinado a que las derrotas, cuando se den, se darán desde el convencimiento de que el equipo juega con sus ideas.
Al término del partido en Riazor, al entrenador se le apreció un alto grado de satisfacción. El gol de Thomas en el último minuto le ha permitido al Atlético presentarse al derbi en una situación menos extrema de lo que hubiera sido con una derrota en A Coruña.
Solo Oblak
El partido del sábado ha cobrado una relevancia trascendental en el devenir anímico del equipo, muy golpeado también por los dos empates ante el Qarabag que le tienen con pie y medio fuera de la Liga de Campeones.
Haber contado con 17 jugadores durante el parón le ha permitido a Simeone abordar ese rearme personal y del colectivo para un partido de tanta exigencia, con la alargada sombra que supone que sea el primer derbi en el Wanda Metropolitano. Individualmente, solo Oblak ha encontrado un rendimiento notable y regular en lo que va de temporada. Colectivamente, Simeone tampoco ha encontrado una respuesta redonda para defender ventajas en el marcador. En el citado partido partcontra el Chelsea, en el del Barcelona (1-1) y el Villarreal (1-1) no funcionó el paso atrás. Ni en defensa, ni en ataque el equipo pudo rematar esas ventajas, manteniéndolas o aumentándolas. El sábado, el Madrid también le someterá a esa prueba.
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