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Luis Alberto, de descartado a internacional

El mediapunta del Lazio y canterano del Sevilla se estrena en una convocatoria de Lopetegui tras pasarse la última temporada en la grada

Luis Alberto conduce la pelota en el partido del Lazio contra el Niza este jueves.
Luis Alberto conduce la pelota en el partido del Lazio contra el Niza este jueves.Marco Rosi (Getty Images)

Acaba de recibir su primera llamada para integrarse en la selección española, pero hace menos de un año Luis Alberto Romero (San José del Valle, Cádiz, 1992) era un futbolista encerrado en una jaula de oro. El Lazio le había firmado un contrato de cinco años tras pagar casi cinco millones de euros al Liverpool en un inopinado movimiento al cierre del mercado estival, pero en Roma yacía inédito, sin contar siquiera para unas convocatorias que en el campeonato italiano permiten tener una decena de futbolistas en el banquillo. Luis Alberto no contaba para un técnico, Simone Inzaghi, que tras la marcha atrás de Marcelo Bielsa tardó en quitarse la etiqueta de interino, un entrenador que apenas miraba para el último en llegar, una apuesta que además que no era suya, sino del director deportivo Igli Tare.

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Sin minutos, en un entorno y un campeonato desconocido, nada pintaba bien para un futbolista que no acababa de encontrar su lugar, un talento que había descollado en el filial del Sevilla y años después en una temporada que pasó cedido en el del Barcelona, pero que al mayor nivel apenas había disfrutado de continuidad en el Deportivo. Quizás por eso A Coruña era un destino deseado para recuperar sensaciones. Lo anheló durante ese verano de hace un año antes de aterrizar en Roma, cuando sabía que ya no contaba en Liverpool, el club que había pagado 8 millones de euros en 2013 tras una provechosa campaña en el Barcelona B a las órdenes de Eusebio y con Deulofeu, Sergi Roberto o Rafinha al lado. Los derechos del futbolista eran todavía del Sevilla, que hizo caja por un jugador que había llegado al club con doce años y que no había jugado ni 200 minutos en su primer equipo. Pocos discutieron aquella operación en Nervión porque todos aparentemente salían ganando, pero más allá de lo monetario, Liverpool fue un parón en la evolución de un futbolista talentoso, un mediapunta que podía evolucionar por los costados, pero nada acostumbrado a la brega defensiva. Demasiada pausa para aquel equipo que estuvo a punto de ganar la Premier League con Gerrard a los mandos y Suárez, Sturridge y Sterling al ataque. En Anfield se acostumbró Luis Alberto al banquillo, con Iago Aspas de compañero.

Buscó una salida, cedido. Pero erró el primer tiro porque en Málaga comenzó como titular y acabó en la grada. Luis Alberto nunca entendió aquel ostracismo cuando en los cuatro últimos meses de temporada con Javi Gracia apenas jugó cincuenta minutos. El Deportivo le ofreció una salida, le dio galones y los tomó para formar una dupla excepcional con Lucas Pérez, seguramente el futbolista con el que mejor se entendió en un terreno de juego, una máquina de tirar desmarques, una golosina para un pasador como Luis Alberto. A Coruña siempre estuvo presente para el pisha, un gaditano de la campiña jerezana, que en el último mercado invernal volvió a considerar la posibilidad de regresar al Deportivo. Lo frenó Igli Tare. Aquel delantero de cabello casi albino conoce bien los réditos que puede ofrecer un talento en la mediapunta. Insistió en Luis Alberto cuando nadie en Roma creía en él, cuando tras varios meses en el equipo era un desconocido incluso para su propia afición.

Tare había descubierto a Luis Alberto cuando hace dos años seguía al Deportivo. Le interesaba Lucas Pérez, pero se enamoró de quien nutría al delantero. Y no le perdió la pista. También lo sostuvo mientras pintaban bastos. “Tengo claro que puede marcar diferencias, pero ha tenido que adaptarse a su nueva realidad”, explicaba cuando el futbolista sentía que no pintaba nada en Roma, cuando buscaba una salida. Hasta enero, hasta la jornada 19 no fue titular y apenas repitió tres veces más en la Serie A para jugar un total de 369 minutos en un año casi en blanco. Pero acabó la temporada de pie. “En los dos últimos meses mostró que merecía más espacio”, diagnosticó Tare. Un gol sobre la bocina que rescató un empate en el campo de Genoa fue su carta de presentación, la pista de lo que podía hacer la siguiente campaña, un rechace sobre la mediapunta que empaló a la red desde treinta metros. Porque además de pase atesora un magnífico golpeo. “Puedo jugar en la banda o en el centro del campo, pero cuando lo hago de mediapunta me siento más libre y es más complicado para los rivales sujetarme”, explicó Luis Alberto tras una nueva exhibición este jueves en Europa League ante el Niza.

Porque la vida le ha cambiado en apenas unos meses. Ya la pretemporada mostró otra relación entre Inzaghi y Luis Alberto, que aprovechó además la lesión de Felipe Anderson para hacerse valer. Ya nadie habló de cesiones. Alzó la Supercopa como titular, indiscutible en un equipo al que ha dado tres goles y cinco asistencias en once partidos de liga. El futbolista que incluso en el Deportivo adolecía de una cierta intermitencia en sus apariciones tiene ahora más continuidad en las acciones y ha dado un paso adelante en cuanto a rigor táctico. Ha encontrado además a un sosías de Lucas Pérez, a Ciro Immobile, máximo goleador de la liga italiana con catorce tantos. “Lleva tiempo jugando a un nivel muy alto y ha estado a punto de venir varias veces con nosotros”, explica el seleccionador Julen Lopetegui para explicar su primera convocatoria con el equipo nacional. Clase, con exquisitez andaluza, cabeza y porte alzado, capacidad para combinar y filtrar pases que rompen líneas, descaro, disparo. Luis Alberto ya viste de rojo y como abunda Lopetegui no debe extrañar: “Entiende el fútbol como a nosotros nos gusta”.

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