El Real Madrid no da con el Real Madrid
Los madridistas resuelven al paso un partido muy gris ante un Eibar que regaló los dos goles que precedieron al de Marcelo, finalizador de la única jugada de la noche para rebobinar
Ni siquiera ante un adversario en los huesos como el Eibar actual, el Real Madrid dio con el Real Madrid. En Chamartín, sin que los locales hicieran muchos méritos para ganar los hicieron con creces los visitantes para vencerse solos. Sin marcha alguna el Real Madrid, el cuadro vasco se mostró como el equipo líquido de este curso. De ese Eibar sólido de la pasada temporada a un equipo permeable, con una flojera que se le desconocía. Incluso frente a un Madrid de aliño, sin más. Un Real Madrid tan contemplativo que hasta le dejó la pelota en muchas fases, sin apenas vocación por su rescate. Ni así hubo migas de un montaje firme de los vascos por más que tuvieran carrete con la pelota. Todo lo contrario. Antes de la media hora Paulo Oliveira ya se había marcado en propia puerta y Dmitrovic, el portero, había hecho el sapo con un zurdazo de Asensio que se le coló bajo el codo izquierdo. Entre medias, más de una decisión estrafalaria de los azulgrana con la pelota en los pies y mucho horizonte a su alrededor, todo el que le consintió el Real Madrid.
Con Benzema al abrigo del banquillo tras las últimas turbulencias sobre él, Zidane echó el lazo a su fabulosa batería de volantes ofensivos: Modric, Ceballos, Isco y Asensio. Cuatro mensajeros de lujo para dar cuartel a Cristiano, cuatro jugadores para presagiar un fútbol sinfónico. Pero ni lo uno ni lo otro. Apenas hubo pisadas de CR y el juego discurrió de forma espasmódica, a tirones, nada fluido, sin volumen. Lo mejor, algunas notas de Asensio, como su centro combado que cabeceó Paulo Oliveira hacia donde no debía y su remate con la zurda que deslució a Dmitrovic, ganador de dos pulsos mano a mano con Isco y otro con CR. El Real Madrid ganaba, no jugaba. El duelo no tenía tute y los blancos iban de cháchara, pasito a pasito, salvo que se enchufaran mutuamente Isco y Asensio.
Empeñado el Eibar en liberar las bandas, el Real Madrid no aprovechó las vías, con Nacho contenido y Theo con más vuelo que pericia. Va sobrado de piernas, pero aún no perita adecuadamente sus asaltos ofensivos. La baja de Carvajal y el irregular momento de Marcelo han mermado más de la cuenta a un equipo en el que los laterales han sido una de sus principales perchas en los últimos tiempos. Cegadas las orillas, el Real Madrid se vio atrapado más de la cuenta en el embudo central. Nada era armónico en el Real, todo un misterio dada la nómina de guionistas sobre el campo. Enfrente, el Eibar ni cerraba del todo con los tres centrales ni sacaba provecho de la distensión local. A Inui sus rivales le dieron aire para moverse a espaldas del ariete Charles, pero ambos tuvieron más de un cortocircuito con todo a favor. El más significativo, un disparatado intento de vaselina de Charles sobre Kiko Casilla casi desde medio campo cuando su camarada japonés iba solo a su cita con lo que parecía gol o gol. El Eibar precisa con urgencia coserse como el Eibar bizarro y hermético que era no hace tanto.
Vacilante el Real Madrid, Zidane tampoco encontró remedio en Benzema, Lucas y Marcelo, relevos de Isco, Asensio y Ceballos. Ni con unos ni con otros, el conjunto madridista produjo fútbol y hasta pudo verse con un posible penalti en contra de Casemiro a Inui. Menos rematador de lo habitual, tampoco estuvo fino ante Dmitrovic. Ni siquiera CR, aislado y con gestos permanentes de contrariedad. Eso sí, la irrupción de Marcelo y Benzema al menos dejó la única jugada gozosa de la noche. Desde el costado izquierdo, en medio campo, Benzema se puso el frac y enfiló a Theo con un taconazo estilista. El lateral conectó con Marcelo, que vio llegar por la coronilla a Benzema y le retó con otro delicioso pase de taco. Benzema le filtró otro pase y el brasileño resolvió como un ángel ante Dmitrovic. Noventa y tantos minutos de casi nada y unos segundos para el disfrute con una jugada que no estuvo a altura de un partido tan gris, sino muy por encima. El Real Madrid no acaba de despegar.
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