Kipchoge gana en Berlín, pero lejos del récord
El campeón olímpico de maratón se queda a 35s de la plusmarca mundial de los 42,195 kilómetros
Eliud Kipchoge, quizás el mejor maratoniano de la historia seguirá siendo conocido, al menos un año más, como el hombre que más rápido ha corrido los 42,195 kilómetros de la maratón (2h 25s en el intento de las sub 2h de Nike en Monza en mayo pasado tras coche, una marca no homologada por la IAAF, la federación de atletismo) pero no aún como el recordman mundial y oficial de la distancia. Con un tiempo oficial de 2h 3m 32s, Kipchoge, keniano de 32 años, se impuso en el maratón de Berlín, la prueba en la que se han batido los últimos siete récords del mundo, pero se quedó a 35s del récord de Dennis Kimetto (2h 2m 57s en Berlín 2014).
Bajo la lluvia otoñal que encharcó las calles de Berlín, la maratón fue como una gran superproducción de Hollywood en la que todo sale al revés, para desconcierto de quienes creen que el atletismo es un deporte programable en el que triunfan atletas como robots, máquinas; y para felicidad de los aficionados que creen que el atletismo, como cualquier lucha, es, antes que nada, emoción. No hubo un récord del mundo, como prometía la película, no pudo con el récord ninguno de los tres protagonistas designados en la considerada madre de todas las maratones. No lo batió Eliud Kipchoge, el campeón olímpico; no lo batió Wilson Kipsang, el explusmarquista mundial (2h 3m 23s en 2013), ni tampoco Kenenisa Bekele, quizás el mejor corredor de fondo de la historia. Y faltó poco para que ni siquiera ninguno de los tres ganara la prueba. Un secundario de 26 años, el etíope Guye Adola, un debutante en la distancia, estuvo a punto de dar la gran sorpresa. Cuando ya estaban los dos solos, Kipchoge y él, Adola atacó en el kilómetro 37 y logró unos metros de ventaja. Solo la calidad y el conocimiento de la prueba de Kipchoge, y su orgullo, permitieron al campeón olímpico recuperar los metros perdidos y derrotar en los dos últimos kilómetros, ya en Unter den Linden, cerca de la meta de la Puerta de Brandeburgo, al desafiante. Con el tiempo, no pudo.
Imitando el intento de menos de dos horas de Monza, la maratón de Berlín se corrió como una carrera contra el tiempo. Una prueba de eliminación como la que se podría disputar sobre un tapiz rodante en un gimnasio fijado a 2m 54s el kilómetro (el ritmo que marcaron hasta el kilómetro 30 las liebres) para ver quién resiste más. Y todo el mundo partía de la base de que el tapiz era en realidad el propio Kipchoge, un metrónomo increíble, casi un robot. Casi.
Bekele se bajó nada más pasar la media maratón en 61m 29s, a ritmo de récord, por supuesto, para continuar a un ritmo más cómodo para él antes de retirarse; Kipsang se paró en seco nada más pasar la marca de los 30 kilómetros (1h 27m 24s) junto a la segunda de las tres liebres y empezó a vomitar. Solo quedaban Kipchoge y Adola. Por el kilómetro 35 aún corrían a ritmo de de menos de 2h 3m, pero, entonces, de repente, Kipchoge comenzó a hacer muecas extrañas en él, gestos de incomodidad. Poco después, Adola, el audaz debutante aceleró un poco un ritmo que decaía y ganó unos metros sobre el campeón olímpico. En el kilómetro 40, bajo la lluvia que no cesó y empapó sus zapatillas, y frenó su carrera, Kipchoge alcanzó a Adola y constató, al mismo tiempo que supo que ganaría la carrera, que no batiría el récord del mundo. Los últimos cinco kilómetros, los de la crisis de humanidad que delató que Kipchoge también sufre, los había corrido en 15m 4s, a más de 3m por kilómetro. Pasó por el kilómetro 40 en 1h 57m 8s, 39s más lento que Kimetto. Para batir su récord (2h 2m 57s) necesitaría correr los últimos 2.195m en 2m 50s, una tarea imposible. Los corrió en 6m 26s, para terminar en 2h 3m 32s, que ni siquiera es su mejor marca homologada en la distancia (2h 3m 3s en Londres 2016). Adola llegó 14s más tarde, 2h 3m 46s, la mejor marca conseguida nunca por un debutante.
“Ha sido difícil con la lluvia y la humedad, pero por lo menos he podido ganar”, dijo Kipchoge, un atleta que comenzó en los 5.000m (campeón del mundo en 2003, a los 17 años) y que ha ganado ocho de los nueve maratones que ha disputado. Y en cinco ocasiones corriendo por debajo de las 2h 5m.
En categoría femenina se impuso la también keniana Gladys Cherono (2h 20m 23s).
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