Muguruza se disuelve ante Wozniacki
Fundida en lo físico y desdibujada mentalmente, la número uno cierra su participación en Tokio con una severa derrota contra la danesa en semifinales: 6-2 y 6-0 (en 60'). A pesar del tropezón, retiene el trono
Fue un mal día, una dolorosa hora en Tokio. Garbiñe Muguruza cedió en las semifinales del torneo japonés frente a la danesa Caroline Wozniacki (6-2 y 6-0, en 60 minutos) en una tarde que ofreció oscuras reminiscencias del pasado. Trabada física y mentalmente, taciturna todo el rato, el tropiezo de la número dejó una de las derrotas más contundentes de la temporada y un poso negativo, porque después de mucho tiempo, tal vez por primera o segunda vez este año, la española apenas opuso resistencia y declinó hasta dejarse ir por completo.
Muguruza perdió varios puntos de inspiración con respecto a los días previos y además se topó una buena versión competitiva de Wozniacki, la primera top-10 a la que se medía desde que asaltase la cima de la WTA en Nueva York. La danesa, 27 años, venía de darse una severa paliza el día anterior, cuando remontó un choque muy adverso contra Dominika Cibulkova, pero no acusó para nada el desgaste. Es más, fue ella (seis del mundo) la que llevó la iniciativa y la que mandó y castigó punto a punto, sin bajar en ningún momento el pistón.
Cercó a Muguruza y esta fue perdiendo el acierto y el color progresivamente. Muy lejos de su nivel real, la española fue desdibujándose y perdiendo la fe, hasta convertirse la semifinal en un trámite tortuoso porque hacía mucho tiempo que la número uno no se veía tan por debajo de una rival. Hizo lo suyo Wozniacki, pero lo cierto es que tampoco precisó de un plus ni una actuación extraordinaria para desbordar a una Muguruza rendida.
La dominadora actual del circuito (23 años) pareció desfondada, sin frescura de piernas ni potencia alguna en los golpes; apagón que encuentra explicación en el diseño de la semana, en la que los entrenamientos, iba advirtiendo la española todos los días, han sido de una carga física muy elevada con el objetivo de coger una buena base para el resto de la gira por las pistas asiáticas. En consecuencia, llegó a este pulso agarrotada y fundida.
"Me noté débil de energía..."
La brecha entre ella y Wozniacki fue enorme. La danesa cerró el primer parcial en 37 minutos, después de lograr dos roturas –al sexto y al octavo juego–, y liquidó la segunda manga en un santiamén, con Muguruza ya desaparecida y entregada, habiendo cedido ocho juegos consecutivos y sin encontrar remiendo alguno. Sin tensión, solo fue capaz de materializar seis puntos en el segundo acto y encajó el set en blanco, borrón que este año solo se había producido en Australia, contra Coco Vandeweghe, y Eastbourne, con Barbora Strycova.
La estadística final reveló, pues, un calvario en forma de cifras: solo retuvo el 34% de puntos al servicio, un 19% con segundos. Se fue cabizbaja Garbiñe, muy mal día, sábado para olvidar no cabe duda, aunque le quedó el consuelo de marcharse de Tokio con el número uno todavía en propiedad –incluso con una renta superior sobre Karolina Pliskova– y su séptima semifinal del curso en el expediente. Ahora, por delante, Wuhan, Pekín y la golosa cita de Singapur a mediados de octubre.
"No me he sentido fresca, me noté débil de energía...", admitió al finalizar el cruce. "Creo que ella jugó un gran partido y mi nivel no estuvo ahí. Estoy decepcionada", agregó. "No esperaba encontrar a Garbiñe así, la verdad", apostilló Wozniacki, que este domingo intentará retener el título conseguido el año pasado en Tokio frente a la rusa Anastasia Pavlyuchenkova, superior a Angelique Kerber (6-0, 6-7 y 6-4) en la semifinal que se disputó previamente.
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