Taro Daniel, un japonés de Valencia en el camino de Rafa Nadal

Aunque Taro Daniel parezca un rival de lo más exótico para Rafael Nadal, cuando se enfrenten en la segunda ronda del US Open podrán intercambiar algo más que saques, boleas y restos. Este japonés de 24 años y de unos interminables 1,91 metros de estatura lleva viviendo desde los 14 en Valencia, pues allí se trasladó toda su familia cuando vieron que el chaval tenía buena mano para el tenis y creció admirando de cerca la trayectoria del de Manacor en el idioma original.

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Su padre, estadounidense, y su madre, japonesa, cogieron los bártulos en busca del que creyeron el mejor entrenador para su hijo y lo encontraron en el alicantino José Francisco Altur, el mismo que en otros tiempos tuvo en su regazo a David Ferrer e Igor Andreev. Albur es conocido por trabajar la resistencia más mental que física de sus jugadores y Taro demostró ser buen alumno al remontar hoy el partido de la primera ronda al estadounidense Tommy Paul. Fueron cinco sets durante tres extenuantes horas de partido. Un 6-1, 4-6,4-6,6-2 y 6-2 en el que hizo gala de sus fortalezas y sus flaquezas: se desplaza con comodidad por la pista, tiene actitud de samurái, agarra el revés con las dos manos pero flojea en el saque.

Aunque tampoco lo parece, cuando juega en el US Open está jugando, en cierta manera, en casa. Fue en Nueva York donde sus padres se enamoraron y lo alumbraron el 27 de enero de 1993, aunque luego se trasladaran a Nagoya, donde empezó a jugar al tenis a los siete años. Se hizo profesional en 2010 y hoy se sitúa en el puesto 121 de la clasificación ATP.

Daniel llega a su enfrentamiento con Nadal batiendo su propia marca en el abierto de Estados Unidos, en el que participó por primera y única vez en 2014 y entonces cayó en la primera ronda. No es, de todas maneras, la primera vez que llega a la segunda ronda en un Grand Slam, pues este mismo año lo consiguió en Roland Garros, donde también lo había logrado en 2016. En sus redes sociales se expresa en japonés, pero parece que de la cultura española tomó la necesidad de divertirse. Dice que, cuando deje de disfrutar, dejará el tenis. Pero parece que enfrentarse al número 1 del mundo solo puede ser un gran juego.