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Orlando Ortega, la voluntad contra todas las vallas

El subcampeón olímpico disputa este lunes una nueva final contra Omar McLeod

Carlos Arribas
Orlando Ortega compite en los 110m vallas.
Orlando Ortega compite en los 110m vallas.Matthias Schrader (AP)

La fuerza está en la mente, dice el campeón olímpico Omar McLeod, que en el momento de acercarse a los tacos de salida aún mantiene activadas al máximo las neuronas espejo, las que le hacen visualizar uno a uno todos los pasos, todos los apoyos, todas las 10 vallas que se erizan en su camino. La fuerza de Orlando Ortega, su delfín en Río, también nace de la mente, y de la experiencia también, y de la voluntad, sobre todo. Y hoy (22.30) estará junto al jamaicano, y será una repetición de la final de Río. Y si en las vísperas brasileñas el nombre del vallista que llegó de Artemisa (Cuba) en 2013 para ofrecerle todo a su país de acogida, España, sonaba muy alto y muy fuerte, y era favorito, y en Londres no sucede lo mismo, no le importa. Está en la final. Fue un proceso complicado y largo, dos carreras, que comenzó por la mañana con un chute de autoestima en series y concluyó por la tarde con final feliz.

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“Confío en llegar a la final y si estoy allí lucharé por el oro”, decía por la mañana el vallista español, que acababa de ganar su serie (13,37s). “Estoy en la final”, dijo después de una semifinal en la que terminó cuarto cuando solo se clasificaban dos directamente, pero fue tan bueno su tiempo (13,23s) que pasó sin problemas. “Las dificultades no me roban confianza, sino que me motivan el doble. Y en la final, cualquier cosa puede pasar. Será muy abierta, muy, muy abierta”.

El año posolímpico ha sido un año duro para el medallista de plata, Orlando Ortega, que se siente feliz, y lo repite como para creérselo de verdad y riendo, feliz, 24 horas antes de una final que puede hacerle dar por buenos todos los malos momentos. La temporada de pista cubierta, que afrontó sin apenas entrenamientos, fue el comienzo de sus peores momentos. Después comenzar espléndido, terminó séptimo en el Europeo de pista cubierta. Y el verano ha sido de dolores y cambios técnicos, de búsquedas siempre. Corrió tocado por su necesidad de confianza. “Necesito correr cinco carreras antes de Londres”, dijo cuando aún cojeaba. “Si no, no llegaré tranquilo”. Llegó. Está tranquilo. Está crecido.

Husillos, fuera

También salió crecido en su semifinal de 400m Óscar Husillos, que quizás podría pensar que tenía por delante un 200m, tan veloz trazó la primera curva y la recta que le seguía. La segunda curva, inevitablemente, se le hizo eterna, y la recta final interminable. Y gracias a todo ello, el rayo de Astudillo terminó en 45,16s, su nueva mejor marca. “Quería batir el récord de España [44,96S]y tenía que correr así, aunque pareciera un suicidio”, dijo Husillos. Un hombre feliz, un atleta sin complejos que lucha contra la barrera de los 45s con la misma fuerza y determinación con la que Wayde van Niekerk se acerca a la de los 43s. No estará Husillos mañana en la única final que puede borrar la de los 100m de despedida de Usain Bolt: Van Niekerk, el sudafricano, contra su récord del mundo y contra el coloso de Botsuana, Isaac Makwala.

En las semifinales de 800m, ni Kevin López ni Álvaro de Arriba pudieron hacer su mejor carrera.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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