El carisma de Rigo Urán brilla en las montañas

Desde los 19 años, Rigo Urán ha sido más ciudadano europeo que colombiano, más italiano que nada. En Italia, junto al lago de Garda, Urán, paisa de Urrao, no muy lejos de Medellín, encontró una segunda familia, una segunda madre como él dice, sin olvidar para nada su madre verdadera, y un futuro de ciclista espléndido. En 11 años de carrera ha corrido en equipos belgas, italianos, británicos, españoles y estadounidenses. Su casa de Pamplona fue el hogar de Henao, Quintana, y cuantos jóvenes colombianos llegaban a Europa para ser grandes. Con ellos, con Quintana sobre todo, con quien se cruzaron los caminos en el Giro del 14, Urán ha tenido que pelear para mantener su estatus. Ha sido líder en el Giro y podio un par de veces, ha ganado clásicas y una medalla de plata en los Juegos de Londres, donde Vinokúrov le derrotó en el Pal Mall. Ha cumplido 30 años y, por fin, brilla en el Tour, que corre liderando el equipo Cannondale.

En Italia le han bautizado Ciccio, algo así como chiquillo dicho cariñosamente, y, cuando corre el Giro, es un showman que magnetiza a la audiencia en los programas postetapa. Y cuando se deja melena le gusta posar como Mick Jagger, a quien se parece, con las arrugas profundas de su rostro, con su boca de labios carnosos. “Pero en el Tour no soy Mick Jagger”, dice Urán, que se ha cortado el pelo y ha ganado etapa extrema del Jura pese a disputar los últimos kilómetros con el cambio roto, condenado a mover la bici solamente con el piñón más pequeño. “En el Tour hace mucho calor para la melena”. Lo dice rápido, porque siempre habla muy deprisa, y riéndose, porque parece que siempre está de broma. Un día del Tour llamó “güevón” a un periodista colombiano que le preguntó si había visto el codazo de Sagan a Cavendish, y solo de eso se habló un tiempo hasta que no ganó su etapa. “Pero para nada quise ser ofensivo con el periodista, que, además, es un amigo”, dice. “Con alguien a quien no conozca en la vida me tomaría esa confianza. Además, a mí me sale llamar güevón con cariño a la gente”.

“Pero como ciclista, Rigo es muy serio, muy profesional”, dice Charly Wegelius, el director de su equipo. “Todo lo que no sea ciclismo, lo deja aparte”.

Aunque no sea un escalador tan puro como Nairo, Chaves o Henao, y también sabe manejar grandes desarrollos contrarreloj, a Urán, cuarto en la general, a 55s del líder, Chris Froome, se le espera en los Pirineos el jueves y el viernes. “Dependiendo cómo nos vaya decidiremos la estrategia del resto del Tour. A Rigo siempre le ha faltado un poco de regularidad en tres semanas, suele decaer los últimos días”, dice Wegelius. “Entonces, sabemos que lo que tiene que hacer es correr sin presión. Después de ganar la etapa de Chambéry, todo lo que haga estará bien”.

Urán llegó a Europa en 2006. Después de demostrar su clase y coraje en el Tenax italiano, y ayudar al mánager italiano Giuseppe Acquadro a multiplicar su negocio, antes limitado al venezolano José Rujano, Urán llegó al Unibet belga, un equipo que debió cerrar a final de año porque Francia prohíbe la publicidad de apuestas en las pruebas deportivas. Acquadro, que acabó siendo el representante de todos los colombianos jóvenes que llegaban a Europa, llevó a Urán al Caisse d’Épargne de Eusebio Unzue, de donde pasó, creciendo en contratos, al Sky y al Quick Step. En todos, demostró su carácter y su capacidad de liderato.

Tener carisma es lograr que todos quieran ser como uno, como Urán. “Rigo es un líder con carisma. No necesita dar un golpe en la mesa ni levantar la voz para que le obedezcan”, dice, admirado, Wegelius. “Urán manda silenciosamente y lo ves cuando salen a entrenar, por ejemplo. Todos van en fila, y si Urán gira a la derecha, todos le siguen, sin preguntar nada, sin piar”.