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LIGA SANTANDER | FC BARCELONA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

A Florentino ya no le preocupa el Barcelona

Hoy se vende la figura de Zidane como un Guardiola humilde, una manera de marcar distancias con el club azulgrana y de reforzar la forma de ser del Madrid

Ramon Besa
Messi y Neymar, en el último partido del Barça ante el Alavés.
Messi y Neymar, en el último partido del Barça ante el Alavés. JOSEP LAGO (AFP)

Hay detalles reveladores sobre la naturaleza de los clubes y especialmente respecto al poder de sus mandatarios, sobre todo en la dialéctica Madrid-Barça. Florentino fichó a Mourinho para combatir a Guardiola en plena hegemonía azulgrana mientras Bartomeu ha elegido a Valverde para sustituir a Luis Enrique en el momento de máximo esplendor del equipo de Zidane.

El Madrid no paró de manchar los éxitos del Barça y, desde algunas trincheras de Madrid, se murmuró sobre la dieta de Messi, se sospechó de los árbitros europeos que pitaron en Stamford Bridge y el Bernabéu, se aseguró que Guardiola meaba colonia y se celebró que Mou metiera su índice en el ojo de Tito. Incluso se consideró como un acto de justicia que el técnico del Madrid le hiciera la vida imposible al del Barça. Aunque puede aceptar la derrota, el madridismo nunca consintió lecciones de fútbol y menos de vida, como las que se le suponían a Guardiola cuando hablaba de los valores del Barça. El contencioso se relativizó con las partidas de Guardiola y de Mourinho.

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Al madridismo le preocupaba mucho Guardiola y menos Luis Enrique. Alrededor de Lucho ha habido mucha menos ideología y boato y, además, el equipo ha perdido identidad después de las salidas de Puyol y Xavi y la discontinuidad de Iniesta. Incluso se podría decir que el éxito de Luis Enrique llegó a sorprender a la propia empresa, circunstancia que avala la faena titánica del asturiano y al tiempo compromete a la directiva de Bartomeu, que ganó las elecciones con el triplete y el tridente de Messi, Luis Suárez y Neymar.

El Madrid dejó de preocuparse por el Barcelona y, una vez reafirmada su autoridad en la Champions con Ancelotti, pasó a ocuparse de la Liga en enero del año pasado cuando de manera insospechada ganó en el Camp Nou. El reinado de Zizou se edificó a partir de su victoria en el estadio del Barça. Hoy se vende la figura del técnico francés como un Guardiola humilde, una manera de marcar distancias con el Barça y de reforzar la forma de ser del Madrid, un club presidencialista que no necesita de secretario técnico, ni de modelo, para expender su marca ganadora como se vio en Cardiff.

El madridismo nunca consintió lecciones de fútbol y menos de vida, como las que se le suponían a Guardiola cuando hablaba de los valores del Barça

Florentino es presentado como el Bernabéu moderno desde que ha conseguido un doblete que no se daba desde 1958. Hoy el Madrid tiene la plantilla más joven y variada de Europa; a ratos juega bien o muy bien, a la contra o llevando la iniciativa; ya no gana por una jugada afortunada sino por goleada; cuenta con el mejor de los artilleros —Cristiano Ronaldo— y un capitán muy a su gusto: Sergio Ramos; presume de figuras que se suponían más próximas al ADN azulgrana que al madridista: Modric, Kroos, Isco o Asensio. Y se anuncian elecciones para refrendar el liderazgo de Florentino. Las cosas vuelven a estar donde solían en el Bernabéu.

Recuperar el sentido de equipo

A los adversarios, entregados a la tarea de reforzarse en una dura competencia, no les será fácil revertir la situación y disputar los títulos al Madrid. Al Barça ya no le alcanza con Messi, el mejor jugador del mundo, sino que deberá fichar titulares y no suplentes, recomponer el plantel y profundizar en su estilo, cosa en la que ya se ha extendido Valverde. Necesita recuperar el sentido de equipo y la autoestima como club después de un tiempo de extravío y de victimismo, mal dirigido como ha estado, sometido por Florentino.

Habrá culers que discutan sobre los fuera de juego de Cristiano y las sanciones de la FIFA después de que cualquier castigo parezca poca cosa ante la contundencia empleada contra el Barça. También se polemizará sobre el porcentaje de españoles que están a favor o en contra del Madrid. Y puede que se compare de nuevo la doctrina de Guardiola con la evangelización que propone Florentino.

La propuesta futbolística de Zidane ha sido tan intachable como cuestionable fue en su día el proceder de Mourinho

El presidente del Madrid, sin embargo, está ahora en su derecho de reivindicarse porque su equipo se ha afirmado en la Liga y en la Champions. La propuesta futbolística de Zidane ha sido tan intachable como cuestionable fue en su día el proceder de Mourinho. No sería razonable emborronar, por tanto, el éxito del Madrid desde el punto de vista azulgrana, sino que deber ser un estímulo para el equipo, ganador precisamente en el Bernabéu.

El fútbol exige también juego limpio, una virtud que, por otra parte, nada tiene que ver con la ingenuidad competitiva que practica la directiva del Barça. Una cosa es el poder reverencial que inspira Florentino y otra la sumisión de Bartomeu. Apostar por Valverde significa aceptar las reglas del campo, cosa elogiable en un momento delicado, pero exige también un cambio de política en los despachos para restituir el papel del Barça. Ha habido decisiones reprobables en el Madrid y no se debe vivir de rentas en el Barça. Los directivos azulgrana no pueden envejecer con los jugadores, sin grandeza, tampoco alma ni mayor destino que el de convertirse en el Barça Legends. A Florentino ya no le preocupa el Barça y con Zidane nadie se acuerda de Mou. Valverde y Messi no solo precisan de un buen equipo, sino también de un club fuerte para desafiar al Madrid.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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