Garbiñe Muguruza, adiós a París entre lágrimas
La última campeona cae en los octavos frente a la francesa Mladenovic (6-1, 3-6 y 6-3, después de 1h 59m) y se desploma ante los periodistas: "En algunos momentos el público debería haber sido más respetuoso"
En la pista Suzanne Lenglen, cada punto de Kristina Mladenovic se festejaba como si hubiera marcado un gol. El ojito derecho de la grada estaba deshaciéndose de la defensora del título, Garbiñe Muguruza, y reportando alegría al tenis francés, tan necesitado desde hace tiempo. Apretó hasta el final la última campeona en París, pero esta vez marchó antes de tiempo, en los octavos, cuando todavía el torneo no había superado su ecuador. Cayó Garbiñe (6-1, 3-6 y 6-3, en 1h 59m) y abandonó Roland Garros entre lágrimas, las que derramó justo despues de que uno de los periodistas le preguntase por los continuos "¡forza!" de Mladenovic cada vez que ella fallaba.
"Lo del público hoy fue obviamente duro para mí, así lo entiendo", explicó la número cinco, de 23 años; "en algunos momentos deberían haber sido más respetuosos, incluso con el juego, porque tuvimos que parar. El árbitro ha tenido que calmar a la gente todo el rato. No estoy aquí para crearme enemigos, porque me encanta jugar aquí, pero la sensación no ha sido buena…", decía mientras se le quebraba la voz, cuando todavía no había comenzado a llorar y aún no había tenido que salir de la sala para tomar aire durante unos minutos.
Antes, Muguruza se había ido de mala manera de la pista, con un enfado monumental. La abandonó contrariada, negando el saludo a la grada francesa, que ve en Mladenovic al relevo de Mary Pierce, ganadora en el 2000. Desde entonces, 17 años, hoja en blanco para las tenistas galas en París, de modo que en la tierra del vino, la cultura y el buen comer llega la esperanza, que directamente conduce a la frutración de la hispano-venezolana, apeada justo el día en el que hace un año cató la gloria, su primer y único Grand Slam.
4 de junio, inicio y final del reinado. El cielo y los bajos fondos del tenis, o sea, la primera coronación y la última derrota, el adiós. Arrancó muy mal Muguruza y se reenganchó, pero en el desenlace no estuvo a la altura. Mladenovic le rompió de inicio en la manga definitiva y fue labrando la victoria, a pesar de que concedió una vida extra a su opositora, porque cometió una cifra insultante de dobles faltas: 16. No agradeció Garbiñe el presente y cedió. Adieu París, con algún que otro silbido. Una pérdida considerable de puntos (1.760) y por lo tanto caída en el ranking y salida del top-10; desde el lunes, puesto 14.
Un año sin inspiración
"Creo que ha sido un público difícil, no sé... Lo entiendo. No sé qué decir... Los que habéis estado en la pista lo sabéis; no sé qué queréis que diga, así que no diré nada...", manifestó en el turno de preguntas en español; "me preguntan desde hace mucho tiempo sobre todo esto y pienso en ello. Ha sido una parte de mi carrera que se ha acabado... Creo que es un privilegio haber podido venir aquí como defensora del título. Pocas chicas pueden decirlo...". ¿Y qué es lo que más te duele, Garbiñe? "La derrota".
Fea salida para la última campeona, que desde hace año no encuentra la inspiración y siembra dudas. Desde entonces no ha ganado ningún premio y ha tenido que lidiar con la presión de saberse señalada. Le sucedió el curso pasado, cuando todo el mundo le recordaba aquella final de Wimbledon, y esta temporada ha cargado con un menhir todavía más pesado, el de París. Ahora, destronada ya, volverá a competir desde la libertad de no portar grandes responsabilidades. Terminó el reinado. Mugurza ya no gobierna en París.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.