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El Málaga sigue de fiesta

Los de Míchel suman su cuarto triunfo consecutivo ante un Celta que solo vive para el duelo de Manchester

Rafael Pineda
Ontiveros celebra su gol.
Ontiveros celebra su gol. Jorge Zapata (EFE)

El Málaga sigue de fiesta. La Liga se le ha quedado corta al grupo de Míchel, que ha llegado al tramo final muy enchufado. Ante un Celta que sueña con la final de la Liga Europa, aunque le toca remontar en Manchester, todo fueron buenas noticias para los andaluces, que sumaron su cuarta victoria consecutiva. Por ejemplo, salió a relucir el talento de Ontiveros y Fornals. También, el oficio de jugadores como Camacho o Recio. De guinda, el fútbol veloz y siempre peligroso de Sandro, un delantero que apunta altísimo y que anotó su gol número 14 en la Liga. Si el Málaga sigue en esta línea, al Madrid le espera un verdadero infierno en el último encuentro de Liga en La Rosaleda. El Celta, por su parte, lleva mucho tiempo afeando su buena temporada. Berizzo, como ha venido ocurriendo en las últimas jornadas, jugó con un equipo plagado de suplentes y apenas rindió. Su mejor hombre fue Sergio, el portero, en buena forma. Su espíritu está en Inglaterra, donde juega el partido de su vida el próximo jueves. En un partido de guante blanco, sobró el incidente que a falta de 10 minutos finalizó con la expulsión de Berizzo por encararse con Recio.

Apenas quedan ya jugadores que regateen, que hagan del arte de driblar la esencia de su juego. Por eso resulta muy gratificante contemplar las evoluciones de Ontiveros, un futbolista de 19 años con un talento descomunal, que a poco que vaya aprendiendo a competir se convertirá en un futbolista sensacional. El arte de Ontiveros resultó letal a los 26 minutos, cuando recibió un pase de su compañero Recio y se inventó un jugadón para hacer el 1-0. Regate, velocidad y buena definición marcaron la fantástica acción del extremo, que sirvió para que el Málaga se adelantara en el marcador a un Celta plagado de suplentes. La jugada, además, demostró la superioridad del Málaga ante un rival de buen toque, pero demasiado inocente para crear peligro, desprovisto de sus jugadores más determinantes. Con menos tensión que en el derbi regional ante el Sevilla o en los anteriores triunfos contra el Valencia o el Barcelona, el Málaga, no obstante, siempre fue un punto por delante del Celta.

Como en la primera mitad de la semifinal ante el United, al conjunto gallego lo salvó Sergio, su portero, magistral hasta en tres acciones ante el goleador Sandro, siempre inquieto. La primera parada, a los 11 minutos, fue muy llamativa, ya que el canario remató después de un gran recorte y con todo a favor. El Celta, destensado, regalaba ocasiones como una nueva oportunidad de Sandro, quien recibió un pase de Lemos a su portero. Sergio fue otra vez un muro infranqueable para Sandro, idolatrado en La Rosaleda, con pie y miedo fuera del Málaga. El Celta, por su parte, ni tiró a puerta en toda la primera mitad.

Berizzo tenía previsto retirar a Cabral cuando su equipo sacó de banda e imposibilitó el recambio. A la siguiente jugada, el central le hizo un claro penalti a Sandro, que Recio anotó sin problemas. Fue también justo después de que Marcelo Díaz enviara una falta al palo en la mejor ocasión de los gallegos. El gol acabó con lo poco que quedaba de partido, jugado ya a un ritmo demasiado lento. La grada siguió pidiéndole a Sandro que permanezca en Málaga, disfrutando del nuevo triunfo de su equipo, enchufado y vitalista, al que Míchel le ha cambiado la cara para llegar en plena forma al final de Liga. El mejor ejemplo, la ejecución formidable del tercer gol, obra de Sandro gracias a dos pases de lujo de Keko y Juankar.

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