Un 10 para el 10
Messi ya habló en el Bernabéu, habrá que ver cómo asume el golpe el Madrid y qué efecto tiene en el Barça
La vida del Madrid cambió en abril del año pasado después de ganar en el Camp Nou por 1-2. Aquella victoria encumbró a Zidane de la misma manera que en noviembre el triunfo del Barcelona en el Bernabéu había hundido a Benítez. La marcha del equipo blanco ha sido desde entonces tan imparable que acabó por alcanzar la Champions, obligó al Barça a ganar dos veces la Liga y, doce meses después, aspira a conquistar todavía un doblete que no consigue desde el año 1958. La trayectoria madridista ha contrastado con el extravío del Barça hasta que los dos equipos se volvieron a citar ayer en el Bernabéu.
El clásico marca tendencia, es el partido por excelencia para cambiar dinámicas y supone también un escaparate único para los jugadores universales como Messi. El 10 se batió como un coloso contra el Madrid, contra el árbitro y contra su Barça. Y es que no le ayudó mucho su equipo, falto de continuidad en el juego y de autoridad en la cancha, permisivo en defensa, sobre todo en las transiciones y a balón parado, retratado en el gol de córner Casemiro y también en el centro de Marcelo y la lllegada de James. El argentino ni siquiera tuvo como aliado a su amigo Luis Suárez. Messi marcó las diferencias con dos goles, el último, el 500 de su cuenta, el 47 de la temporada, el 23 en un clásico, el 14 en Chamartín, en el minuto Ramos, el momento sagrado, símbolo de la épica moderna del Madrid.
Imponente en el cuerpo a cuerpo, Messi desequilibró el partido con sus aceleraciones y cambios de ritmo y su juego entrelíneas
El partido empezó y acabó con Messi, irreductible pese a que Marcelo le rompió el labio con un codazo, indefendible para Casemiro, pateado por Kovacic y también por Sergio Ramos. El central cargó con la tarjeta que no se había atrevido a sacar antes Hernández Hernández y propició un final madridista protagonizado por el Barça en el mismo Bernabéu.
Imponente en el cuerpo a cuerpo, Messi desequilibró el partido con sus aceleraciones y cambios de ritmo, su juego entrelíneas, eje de una alineación reconstruida por fuerza ante la ausencia de Neymar. Inestables e irregulares como se mostraron los dos equipos, desenfrenados en su ir y venir, dispuestos al intercambio de golpes hasta la victoria para satisfacción del espectador, el partido demandaba un héroe después de la exhibición de Ter Stegen y Keylor Navas. Y, por encima de los dos porteros, en un pim pam pum que resumió no solo la temporada sino también la vida de los dos grandes del fútbol español —por Piqué, por Ramos, por la irregularidad del Barça, por la bravura del Madrid—, compareció Messi, un gigante en casa de Cristiano.
Habrá que ver cómo asume el golpe el Madrid y qué efecto tiene en el Barça. Messi ya habló en el Bernabéu: un 10 para el 10.
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