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Messi no puede con Buffon

El delantero, que lo intentó de todas las maneras, se quedó sin gol y sigue sin festejar un tanto al italiano

Jordi Quixano
Buffon saluda a Messi.
Buffon saluda a Messi.Shaun Botterill (Getty Images)

Advirtió Luis Enrique que el Barça asumiría riesgos. Y no engañó el técnico azulgrana porque aunque jugó con el 4-3-3 y no con el 3-4-3 que tan buen resultado le dio en la vuelta de la anterior ronda frente al PSG pero que tan nefasto salió en Turín, hubo muchos mecanismos que indicaban la gallardía del Barcelona. Piqué no solo conducía el balón para provocar la presión rival sino que también (al igual que Umtiti) salía de sitio a cada ocasión que Higuaín bajaba a recibir; Sergi Roberto se reconvertía en extremo derecho a la que el balón superaba su línea; Iniesta no bajaba a construir sino que se buscaba las habichuelas entre las líneas; y los tres delanteros apenas bajaban para que los laterales rivales no se animaran a cruzar la divisoria. Pero con el balón en los pies, todo pasaba por Messi. Aunque la Juve presionara en campo ajeno, Piqué se salía casi siempre airoso para ser la raíz del juego, para conectar con un Busquets que no se cansó de repartir y remover. Pero su prioridad era el 10: si La Pulga levantaba la cabeza, se la daba; y si la mantenía gacha, daba una vuelta a lo Xavi con el balón en los pies y, antes de entregársela a otro, miraba por si acaso había cambiado de opinión. Neymar hacía lo mismo tras sus quiebros, Iniesta le encontraba cuando la Juve reculaba hasta el balcón del área y Alba centraba hacia atrás para ver si Leo la cazaba. Pero Messi no descascarilló la jaula bianconera.

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La primera opción del argentino era recoger el balón y, eléctrico, arrancar al abordaje hacia la portería rival. Pero la Juve se blindó con sus ayudas por dentro, tan puntuales como estupendas, del mediocentro más cercano, del lateral de turno y hasta del extremo, quizá también de uno de los centrales. Por lo que, listo, Messi decidió en las siguientes jugadas parar en seco para leer los movimientos y desmarques de sus compañeros. Y, con un segundo de más, se puso el frac para filtrar un pase a Alba que por los pelos no pudo rematar, para repetir treta con una asistencia a Suárez que remató a la media vuelta sobre el cuerpo de Bonucci.

Sin puntería ni gol, Messi debió reinventarse una vez más sobre el césped, convertirse no solo en la sala de máquinas sino ser también el punto final. En una, abrió el esférico a Alba, que lo puso al área chica y Suárez se lo cedió de nuevo a Leo, que le pegó duro y raso, aunque la cruzó en exceso. También lo probó tras una conducción y una pared con Luis Suárez, pero el balón se fue por alto.

Golpe en la cara

Resulta que Buffon hacía más grande esa leyenda que le señala como uno de los pocos porteros de élite que no han encajado tanto alguno del argentino. “Ya lo había olvidado…”, replicó el meta cuando se lo recordaron antes del duelo de la ida al tiempo que resoplaba y se tiraba la mano a la frente.

Buffon, como la Juve, es todo oficio y cuando Messi chutó desde el vértice del área grande, el guardameta sacó la manopla a tiempo para despejar la pelota, reconvertida en un nuevo disparo que en esta vez no cogió portería. Tampoco lo hizo ese otro obús desde el borde del área que desvió de chiripa Chiellini y que le hizo cosquillas al poste por fuera. Ni siquiera atinó en la única pifia de Buffon en la salida de un saque de esquina, cuando, una vez más, la tiró con la derecha por arriba. “¡Messi, Messi, Messi!”, entonaba la grada con arrebato para alimentar su voracidad. Pero no había manera.

Agotadas todas las suertes, también disfrutó de una falta desde la frontal. Pero tampoco entró —se fue alta— y bajó la cabeza por primera vez. Lo vio Neymar, que se acercó a darle ánimos, a pedirle que no se detuviera. Algo que ni siquiera Pjanic lo logró, después de hacerle la cama y enviarle a la lona con un topetazo que le provocó un golpe en el pómulo izquierdo. “Messi jugando al 25% ya nos daría muchísimas cosas”, anunció en la previa del encuentro Luis Enrique. No se equivocó. Pero contra la Juve, Leo jugó a tope y el equipo trató de exprimirle al máximo, pero por una vez no se salió con la suya porque contra Buffon no puede.

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