Thiago: “Si no eres fundamental para tu equipo el fútbol no tiene sentido”
El jugador español, el hombre más destacado del Bayern de Ancelotti, habla de su evolución antes del partido que lo enfrentará al Madrid en Múnich
Thiago Alcántara conforma un montículo humano de sudores y risas con Arturo Vidal y Douglas Costa, los tres apelotonados sobre la hierba del campo de entrenamiento del Bayern, abrazados celebrando un gol en un partidillo como si fuera la final de la Champions, o como si fuera el desenlace de una pelada en la playa de Botafogo. Los bávaros los miran divertidos pero rígidos. Sudamérica permanece agazapada como un animal salvaje en el corazón de Thiago, mitad español y mitad brasileño. Su mezcla formidable de virtudes ha puesto en pie a la Bundesliga. Solo tiene 25 años pero si el Madrid aspira a pasar a semifinales de la Champions deberá desactivarlo a él, el jugador que conecta todas las piezas del Bayern. Fuera del campo, se muestra estricto y gentil como esos profesores de ciencias aplicadas que deambulan por el distrito de Freiheit en la mañana primaveral.
Pregunta. ¿Está disfrutando del fútbol más que nunca?
Respuesta. Como he disfrutado del fútbol cuando era pequeño no he disfrutado jamás. Pero es cierto que a nivel profesional esta es mi mejor temporada. Una temporada de madurez, de un poco más de responsabilidad. Siento que lo vivo más, que voy siendo parte importante de un equipo, y esto es fundamental para tener la confianza no solo del entrenador sino de los compañeros.
P. El Bayern es uno de los clubes más conservadores que existen: su gran leyenda, Franz Beckenbauer, fue idolatrado por retroceder 20 pasos. Un regateador como usted, ¿aquí no se siente un poco extraño?
R. El fútbol es un lenguaje mundial. Cada cultura tenemos diferentes formas de verlo pero un regate es un regate y un gol es un gol en todas partes. Yo lo que más quiero en el fútbol es que los aficionados disfruten.
Con Ancelotti es la libertad. Más que la estrategia o la táctica
P. ¿Y con qué disfrutan más los alemanes?
R. Con el gol.
P. Suma seis goles esta temporada. Son números de centrocampista goleador. Los mismos que Silva y Rakitic, uno menos que Pogba, cuatro más que Verratti…
R. Tienes que ser inteligente para, aparte de estar en la creación, estar en la finalización. Cuanto más versátil más útil serás para el equipo y para el fútbol. Lo importante es ser útil. Yo puedo divertirme, regatear, puedo chutar... Pero si no me siento parte fundamental no tiene sentido. No tiene sentido el fútbol si haces lo que haces saliendo desde el banquillo. Lo importante es luchar para llegar a ser una pieza fundamental. Los títulos individuales son una patraña. Lo importante es lo que eres para tus compañeros y lo que los compañeros son para ti.
P. ¿Pero no siente que en Alemania no se valora suficientemente la clase de creatividad que usted muestra con el balón?
R. Al revés. Mi fútbol aquí se ha valorado desde el primer día porque era diferente. Aquí han valorado a jugadores como Özil o Kroos. Jugadores menos alemanes, por decirlo de alguna manera. El fútbol más efectivo para ellos siempre fue el fútbol más corrido, de contraataque. Pero Alemania es la vigente campeona mundial haciendo otra cosa.
P. ¿Las lesiones dejan más cicatrices en la mente que en las rodillas?
R. No. Esa cicatriz en la rodilla la voy a tener para el resto de mi vida.
P. ¿Pero hasta qué punto cambió su forma de jugar ese temor a que la articulación no responda?
Para mí el fútbol es una diversión con responsabilidad
R. No es miedo... Es el prepararte… Tú cuando estás sano dices: ‘voy a correr’, y te vas a correr. Cuando has tenido lesiones musculares, antes de correr estiras. Con las lesiones descubres que hay un trabajo de prevención para evitarlas. Y cuando vuelves, en el primer partido, cuando entras... En el primer choque que tienes en un balón dividido, si no pasa nada, lo que te pasa por la cabeza es: ‘Ya está; ya puedo meter la pierna debajo de un tractor que no pasa nada’.
P. Mazinho, su padre, fue campeón del mundo y también padeció lesiones de rodilla. Él dijo que el fútbol es un juego y que lo peor de las lesiones es que restan el atrevimiento imprescindible para jugar. ¿Necesita arriesgarse a perder el balón para ser usted mismo?
R. Los juegos tienen que ser divertidos. Y tú tienes que intentar hacerlos divertidos. Yo soy por naturaleza competitivo: por eso intento hacerlo divertido a mi manera. Para mí el fútbol es una diversión con responsabilidad. Él se refiere a eso porque cuando viene la lesión no piensas: ‘Me voy a divertir’. Piensas: ‘A ver cómo corro, a ver cómo paso, a ver cómo disparo, a ver cómo robo el balón…’. Hasta que no funcionas de manera natural no puedes disfrutarlo. Ya no hay ninguna lesión pero tu cabeza tarda en volver pensar como eras antes.
P. Ancelotti dice que usted no falla pases. Que cuando falla un pase la culpa es de sus compañeros, que no han visto la jugada como debían.
R. Antes pensaba que podía arriesgar más. Pensaba: ‘aquí regateo y seguro que el pase va a entrar bien’. Y lo hacía. Hoy en día pienso de otro modo. Digo: ‘lo voy a hacer, sé que lo voy a regatear, sé que el pase va a entrar pero es que tengo otra opción más simple’. Esa la vas ganando con el tiempo. Optas. Dependiendo de la zona del campo. Dices: ‘aquí me toca regatear’. Pero eso no se razona. Surge naturalmente. Mi cabeza está más rápida. Lo siento así. Mi fútbol es así. Intento ver las situaciones antes de que ocurran. Pueden salir bien o mal pero lo bueno de jugar en el mediocampo es poder montar pases que creen ocasiones de gol, o salir de zonas críticas de una forma segura.
P. ¿Qué le sorprendió de Ancelotti?
R. Que no habla en vano. Se hace entender en todos los idiomas. No habla mucho pero cuando habla todo el mundo lo escucha y es como si tuviera algo importante que decir. Más allá de las charlas y de las palabras y los chistes que te cuenta, consigue encontrar esa diferencia entre ser entrenador y ser una persona que está contigo todos los días y te pregunta cómo estás, cómo va tu vida. Ha tenido jugadores de un carácter difícil a lo largo de su carrera y todos ellos hablan bien de él. Eso es muy raro.
P. ¿Qué parte de responsabilidad tiene el técnico en su buen momento actual?
R. Con Ancelotti es la libertad. Más que la estrategia o la táctica, es la libertad y la confianza que te pueda dar un entrenador. Yo lo necesito porque a mí me gusta analizar el partido, tener un rigor táctico, poder leer el partido. Él te lo permite porque te dice cuatro cositas para que tú puedas interpretarlas a tu manera. Transmite que todo es de todos. Que la culpa es de todos. Te da libertad para que puedas hacerte responsable.
P. ¿Ancelotti descomprimió al equipo después de tres años de exigencia intensiva de Guardiola?
R. Los dos como jugadores y como entrenadores lo ganaron todo. Tienen la tranquilidad de los que saben qué piensan los jugadores porque ellos lo han sido. Pero tienen un carácter distinto. Son grandísimos entrenadores con formas de ver el fútbol totalmente diferentes.
P. ¿En qué cambió el Bayern?
R. Veníamos del 4-3-3 y hemos pasado al 4-2-3-1. A nivel táctico nos ha dado un poco más de libertad a más gente en el mediocampo. Ahora tenemos un pelín más de llegada. Arturo [Vidal] y yo nos podemos mover más. Xabi, que es más defensivo, permanece para hacer la elaboración de la salida desde atrás. No sube tanto pero te la pone donde quiere con el pie que tiene.
P. Vidal dijo que el Bayern neceita a Thiago para llegar a la final de la Champions. Pero que le necesita a él para ganarla.
R. ¡Es un fenómeno! Nunca he visto un portento físico natural como el suyo. Yo he visto a gente parar uno o dos meses para recuperarse de lesiones que él supera totalmente en dos semanas. Eso se nota en el campo. La presencia de Arturo es muy importante para nosotros. Abarca mucho. Abarca a nivel defensivo. Y el toque de balón lo tiene: una persona que marca el golazo que marcó contra el Benfica a bote pronto con la izquierda, tiene que tener toque. Es completísimo.
P. ¿Y usted qué clase de futbolista quiere ser?
Interpretar el juego es como la interpretación de una película: tienes que ser el malo, el bueno, el que muere y el que mata
R. Quiero hacer lo que estoy haciendo hasta ahora, pero mejorado. Quiero ser una parte importante de un equipo. Creo que lo estoy logrando.
P. Su talento le ofrece muchas posibilidades. En Europa solo Pogba puede ser mediocentro, mediapunta, interior… Y, paradójicamente, quizás eso perjudique a Pogba…
R. ¡Yo también he jugado de extremo!
P. ¿Pero eso no le genera confusión a la hora de plantearse un rol?
R. Interpretar el juego, al final, es como la interpretación de una película. Interpretas el papel que la película te pide: tienes que ser el malo, el bueno, el que muere y el que mata. Al final es adaptarte a la situación. Si el equipo quiere que yo sea esto, puedo ser esto, o esto otro. Pero jamás renuncio a mi forma de ver el fútbol y jugar porque no sé hacerlo de otra forma. Nadie sabe actuar contra su naturaleza. Pero sí que la cabeza te cambia según la posición. Como mediapunta tienes que tener más recorrido y llegar más a gol, cuando eres extremo tienes que encarar para poder centrar o para que la defensa de ellos se tire más atrás…
P. Con Guardiola en el Bayern se efectuaban muchos cambios de posición, incluso en el transcurso de la misma jugada. Había una gran movilidad. Las permutas eran permanentes. ¿Eso no podía confundirlos?
R. Eso es bueno. Jordi Alba, campeón de Europa y de Champions, fue extremo antes que lateral. Cambia todo. Cuando un entrenador te da una nueva función, aunque no te agrade, si lo sigues haciendo tan bien como antes, es un paso más en tu formación. La versatilidad puede ayudarte a crecer. Con Guardiola la movilidad era constante: Lahm pasó del lateral al mediocampo, Javi Martínez pasó del mediocampo a central, Kimmich también. Ahora no hemos variado mucho.
P. A veces, cuando usted protege el balón de espaldas hace regates al que lo viene a presionar por detrás. ¿Cómo sabe que un rival se acerca si no lo está viendo?
No he visto a nadie con el sentido de la defensa ni el rigor táctico de mi padre [Mazinho]. Estaba siempre bien posicionado
R. Primero se trata de orientarte bien para poder ver a los rivales. Otras veces notas la presencia. Es como cuando estás en casa, tumbado, y notas que alguien ha entrado. En el campo es igual. A veces lo ves, a veces lo sientes, y a veces te arriesgas. Porque el fútbol es un deporte de engaño. Sabes que el equipo rival presiona y que te van a venir. Dices: ‘lo voy a engañar yo’. Amagas que vas para un lado y sales para el otro. Casi siempre funciona.
P. Muchas veces engaña con la derecha y se lleva el balón con la izquierda, con un cambio de ritmo. ¿La zurda es fundamental para poder regatear?
R. Engañar con una sola pierna sería complicado. Si tienes pierna derecha, bien, si tienes izquierda mejor. Tener las dos es fundamental para todo: para finalizar, para pasar y para robar balones. Un futbolista ambidiestro es una mina de oro para el juego. Porque si yo quiero regatear con la derecha la izquierda tiene que ser muy fuerte y rápida para poder apoyar y salir. Pero no lo piensas. A base de practicar se te van quedando cosas. El fútbol sala te da mucho para los regates, para la rapidez. La mayoría de los brasileños y los españoles hemos crecido con eso.
P. ¿Ha visto jugar a su padre? Mazinho tenía un pase…
R. ¡Con las dos piernas!
P. Él fue un maestro del pase. Usted ha querido evolucionar más allá del pase, hacia el desborde en los últimos metros. ¿De pequeño quería ser goleador?
R. Es como todo: hay pintores con hijos futbolistas y futbolistas con hijos pintores. Es un proceso evolutivo, o degenerativo. A lo mejor las generaciones son peores que las anteriores. Es cierto que mi padre es una referencia de todo: como hijo, padre, persona, futbolista... Yo era amante del fútbol y tenía un jugador de fútbol en mi casa. Era flipante. Y además tenía a mi hermano Rafinha: un individuo dos años menor que yo al que también le gustaba el fútbol. Se juntaron el hambre con las ganas de comer. Rompíamos platos, ventanas, sillas.
P. ¿Mazinho también rompía muebles?
R. Era imposible que mi padre rompiera algo. No era calidad. Era fiabilidad, porque mi padre era un tío sólido. No perdía balones, tenía un pase increíble y no he visto a nadie con su sentido de la defensa ni su rigor táctico. Estaba siempre bien posicionado. Era ordenar y sobre todo transmitir la sensación: ‘Yo quiero el bien de todos. Si veo que alguno está mal voy a ayudarle y si tengo que quedarme una hora después del entrenamiento para solucionarlo me voy a quedar una hora para hacerle ver lo que yo veo’. A nivel táctico era increíble. Yo aprendí mucho de él.
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