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Nadal exhibe músculo ante Monfils y desembarca en los cuartos de final del Open de Australia

El balear vence al francés (6-3, 6-3, 4-6 y 6-4) y se medirá a Raonic, superior a Bautista (7-6, 3-6, 6-4 y 6-1)

Alejandro Ciriza
Nadal celebra su victoria en los octavos frente a Monfils.
Nadal celebra su victoria en los octavos frente a Monfils.Lyn Bo Bo (EFE)

Sudaba y sudaba Gael Monfils, a chorros. Lógico, porque delante tenía a un Rafael Nadal pletórico en lo técnico y lo físico, así que exprimió al parisino como a una naranja. No afloja este Nadal, látigo y muro, este Nadal rehabilitado, porque rompe la pelota y frustra al de enfrente devolviéndoselas todas. Que se lo pregunten si no al jovenzuelo Zverev, consumido en la ronda previa, y ahora a Monfils, un atleta que terminó agotado y entregado, vencido por 6-3, 6-3, 4-6 y 6-4, en 2h 55m. El triunfo le condujo al balear directamente a los cuartos del Open de Australia, a un choque de envergadura con el gigantón Milos Raonic (7-6, 3-6, 6-4 y 6-1 a Roberto Bautista, después de 2h 51m).

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El canadiense, tutelado el curso pasado por Carlos Moyá, será el próximo examen. Mucho más exigente, a buen seguro. Pero antes, en la lluviosa jornada de este lunes en Melbourne, el de Monfils, superado con nota por Nadal. El francés lo intentó por todos los medios. Testeó a su rival de una y otra manera, con mayor o menor aceleración, con más o menos ritmo, pero solo le encontró las cosquillas cuando en realidad todo ya estaba bastante decantado en su contra. ¿Qué he hecho yo para hacer esto?, se preguntaba el galo, al que los vaivenes del último año en el circuito le han concedido el privilegio de ocupar el número seis, pero que sigue siendo indescifrable.

Es imprevisible Monfils, ciclotímico. Lo mismo firma un escorzo imposible o lanza una derecha a 180 km/h que falla con la bola más fácil. Nadal le conoce bien. La clave estaba, lo sabía el de Manacor, en cerrar el partido por una vía sobria y evitar los polos, la acción-reacción. Ahí es donde el galo podía cobrar vida y tener alguna opción. Nadal, buen estratega además de portento físico, cercenó cualquier esperanza de Monfils con una propuesta seria y lineal, aunque en la recta final tuvo que contener una ligera revuelta. Encendió el automático, el modo robótico que tan bien le está funcionando en este torneo, y laminó a su adversario con un pack de servicio (73% de efectividad) y fiabilidad.

Si Zverev le propuso un duelo de tú a tú, contra Monfils volvió a ser él quien llevó por completo la iniciativa. Dominó con el drive y marcó el paso. Con la pista central techada, la bola le corrió menos que otros días, pero lo suficiente como para deslavazar al francés. Para empezar, en el primer parcial, quebró el primer saque de Monfils e imprimió velocidad. Luego, en el segundo, un arranque idéntico, aunque el parisino vio por un instante algo de luz y devolvió el break (3-3). Nadal, frío como un iceberg. Imperturbable. A la que intentó levantarse su adversario le dio un azote y le hizo ir al rincón de pensar. Así, una y otra vez. Así amplió la renta y así sembró su victoria.

La reacción libertaria del francés

Monfils volea durante el partido en la pista Rod Laver de Melbourne.
Monfils volea durante el partido en la pista Rod Laver de Melbourne.DEAN LEWINS (EFE)

A Monfils (64 errores y 10 dobles faltas en el cómputo global) ya solo le quedaba la heroica. Dos sets abajo frente a un Nadal categórico e irascible, que avanza como una locomotora sobre la moqueta de Melbourne Park. Mal asunto, muy mal asunto. Y todavía peor si le vino a la mente la última vez que ambos se encontraron en el mismo territorio; fue hace tres años y aquel día Nadal tan solo le permitió llevarse tres juegos. En esta ocasión fue más benevolente. Monfils se vio completamente perdido y combustionó. Solo tuvo mordiente y fue Monfils en el momento en el que de verdad se soltó. Es al fin y al cabo un jugador artístico y libertario, al que le hastía la táctica, al que le angustia jugar bajo el yugo del marcador. Tal vez no sea un tenista para ganar torneos, sino simplemente para disfrutar y hacer disfrutar.

El español carbura al cien por cien cuando advierte resistencia. No es ningún secreto que la épica es su motor, su fuerza tractora

Consiguió estirar la velada (dos sets a uno), aunque en realidad fue algo efímero, un espejismo. Nadal, implacable, volvió a castigarle. Ni un ápice de nerviosismo por parte del balear. Del mismo modo que Monfils se activa cuando se olvida de que está compitiendo, Nadal carbura al cien por cien cuando advierte resistencia. No es ningún secreto que la épica es su motor, su fuerza tractora. La amenaza de que el galo pudiera dar un segundo zarpazo era muy remota, pero se dio: 4-3 y 30-0. Así que Nadal lució músculo otra vez. Conforme más le tuteó Monfils, más se activó el de Manacor. La adrenalina es su gasolina y en el epílogo la hubo, pero al francés ya se le habían agotado el crédito y las fuerzas. Un poco de show y adiós.

De nuevo, dos años después, Nadal estará entre los ocho mejores de un gran torneo. La cita ahora es con Raonic, el jugador que completa el podio del ranking actual. Un bombardero que ya le batió recientemente a Nadal (en los cuartos de final de Brisbane) y que en los últimos tiempos ha enriquecido su registro. Saca, pega y volea, pero ha aprendido a moverse mejor. Ya no solo arrastra sus 98 kilos. Lo comprobó el castellonense Bautista, reducido con un alud de 75 ganadores y 33 puntos directos con el saque. Supondrá un test que exigirá todavía más. Pero Nadal está preparado. Vaya que sí lo está.

RESULTADOS DE LA 8ª JORNADA. LUNES 23

Cuadro masculino: Rafael Nadal, 6-3, 6-3, 4-6 y 6-4 a Gael Monfils; Milos Raonic, 7-6, 3-6, 6-4 y 6-1 a Roberto Bautista; Grigor Dimitrov, 2-6, 7-6, 6-2 y 6-1 a Denis Istomin; David Goffin, 5-7, 7-6, 6-2 y 6-2 a Dominic Thiem.

Cuadro femenino: Serena Williams, 7-5 y 6-4 a Barbora Strycova; Karolina Pliskova, doble 6-3 a Daria Gavrilova; Johanna Konta, 6-1 y 6-4 a Ekaterina Makarova; Mirjana Lucic-Baroni, 6-4 y 6-2 a Jennifer Brady.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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