Djokovic pierde la brújula
El serbio cae frente al 117º del mundo en la 2ª ronda de Australia y prolonga una inercia negativa que se extiende ya siete meses. "Estaba en uno de esos días en los que no me sentía bien", alega el de Belgrado
Cuando Denis Istomin armó el brazo y Novak Djokovic restó en largo, demasiado largo, el Open de Australia sufrió un movimiento sísmico. Segunda ronda del torneo, día cuatro, y el primer Grand Slam del año perdía al que ha sido su campeón en cinco de las seis últimas ediciones, al hombre que con seis coronas de Melbourne aspiraba a desmarcarse de Roy Emerson en el historial y lucir la plusmarca en solitario. Cuando esa bola botó por detrás de la línea, la grada rugió y el serbio agachó la cabeza, por la que en ese instante seguramente circulaban un millón de pensamientos entrecruzados. Cayó Nole (7-6, 5-7, 2-6, 7-6 y 6-4, después de 4h 48m) y continuó de este modo su mala dinámica de resultados durante el último medio año.
“Sencillamente estaba en uno de esos días en los que no me sentía bien, no tenía ritmo”, justificó el de Belgrado, que cerró el pulso con un total de 72 errores no forzados, una cifra que subraya el declive de su juego y alimenta su desánimo. “Me quito el sombrero ante Denis, porque ha estado genial en todas las áreas. Todo el mérito es para él. Fue el momento y el día adecuado para él”. Efectivamente, Istomin vivió su gran momento de gloria, pero una derrota contra 117 del mundo no entraba en los esquemas de nadie y menos en los de Djokovic, al que la erosión que supone el haber estado dos años en la cúspide le está pasando una tremenda factura.
Desde que triunfó en París, en junio, se le ve fuera de onda. Más allá de haber perdido el número uno en favor Andy Murray, al serbio se le ve consumido. Para sorpresa de todo el mundo, en diciembre decidió finalizar su vínculo con Boris Becker, el técnico con el que multiplicó su rendimiento. Entonces, el alemán, que no se muerde la lengua, aseguró: “Nole no dedicó todo el tiempo que debería a entrenar en los últimos seis meses y él lo sabe”. Ayer, el hombre que más cerca ha estado de Djokovic desde 2014 analizó en Eurosport el comprometido momento de su expupilo. “No me siento particularmente bien esta tarde, porque somos amigos”, arrancó. “Estoy muy sorprendido, porque Novak ha sido muy defensivo y no ha tomado la iniciativa en ningún momento; de hecho, no ha peleado por ello”, analizó.
Un viaje espiritual
El adiós de Djokovic supone el más tempranero para él desde el que protagonizó nueve cursos atrás (2008) en Wimbledon. No ya solo porque suponga una pérdida más que considerable de puntos —al haber sido vencedor hace un año, pierde 1.955 en el ranking—, sino porque mentalmente se está quedando rezagado con respecto a Murray, Rafael Nadal o Roger Federer. Y eso que desde hace unos cuantos meses decidió iniciar un viaje espiritual de la mano del riojano Pepe Imaz, quien le guía en la meditación y le transmite una doctrina de paz y amor para todo el mundo.
Pese a trabajar con un asesor emocional, en el plano mental se está quedando rezagado
Del asesor español, en su día 146 de la ATP, se dice que es el responsable de que Djokovic y Becker separasen sus caminos. El tenista contactó con él por recomendación de su hermano Marko, afincado en Marbella, pero paradójicamente no encuentra una buena ruta sobre la pista. Es más, parece haber perdido la brújula competitiva que le proporcionó su alianza con Becker. Desde que se entronizó por primera vez en París, el Mahatma Nole solo ha ganado dos títulos, en Toronto y Doha; desde entonces, el irreductible ganador de otros tiempos ha perdido contra rivales téoricamente inferiores como Sam Querrey (41 del mundo ese día), Juan Martín del Potro (141) Roberto Bautista (19) y ahora Istomin. Tropiezos todos ellos inesperados.
Antes de competir en el US Open, en septiembre, el jugador admitió haber tenido “problemas personales”, pero no llegó a especificar ni a precisar el origen. A partir de ahí creció la especulación y Nole se ha convertido en un campeón cada vez más vulnerable, muy alejado del dictatorial líder que moldeó Becker. El alemán ya no está en su banquillo y Djokovic no se encuentra.
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