Tío Louis
Más que por su currículo y libreta táctica, a Van Gaal se le recuerda por su dificultad para manejarse con los egos y por su facilidad para descubrir talentos
Van Gaal no hablaba sino que gritaba, ordenaba más que sugería y sobre todo adoctrinaba, que no es precisamente lo mismo que enseñar, sobre todo cuando se trata con figuras como Rivaldo.
Había la sospecha en el Barça de que Rivaldo no sabía jugar a fútbol sino que solo metía goles, y el técnico holandés se empeñó en adiestrarle sobre cómo tenía que situarse en la banda. Rivaldo no se quiso poner de 11 y Van Gaal le denunció en la sala de prensa, motivo por el que Rafael Carbonell, de EL PAÍS, le preguntó si con su revelación no estaba rompiendo un pacto establecido con el vestuario. La ira de Van Gaal se hubiera convertido hoy en trending topic: “¡Tú eres muy malo, siempre negativo, nunca positivo!”.
Su relación con la prensa fue tormentosa. Reclamado como sustituto del destituido Cruyff, hasta el punto de que muchos no aceptaron la interinidad de Robson, cuando tomó el mando se le recriminó que quisiera clonar al Ajax con el que ganó la Champions-1995 con un gol del juvenil Kluivert. El paso de Cruyff a Van Gaal dio hasta para titular: “Del genio al mal genio”.
Todavía resuenan en la Plaça Sant Jaume sus gritos de “¡Barça, Barça, Barça!”. Hasta los culers más radicales se espantaron por el tono “arrogante del trabajador, honesto e innovador” Van Gaal, como se definió a sí mismo, antes de que, años más tarde, se despidiera del Camp Nou con una frase igualmente lapidaria: “Amigos de la prensa, yo me voy, felicidades”.
Aunque ganó dos títulos de Liga y una Copa, no se olvida que su trayectoria quedó manchada por dos futbolistas: Piojo López, aquel goleador del Valencia que destruyó su sofisticado sistema defensivo en el Barça, y Riquelme, el célebre argentino al que, en su regreso al Camp Nou, el entrenador recibió con una advertencia: “Sepa usted que le fichó el presidente, no yo”.
Así era de rudo y directo, y su antipatía y poco sentido del humor se refleja en una anécdota ya célebre: invitado a casa del directivo Bernabéu, Van Gaal saludó con un empujón a un crío de 14 años, nieto del miembro de la junta de Núñez. “¡Tú no eres fuerte para ser un defensa central¡”, le soltó a aquel infantil mientras le tiraba al suelo. El niño se llamaba Piqué.
Más que por su excelente currículo y por la libreta táctica, rica en el juego de posición y ocupación de los espacios, a Van Gaal se le recuerda su dificultad para manejarse con los egos del vestuario y por contra su facilidad para descubrir talentos, también fuera del Ajax: Valdés, Puyol, Xavi, Müller, Alaba o Rashford son ahijados del técnico conocido como el Tulipán de Hierro, un apelativo en consonancia con el de Mister Marmol que tenía Michels. No parece casual tampoco que Mourinho y Guardiola hayan tenido relación con Van Gaal.
“Cuando le tenías le hubieras matado y a la que se había ido deseabas que regresara para darle las gracias por las muchas cosas que habías aprendido con él”, resume uno de sus discípulos del Barça. Al entonces gruñón Van Gaal, hoy se le recuerda en el Camp Nou como el querido Tío Louis.
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