Aduriz y Neymar gobiernan San Mamés
A juzgar por la manera que achicaron el campo, se diría que los jugadores rojiblancos se juramentaron para defender el 2-1 hasta las últimas consecuencias
Aún queda la vuelta, y al Barça se le supone favorito en el Camp Nou. La ida, en cualquier caso, bendijo al Athletic, que jugó como si la eliminatoria se resolviera ayer mismo en San Mamés. Atacó estupendamente al inicio y se defendió magistralmente cuando se quedó con nueve a falta de diez minutos para que pitara el final Fernández Borbalán. Los Athletic-Barça, al fin y al cabo, son siempre encuentros muy bravos y de una gran carga ambiental, sobre todo en la Copa, por más que últimamente siempre salga ganador el Barcelona.
A veces se impone Luis Suárez, sobre todo en la Liga, y en ocasiones triunfa Aduriz, especialmente en la Supercopa o la Copa. Anoche decidió por tanto el ariete del Athletic después de que el Barcelona no aprovechara el excelente partido de Neymar. Hay pocos jugadores más valientes que el brasileño, muy a gusto en territorio hostil, rebelde por naturaleza, desbordante y asistente, aunque de nuevo falto de gol: solo lleva seis durante el curso 2016-2017. La determinación del 11 contrastó con la candidez colectiva del plantel de Luis Enrique, perdedor por primera vez en el torneo, después de 20 partidos sin tacha, ganador la temporada pasada en la final contra el Sevilla.
Al Barça, pesaroso de salida, se le escapó el control del partido en dos minutos, en dos jugadas y en dos errores en los que sorprendentemente participó un futbolista tan fiable como Iniesta. El capitán azulgrana no acertó con el pase cuando salía de su cancha y habilitó la contra de Raúl García que remató Aduriz (1-0); y después combinó con Jordi Alba en un saque de banda que el lateral jugó malamente hasta acabar con un latigazo durísimo de Iñaki Williams, muy bien habilitado por Aduriz (2-0).
No estuvo fino Iniesta y en cambio Aduriz se mostró tan exquisito como bravo, excelente pasador y consumado rematador, y también se delató como un buen pegador en una agresión a Umtiti. El árbitro, sin embargo, se encogió en las dos áreas, gobernadas por la fiereza del Athletic: no expulsó a Aduriz y no pitó penalti en una clara carga de Gorka a Piqué, ni en una entrada punible de Etxeita a Neymar. Su actuación desquició incluso a Messi.
El Barça encontró una coartada en el colegiado para justificar su mala actuación durante la primera parte en San Mamés. No jugaba bien; le faltaba continuidad en el juego pese a la profundidad y gallardía de Neymar; y se perdía en las jugadas episódicas, decisivas en un partido muy parejo en cuanto a fútbol y plan (4-4-2), propio de la Copa. El Athletic, en cualquier caso, era muy Athletic por intenso, agresivo y contundente, ante un Barça sin precisión ni velocidad, las dos virtudes que se necesitan precisamente para triunfar en Bilbao.
Hasta que reapareció Messi. A balón parado, el 10 botó una falta que sorprendió a Gorka, vencido de mala manera, confiado seguramente en que el tirador sería el omnipresente Neymar. El tanto de Messi rebajó el volumen de San Mamés y, aunque por costumbre ganaba los balones divididos y dominaba las segundas jugadas, el Athletic perdió brillo y acierto, como se advirtió en dos acciones mal rematadas por el hasta entonces infalible Aduriz, sustituido por Eraso.
Ter Stegen dejó de tocar en corto para sacar en largo y evitó la feroz presión del Athletic. Aflojaron los de Valverde y se agrandó Neymar. El brasileño dejó a los rojiblancos con nueve después de provocar la segunda tarjeta de Raúl García y después de Iturraspe. Ya no había excusas para el Barça de la misma manera que el marco invitaba a un acto heroico muy propio, por otra parte, del Athletic. Luis Enrique incluso apeló a Alcácer, espectador de un nuevo partido, también de Copa. No supo qué hacer el Barcelona con la pelota una vez que Neymar quedó reducido, sin espacios para correr, y se impuso el toque-toque, muy bien reducido por un ordenado Athletic.
Messi se recreó excesivamente con el balón y su último disparo dio en el poste derecho de Gorka. La esterilidad e impotencia azulgrana contrastaron con el orden y la resistencia del Athletic. A juzgar por la manera que achicaron el campo, se diría que los jugadores rojiblancos se juramentaron para defender el 2-1 hasta las últimas consecuencias, como si supieran que en aquel resultado no solo estaba la suerte del partido sino de la eliminatoria de Copa.
En San Mamés, anoche, Aduriz hizo bueno al Athletic y el Barça desperdició el partidazo de Neymar.
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