Sergi Vidal: “Si te enseñan a sufrir siempre das un paso más”
El capitán del Joventut de Badalona, con 18 años en la élite, tira de veteranía para sostener en la pista a un histórico que sufre entre la esencia y la supervivencia
“Las he vivido de todos los colores”, cuenta Sergi Vidal (Badalona, 35 años) cuando abre su álbum de 18 temporadas en la élite del baloncesto español (solo Mumbrú, Navarro, Felipe Reyes y Montañez le superan). Mientras el presidente del Joventut, Jordi Villacampa, lucha por evitar la quiebra económica del club, el capitán de la Penya tira de veteranía para sostener en la pista a un histórico que sufre entre la esencia y la supervivencia.
Pregunta. ¿En qué consiste el oficio de líder de vestuario?
Respuesta. Tienes que saber transmitir tus vivencias, tranquilizar en los momentos malos y mantener los pies en la tierra en los buenos. Intentar que los nuevos se adapten pronto, que los jóvenes maduren antes y mejor. Consiste en estar al pie del cañón y no dar nunca un paso atrás.
P. ¿Regresó en 2014 a Badalona para cerrar el círculo?
R. Si lo diseñas igual no te sale, pero siempre estuvo en mi mente. El sueño de cualquier chico de Badalona, que iba cada semana a ver los partidos de la Penya en el pabellón antiguo y ha disfrutado de grandes momentos con el equipo de su ciudad, siempre fue jugar con el primer equipo. Para hacer camino había que salir, pero con la ilusión de regresar al Joventut algún día para devolverles el trabajo que hicieron ellos conmigo de pequeño.
“Regresé al Joventut para devolverles lo que hicieron ellos conmigo de pequeño”
P. ¿Cómo fue su primer día en la Penya?
R. El director de la cantera de entonces conocía a mi padre, me había visto jugar y quería que probara allí. No sé si estaba ya acabado el Pabellón Olímpico, pero mi primer entrenamiento con el mini de la Penya fue en un sitio mítico que se llama La Nave que está en un polígono industrial, como el Magariños de Estudiantes. Siempre había jugado de pívot, pero después de la primera prueba me dijeron que querían que jugara de base; me sorprendió y me encantó. Yo ya hacía un poco de todo, pero ahí vi la oportunidad de evolucionar y tener más el balón en las manos.
P. Salió de su casa para hacer la mili a lo grande en el Baskonia (2000-2009).
R. No pensaba en ser profesional del baloncesto, jugaba porque me encantaba, pero cuando pasan los años y vas destacando en tu generación te lo empiezas a creer y a plantearte vivir de esto. En ese momento, el Baskonia apostó por mí más que nadie y me ofreció entrar directamente en el primer equipo. Acababa de llegar Dusko Ivanovic y sabía que me iba a tocar sufrir muchísimo, pero sabía que eso me iba a ayudar a mejorar y a conseguir las metas que me había propuesto.
P. ¿Es tan fiero Ivanovic como dicen?
R. Da respeto antes de conocerle, pero después es mucho peor incluso de lo que cuenta la leyenda. Pau Ribas dijo un día que después de trabajar con él decidió subir el Tourmalet en bici. Yo no sabría que contar. Hay cosas que las tienes que vivir. Lo que de verdad recuerdo es como me sentía. No era cansancio, era dolor. La exigencia física y mental era brutal. Cuando me levantaba por las mañanas no podía ni andar. Entrenábamos por la mañana, luego salíamos a la montaña, luego a la pista, después al gimnasio, luego otra sesión… Pero al final lo haces. Si crees que estás en tu límite y paras no descubres más y te quedas ahí para siempre. Si tienes a alguien que te aprieta y te enseña a sufrir das siempre un paso más. No comparto al 100% las teorías de Dusko, pero estoy de acuerdo con él en muchas cosas y orgulloso de lo que me enseñaron en Vitoria. Los jóvenes de ahora no saben lo que han tenido que trabajar algunos. Puedes creer que estás cansado, pero seguro que si te pusieran una pistola en la sien seguirías corriendo. Siempre puedes hacer más para ganar.
“Ivanovic es peor de lo que cuenta la leyenda. La exigencia mental y física con él era brutal”
P. ¿Qué se siente al ganar?
R. Ganar un título es increíble. Hay cientos de jugadores, incluso con buenas carreras, que nunca han ganado un título. Siempre pensaba en tener esa suerte. Llegó la Copa de Vitoria en 2002 y lo disfruté muchísimo porque no sabía si se volvería a repetir. Tuve la suerte de estar en un gran equipo y en nueve años ganamos 10 títulos, más no sé cuántas finales y alguna Final Four. Vitoria y el Baskonia tienen un espíritu especial que se vive de arriba abajo.
P. ¿Qué pasó después en Madrid? ¿Qué le pasó a Messina?
R. No lo sabría explicar. Muchos recordamos aquello muy negativamente. Tuvimos la mala suerte de encontrarnos a uno de los mejores Barças de su historia. Si en esos dos años no hubieran estado a ese nivel no hubiese sido todo tan dramático. Se convirtieron en nuestro monstruo. Nos ganaban siempre y eso empezó a crear una presión que no supimos llevar. Ningún jugador del equipo rindió a su nivel. No sé de quién fue la culpa. Había jugadores que habían trabajado antes con Messina y hablaban de que se le veía mucho más estresado y con peor carácter que nunca, no sé si por la presión del Madrid o por temas personales. Esperé mi oportunidad pero nunca llegó en el Madrid y cuando acabó mi ciclo me fui a San Sebastián.
“Con Messina en el Madrid vivimos una etapa dramática. El Barça se convirtió en un monstruo para nosotros”
P. En su currículo solo aparecen 13 internacionalidades. ¿No había hueco?
R. Tengo un año menos que ellos, pero formo parte de la mejor generación de jugadores de la historia de España. La generación del 80 ha sido increíble y la competencia era máxima. ¿debería haber estado en algún campeonato más? Creo que sí. En algunas ocasiones no he estado injustamente y en otras he acabado lesionado cuando he recibido la llamada del seleccionador. Tengo esa espinita. Me hubiera encantado estar más veranos con la selección pero solo pudo ser una vez.
P. ¿Esta segunda etapa en el Joventut es la de menor presión de su carrera?
R. Yo sigo teniendo presión. La presión siempre me la he puesto yo y siempre he sido muy autoexigente. Eso no cambia. No estoy jugando para divertirme y ya está. En el Joventut hay presión por estar defendiendo a un club histórico con mucha gente detrás. No concibo el deporte como algo únicamente lúdico. Nuestra vida nos la ganamos siendo competitivos. El día que dejes de serlo y te de igual ganar que perder, ese día es mejor dedicarte a otra cosa.
P. ¿Qué le queda por hacer?
R. Ganar una Euroliga, disputar unos Juegos… poco más. He sido un afortunado. No me pongo fecha ni límite, pero voy preparando el camino para cuando se apaguen las luces de la pista. Me gustaría seguir en el baloncesto. Entrenando a chavales. Seguir con mi campus y utilizar mi experiencia de tantos años para llevar las carreras de algunos jóvenes. Yo no he tenido problemas, pero muchos jugadores acaban descontentos con las personas que han guiado su destino.
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