DeMarcus Cousins, ruido y furia
El pívot de Sacramento, envuelto en una eterna polémica, anota 55 puntos ante Portland
DeMarcus Cousins vive interpretando a perpetuidad el papel de malo de la película. Su rictus mezcla insatisfacción, tedio y desafecto, su porte intimida por fiereza, aspereza y rotundidad. En la madrugada del martes al miércoles, el pívot de los Sacramento Kings protagonizó otra de sus noches locas en la NBA. Saltó a la pista para medirse a los Blazers horas después de que su equipo le impusiera una “multa ejemplarizante” por los insultos y amenazas que lanzó la pasada semana contra un periodista local que aireó sus salidas nocturnas y los altercados de su hermano; canalizó su rebeldía anotando 54 puntos a golpe de talento; y rescató sus demonios escupiendo el protector bucal hacia el banquillo de Portland.
Los árbitros le señalaron la segunda técnica que le costaba la expulsión, pero tras revisar la jugada en vídeo le indultaron para jolgorio del Golden Center por entender que el aparato saltó de forma “involuntaria”. Cousins regresó a la pista recibido como un héroe y anotó el tiro libre con el que redondeó una voraz hoja de servicios que reflejaba 55 puntos (a uno de su mejor marca lograda ante Charlotte en enero de este año), 13 rebotes y tres tapones en 41m 35s. El sustento para la victoria de su equipo (126-121). La enésima exhibición de talento y ciclotimia de un jugador abrazado a la controversia.
Los Rockets se topan con Pau
Pau Gasol fue clave en la remontada de los Spurs ante los Rockets (100-102) que puso fin a la racha de 10 victorias seguidas que sumaba Houston. San Antonio perdía por 13 (96-83) a falta de 4m20s pero el quinto doble-doble de Pau (10 puntos y 10 rebotes) y la dirección de Ginóbili voltearon el marcador.
Lastrado por su constatada inmadurez, Cousins fue elegido por Sacramento en la quinta posición del draft de 2010. El pívot, de 26 años y 2,11m, no ha dejado de coleccionar polémicas desde entonces.
En noviembre de 2012 fue suspendido de empleo y sueldo durante dos partidos por enfrentarse a Sean Elliot, exjugador y narrador de los San Antonio Spurs. Semanas después, fue sancionado por golpear en los testículos al escolta de los Mavericks O. J. Mayo. “Su conducta le convierte en un jugador basura. No es normal su falta de madurez. Tiene algún problema mental”, señaló el jugador de Dallas tras el episodio. La paciencia se le agotó a su equipo cuando, a finales de aquel 2012, se encaró durante el descanso de un partido ante los Clippers con su entrenador, Keith Smart. La sanción por “comportamiento no profesional y conducta perjudicial para el equipo” no valió para reconducir un expediente sancionador forjado desde sus tiempos universitarios, cuando fomentó con orgullo su apodo del Hombre del Saco. “No podemos darle una patada y dejarle en la cuneta por creer que es un caso perdido”, explicó entonces el propio Smart, inasequible al desaliento. Su carácter indomable también chocó con George Karl, con el que se enfrentó por no defenderle ante los árbitros, obligando a mediar a Vlade Divac como general manager.
En su videoteca de cruces de cables figuran gestos de pandillero como los amagos de puñetazos al lituano Valanciunas durante las semifinales del Mundial de 2014 y al pívot de Oklahoma Steven Adams, la temporada pasada, y novatadas como la que se encontró el rookie Skal Labissiere al que obligó a descalzarle después de un entrenamiento con posterior escarnio en las redes incluido. Con argumentos de estrella y conducta de niño, DeMarcus Cousins sigue acaparando focos y deparando alardes tipográficos.
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