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La gran fiesta de España y Portugal

Los éxitos de los clubes españoles y el brindis luso en la Eurocopa polarizan un curso marcado por la muerte de Cruyff y la tragedia del Chapecoense

José Sámano
Portugal, triunfadora en la Eurocopa.
Portugal, triunfadora en la Eurocopa.CORDON PRESS

Al fútbol español solo le falló su selección masculina en un curso colmado por los éxitos de sus clubes y su Liga, y el deseado despegue de su vertiente femenina. En la segunda tierra del eterno y totémico Johan Cruyff, en el año póstumo del genio que en esta patria cambió la degustación de la pelota, de nuevo hubo un monocultivo nacional en las grandes finales internacionales. Cantaron bingo el primer Real Madrid del novicio Zidane y el último Sevilla del científico Emery, con el Atlético del espartaco Simeone otra vez a un dedo de la gloria. Al Barça del fecundo Luis Enrique le correspondió la gran cosecha doméstica. Mientras, Cristiano y Messi, de suerte tan dispar con sus selecciones, prolongaron su interminable duelo en las pasarelas del fútbol más hollywoodiense. Pero aparecieron infiltrados de primera categoría como Griezmann, capital en la nueva crecida colchonera y el subcampeonato europeo de Francia; Bale, escolta de lujo de CR y flautista del inesperado flechazo de Gales con el balón redondo; Sergio Ramos, goleador que no da la hora; y Luis Suárez, autor de 40 goles ligueros que hasta Messi fue capaz de celebrar como si fuera su gemelo.

La Roja no fue capaz de vertebrar el apogeo de la Liga en Francia 2016

No hubo fútbol apoteósico en ningún rincón del planeta, sí gran desfogue emocional con una final al límite en la Champions, una remontada en la Liga Europa que confirmó la pujanza del extraordinario Sevilla, y una Liga española solo cerrada en la última jornada. Nada que ver con lo sucedido en torneos de su rango, donde Juventus y Bayern se pasearon por enésima ocasión en Italia y Alemania. Para pasmo lo del Leicester, con su fascinante victoria en la Premier. Tan arcano es el fútbol que en el campeonato más adinerado se coló un modesto. Tampoco la incontable tesorería de la Premier surtió efecto en Europa y hoy es un torneo en el que su principal banda sonora son los entrenadores. Guardiola, Mourinho, Wenger, Klopp y Conte, los más reputados para un amplio sector, aún no han podido echar el lazo a messis y cristianos. Pero es tal la plutocracia de sus clubes que el parque temático enloquece con Pogba o Stones, jugadores de escala inferior a la etiqueta de sus traspasos. De momento, el fútbol inglés sufre de actualidad por los amplificadores de su escaparate y su atracción bursátil en los mercados asiáticos, no por los resultados deportivos de sus escuadras. Por ahora, pese a la inyección económica de las televisiones, el gran testamento ha sido el de los conjuntos españoles.

Gameiro celebra uno de los goles del Sevilla en la final de la Europa League.
Gameiro celebra uno de los goles del Sevilla en la final de la Europa League.ALEJANDRO RUESGA

Sin embargo, desde 2014, la Roja no ha sido capaz de vertebrar los podios de sus clubes. En Francia 2016 no se pudo redimir del varapalo sufrido en Brasil dos años antes. Si entonces no hubo remedio para un mal rato frente a Holanda, esta vez un traspié a última hora con Croacia condenó luego a una España aturdida ante Italia. El despido de la Eurocopa dejó secuelas, con la discordia entre dos iconos como Iker Casillas y Vicente del Bosque, ambos ya fuera de la selección. Un cierre inmerecido para todos, actores principales y aficionados, tras un periodo de éxtasis. Sumidos en sus guerrillas cuartelarias, los rectores federativos nada han hecho hasta la fecha por rendir tributos a una generación que dio un toque a la furia e hizo de España una selección cenital, de otra órbita, seductora incluso para sus adversarios.

De la parálisis de la Roja, la espesura alemana y la mala gestión francesa se aprovechó Portugal para, por fin, lograr un entorchado. No lo hizo con brillantez, de la que carecieron todos sus oponentes, pero se las apañó como nadie para encumbrarse incluso sin un pletórico Cristiano, lesionado al inicio de la final y no siempre puntero en partidos anteriores. Como síntoma de una Eurocopa para no rebobinar, ganada por los lusos un poco a la griega, como en su desolación local en 2004, el broche lo puso un gol en la prórroga de Eder, futbolista del pelotón del que no se han vuelto a ver ni migas.

Vardy celebra un gol del Leicester.
Vardy celebra un gol del Leicester.ANDREW BRITAIN (CORDON PRESS)

El mal fútbol visto en Francia 2016 fue maquillado por el entusiasta atrezo de islandeses y norirlandeses. Por desgracia, no se pudo abortar una nueva plaga de hooligans, lacra que parecía desterrada desde hace años y que, de forma inopinada, tuvo rebrotes, especialmente entre los seguidores de países del Este, con los rusos a la cabeza.

Con el año a punto del cierre, para tragedia la del Chapecoense en su primer gran vuelo hacia la gloria. Un maldito destino para un club que se perpetuará de por vida en los corazones de todos. Ojalá ya les entrene Johan.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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