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El Deportivo alumbra Riazor y funde los plomos de Osasuna

Emre Çolak y Ryan Babel lideran al equipo de Garitano ante un colista muy endeble

El deportivista Borges disputa la pelota a Goran Causic, centrocampista de Osasuna.
El deportivista Borges disputa la pelota a Goran Causic, centrocampista de Osasuna.Kiko Delgado (EFE)

Si Deportivo y Osasuna acaban en la misma guerra por mantener la permanencia ya pueden estar preocupados los navarros: están a una distancia sideral de sus rivales en esa pelea. Cinco partidos después de la destitución de Enrique Martín Monreal nada de lo variado parece haber reactivado a Osasuna, que se va a tomar las uvas con apenas siete puntos en su casillero. Ante el Deportivo cedió sin remisión, superado de principio a fin por un rival que ha encontrado una versión a la que anclarse para crecer.

Al Deportivo le ha sonreído el balance de sus resultados en sus dos últimas temporadas en Primera División, ha mantenido la categoría tras estar bajo mínimos en muchos aspectos, también en el futbolístico. No es sencillo para un club que todavía está, técnicamente, en causa de disolución, obligado a destinar buena parte de sus ingresos anuales a ir liquidando su débito, pero la entidad, el club, el equipo, en definitiva su gente, necesita concelebrar la fiesta del fútbol, disfrutar de la pelota. Empieza a hacerlo. El Deportivo dominó hasta se gustó frente a Osasuna, lo hizo a rebufo de dos futbolistas magníficos, cada uno en lo suyo. Emre Çolak le da calidad y toque, una pausa, pero sobre todo un estilo, también la ilusión de la fantasía; Ryan Babel le da fútbol, que no es poco. El día 31 acaba contrato con el Deportivo y no está claro que vaya a seguir en Riazor. En esa tesitura los más taimados podrían sospechar que con un contrato por firmar sea donde sea podría retirar la pierna. No fue así. Mejoró casi todos los balones que tocó, apenas se equivocó, trabajó incluso en defensa y marcó un gol, el cuarto que ha logrado desde que llegó a A Coruña con la liga empezada, desempleado con y unos kilos de más.

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Babel ratificó con su diana al filo del descanso el dominio del Deportivo a un rival endeble, replegado desde su primera idea, pero golpeado de inicio por un gol de Andone al rematar en el primer palo un saque de esquina. A Caparrós le gusta decir que en lo “entrenable” nadie puede superar a sus equipos, pero en Riazor padeció en el balón parado. A partir de la desventaja trató de crecer, pero sin exponer poco más que entusiasmo. No era bagaje ante un rival superior. El Deportivo maduró el partido en el toque, en largas posesiones. De Osasuna no hubo noticias hasta que al filo del descanso Miguel de las Cuevas probó desde la frontal a Tyton. Mandó entonces el árbitro a la caseta a todos y ocurrió entonces uno de esas peripecias externas que pueden cambiar partidos porque un apagón dejó Riazor a oscuras y el receso se prolongó algo más de media hora.

El Deportivo regresó más frío, Osasuna se animó, encontró un hilo y trató de tirar de él. No era muy largo. Lo cortó de nuevo Emre Çolak en cuanto tuvo el balón en los pies y encontró socios como Babel o Carles Gil. El partido se abrió porque el equipo de Garitano tuvo por momentos un punto displicente en defensa, animado quizás en su superioridad. Caparrós se había rearmado en el descanso con Rivière, un delantero, en sustitución de Fran Mérida, que regresó al once tras bastantes semanas y no tocó bola. Acabó el partido con tres puntas Caparrós, con Kodro cerca del francés y de Sergio León en la esperanza de, sin mayores fruslerías, llevar balones al área y encontrar remate. Pero ni repleto de defensas ni hasta los topes de delanteros funcionó Osasuna, que a la espera de como se pueda mover en el mercado semeja varios cuerpos por detrás del mínimo que debería marcar la continuidad en la máxima categoría. Más arriba está por ahora el Deportivo, siempre lo estuvo por fútbol y ahora empieza a plasmarlo en la clasificación con un colchón de cuatro puntos sobre los puestos de descenso. Por primera vez en el año 2016 dejó su meta a cero en Riazor.

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