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Para Leo, en Glasgow, lo de siempre

El delantero argentino desmonta al Celtic y suma la cifra récord de 100 goles en torneos internacionales con el Barça

Jordi Quixano
Messi dispara a puerta para hacer el primer gol.
Messi dispara a puerta para hacer el primer gol.PAUL ELLIS (AFP)

Circulaba estos días por Glasgow una broma por los comercios de hostelería. “¿Lo de siempre?”, preguntaban los camareros a los aficionados que vienen de Barcelona. Se referían, claro, a que ya es una costumbre tener al Barça en casa. “Este año nos hubiese gustado el Madrid para variar”, cuenta desde el otro lado de la barra Steve, un socio del Celtic con gran animadversión hacia los protestantes del Rangers; “porque la única vez que jugamos contra ellos fue en 1980. ¡Y casi les ganamos!”. Con el Barça es otra historia porque suman 14 duelos y en seis de ellos ha participado Messi, que suma ocho goles para hacer buena la broma de los camareros. ¿Lo de siempre, Leo?

Después de perderse el último encuentro por una gripe intestinal, Messi regresó al tajo en el Celtic Park, estadio que recuerda con estatuas al técnico Jock Stein y al habilidoso Jimmy Johnstone, entre otros, que en tiempos pasados fueron mejores. Sobre todo los de hace medio siglo, cuando lograron vencer la Copa de Europa de 1967. Y fue justo a los pies de las estatuas donde varios gaiteros ataviados con faldas escocesas recibieron al equipo azulgrana. En el césped, sin embargo, fue Messi el que les dio la bienvenida a la realidad, que no es otra que la que explica la diferencia de la chequera y de los jugadores. Y la que pone el 10.

No pareció estar de inicio demasiado fino en la suerte del remate, con el pie torcido en ese pase de la muerte de Alba y en ese de espuela de Neymar. Tampoco atinó en una asistencia picada de Busquets porque se le escurrió la pelota a última hora. O hasta en ese cabezazo de Rakitic que desvió con la punta de la bota y fregó el palo. A la quinta, sin embargo, dijo basta. Fue cuando él mismo sacó una falta en corto y tras casi un minuto tocando el esférico, Neymar la picó desde fuera del área para la diagonal del 10, que la cazó a bote pronto para tocar el palo y la red.

Jugó Leo por el medio, entregando la banda a las carreras de Sergi Roberto y a las apariciones de Rakitic. Le gusta a Messi tocar la pelota y tejer fútbol, distribuir pases de escuadra y cartabón a las carreras de Neymar o encontrar las paredes con Luis Suárez, que anoche enojó a la hinchada escocesa por sus roces con la zaga y su envite al colegiado —que le advirtió sin sancionarle—, pero que se tomó su pequeña revancha cuando erró un cabezazo que todos cantaron gol menos la correctora manopla de Gordon. También malogró un pase de Leo que le dejó ante el portero y que acabó en palo. Pero el uruguayo, todo pasión, fue agarrado por Izaguirre dentro del área y Messi, desde los 11 metros, celebró un nuevo gol al tiempo que todos menos Ter Stegen fueron a abrazarle.

Transitaba el Barça por una época más gris que de luces, con el empate del Málaga como colofón. Resulta que sin Messi cuesta llegar al gol y más meterlo, pero con él es otro cuento que se explica con títulos. Frente al Celtic, jugó y devolvió la normalidad azulgrana porque ya se sabe que Messi pide y consigue lo de siempre. Ya suma 100 goles en torneos internacionales (92 en la Champions, cinco en el Mundial de Clubes y tres en la Supercopa) en el mismo club —500 en 593 partidos—y lidera con nueve el pichichi de la Copa de Europa.

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