Bonucci acaba con el Sevilla
En inferioridad numérica desde el minuto 36, el conjunto andaluz fue doblegado por la Juventus y las decisiones del colegiado Clattenburg
Un disparo de un central, Bonucci, dobló la resistencia de un gran Sevilla, que tuvo en su mano un punto de oro para lograr el pase a los octavos de la Liga de Campeones, que ahora tendrá que buscarse en una final en Lyon, donde le valdrá incluso perder por la mínima. El Sevilla, bravo, no pudo con la Juventus, asfixiado por la roja a Vázquez en el minuto 36, entregado desde entonces a un esfuerzo conmovedor ante un gigante como el campeón italiano. Solo tuvo una ocasión la Juventus y mató al Sevilla en el tramo final, después de empatar en el alargue de la primera parte con un penalti de esos que son extraños de pitar. El 1-3 de Mandzukic fue demasiado premio para la Juventus, mucho castigo para un buen Sevilla, que se quejó, con razón, del arbitraje de Clattenburg. La Juventus, con este triunfo, ya está en los octavos. El Sevilla jugó bien, pero tuvo demasiadas adversidades en su contra.
Tan estupendamente jugó el Sevilla como torpe estuvo Vázquez y decidido Clattenburg. Fue una puesta en escena digna de un equipo maduro, de esos que juega la Liga de Campeones todos los años para ganarla. Por más que la Juventus llegara con bajas, el Sevilla, sin Nasri, se comportó con un aplomo y una autoridad espectaculares en un inicio de partido arrebatador. Tumbado hacia la banda derecha, donde Escudero y Vitolo desbordaron a Dani Alves, el Sevilla voló, marcó y fue superior a la Juventus.
La primera media hora del cuadro de Sampaoli fue modélica. Luego llegaron los nubarrones. Primero con la expulsión de Vázquez, puede que merecida, impensable en otro escenario, como por ejemplo el de la propia Juventus. Clattenburg avisó. Luego, en el alargue del primer tiempo, pitó penalti en un saque de esquina por agarrón de Mercado a Bonucci. Uno de tantos que se produce en las áreas, con falta previa de la Juventus, un golpe inesperado para el animoso equipo andaluz y auténtico bálsamo para una Juventus plagada de defensas, agarrada al único recurso del gigantesco Cuadrado.
El panorama se había vuelto complicado para el Sevilla. En inferioridad numérica, preso de la tensión que se desprendía desde la grada. Vitolo actuó de delantero y tocaba esperar, apretar los dientes y morir en cada balón como si fuera el último. Ya no estaba Sampaoli en la banda, expulsado. Lillo daba las instrucciones y el partido se hizo lento, con el Sevilla guardando un punto de oro que Bonucci le arrebató con un gran disparo desde fuera del área. Faltaban seis minutos y la grada fue un clamor en contra del colegiado. La vida se le había ido ya a este valiente Sevilla.
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