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El Madrid causa un destrozo histórico en el Palau

El equipo de Pablo Laso somete a un anémico Barcelona (63-102) con una exhibición liderada por Sergio Llull y Randolph

Robert Álvarez
Oleson se cuela entre Ayón y Felipe
Oleson se cuela entre Ayón y FelipeQuique García (EFE)

Llull, Randolph y el Real Madrid pasaron como un huracán por el Palau. La hinchada azulgrana se estremeció por el histórico destrozo. Muchos desfilaron hacia la salida ya antes del final del tercer cuarto, cuando el Madrid empezó a sobrepasar la barrera de los 30 puntos de ventaja. Se entreveía ya que la paliza iba camino de romper todos los registros. Y así fue: 63-102, después de haber abierto una brecha de medio centenar (54-101). Una derrota para el Barça más dura todavía que aquel 62-100 en la final four de 2014 en Milán, uno de los mayores desastres durante la etapa de Xavi Pascual, con el agravante de que esta vez se produjo en el Palau. Solo dos veces había perdido por más puntos en casa, ambas en 1963, una ante el Joventut (44-96) y otra ante el Aismalibar (53-96).

BARCELONA, 63; REAL MADRID, 102

FC Barcelona Lassa: Rice (23), Oleson (6), Eriksson (2), Holmes (8), Tomic (5) —cinco inicial—; Koponen (2), Peno (2), Sena (0), Perperoglou (0), Vezenkov (5) y Dorsey (10).

Real Madrid: Llull (20), Doncic (8), Maciulis (5), Reyes (9), Ayón (0) —cinco inicial—; Draper (0), Carroll (19), Rudy Fernández (9), Taylor (0), Hunter (7) y Randolph (18).

Parciales: 17-29, 14-25, 15-21 y 4-21.

Árbitros: Ryzhyk (Ucrania), Paternico (Italia) y Boltauzer (Eslovenia). Señalaron una falta técnica a Bartzokas.

Palau Blaugrana: unos 7.013 espectadores. 8ª jornada de la Euroliga. El Madrid suma 6 victorias y 2 derrotas; el Barça, 4-4.

La hinchada quedó tan abrumada como sus jugadores por la forma en que el base menorquín propulsó el juego del Madrid y la incapacidad del Barcelona en plantear batalla. El recital de Llull abrumó a Rice y perforó la defensa del Barcelona, una de las más eficaces con una media de 72 puntos recibidos. Llull la superó con sus constantes aceleraciones, esláloms, frenadas en seco para lanzar, pases y su ascendencia sobre el ritmo del juego. Ni Rice, ni Oleson, ni Koponen, nadie le echó el lazo a Llull, a quien le bastaron 21 minutos para sumar 20 puntos, siete asistencias y adueñarse por completo del escenario.

Pablo Laso planteó un juego muy dinámico, con transiciones defensivas en que la actividad de sus hombres era de obligado cumplimiento. Todos tenían que apretar, meter la mano, aun a costa de que Doncic, que se emparejó con Rice, sumara su segunda falta en tres minutos, o de que Nocioni se arriesgara a otro pique con el base estadounidense del Barcelona como el que le valió la expulsión en aquel partido de Liga.

El Barça estuvo muy por debajo de la intensidad que demandaba el Madrid, certero además en los triples (13 de 27). Pasaron tres minutos y medio antes de que los azulgrana anotaran su primera canasta. Perdieron un balón tras otro (seis en el primer cuarto), no supieron cómo manejarse ante la defensa del Madrid, que puso tierra de por medio con un 1-9 para empezar y una brecha que fue ensanchando hasta los 25 puntos (28-53) antes ya del descanso. El Barcelona se quedó aterido por el chaparrón. Le refrescó la memoria y su colección de bajas, más aún cuando Holmes, su flamante fichaje, ya titular en los últimos partidos, sufrió un golpe que le envió unos minutos al vestuario.

Tapón de Randolph a Dorsey.
Tapón de Randolph a Dorsey.Q.C. (EFE)

Randolph, majestuoso, con 18 puntos y 11 rebotes, respaldó a Llull. Se adueñó de las proximidades del aro. También puso tres tapones monumentales, dos a Dorsey y otro a Tomic. El pívot croata se quedó congelado, fuera del partido, que acabó con cinco puntos y un solo rebote. El mal cariz del partido para el Barcelona era de tal magnitud que dio la sensación de que Bartzokas no hizo sino forzar una falta técnica tras el tapón a Tomic, con la esperanza de caldear el ambiente y encontrar a la desesperada un punto de inflexión. No lo hubo. El Madrid llegó a dominar por 35 puntos (46-81) mediado el tercer cuarto.

La salida en estampida de Llull y el Madrid sonó a la deuda pendiente que contrajeron en el Palau con su mustia actuación doce días antes en el partido de Liga. Nada tenía que ver un partido con el otro, correspondían a competiciones diferentes y ambos en un momento incipiente de la temporada, ajenos al cariz melodramático que los caracteriza a partir de febrero. Pero Llull volvió a ser Llull, no la sombra  de aquel día. Y el Madrid volvió a ser el Madrid de las mejores ocasiones, agresivo, punzante, certero, implacable con su eterno rival.

Bartzokas: “No podemos caer más bajo”

Georgios Bartzokas evidenció su enojo por la actuación de sus jugadores. No escondió los reproches y dejó adivinar que en el vestuario del Barcelona hubo algo más que palabras. “No entiendo por qué dejamos de luchar al inicio del partido. El Madrid jugó excelente, les felicito. Y pido perdón a nuestros seguidores, que todavía tras el partido estaban animando al equipo. Es una gran lección, no podemos caer más bajo. Vamos a ver nuestra reacción”. El entrenador griego del Barcelona habló de una prematura rendición de su equipo.

“Es una de las noches más duras para el equipo y el club. Ha sido un partido loco. Ellos empezaron anotando todo. Nosotros enseguida nos rendimos. Dejamos de jugar, dejamos de intentarlo desde el minuto cinco. Puedo decir varias cosas del calendario, partidos seguidos, jugando sin cinco jugadores básicos, pero está claro que parece que estamos exhaustos, mentalmente o físicamente. El físico lo entiendo, mentalmente no”. Bartzokas admitió su perplejidad por lo sucedido.

“No entiendo cómo hicimos la primera falta dura a falta de dos minutos para el final, cuando el Madrid sí jugaba duro. Lo pondré como ejemplo”, indicó. “No esperaba jugar como lo hicimos. Es muy difícil. Tuvimos una reunión muy dura en el vestuario con los jugadores. Esto es deporte, pasan muchas cosas malas, pero tienes que jugar con orgullo. Intentaré convencer a todos de que debemos empezar a ir adelante, con la cabeza alta y sin bajar los brazos”.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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