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Homenaje sin balones para Aduriz

El delantero más desaprovechado de España no recibe apenas pases en un partido que simboliza su extraño historial

Diego Torres
Aduriz pugna con Dier
Aduriz pugna con DierMike Hewitt (Getty Images)

La historia está repleta de figuras de talento modesto agigantadas por la epopeya artificial que las audiencias alientan en los grandes escenarios. Aritz Aduriz (San Sebastián, 1981) representa el caso opuesto. Probablemente, en las últimas dos décadas el fútbol español no ha producido un delantero más completo. El peregrinaje por clubes periféricos, las decisiones erradas, alguna lesión inoportuna, y un carácter poco adecuado a las relaciones públicas y la autopromoción, le mantuvieron en los márgenes del gran catálogo. En Wembley, a sus 35 años, jugó su décimo partido con España. Fue casi un homenaje de retirada. Una fiesta sombría, acorde con su trayectoria inextricable. Apenas le pasaron la pelota.

Hasta la última década, Wembley era un santuario decó de mitificadas torres blancas en el corazón del condado de Middlesex. Hoy es un gigantesco complejo de oficinas de cristal, centros comerciales, pantallas publicitarias a lo Picadilly Circus, y espacios recreativos que emanan olor a patatas con vinagre. En el eje se levanta el descomunal estadio de Foster, que ayer se llenó con más de 83,716 personas. El metro de la línea Jubilee descargó vagones por cientos y un batallón de reventas cantaron tickets sin el menor reparo, ante la mirada impávida de la policía. El ambiente se aliñó con agua de lluvia y el seleccionador español, Julen Lopetegui, inscribió a Aduriz en el equipo titular.

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Raúl dejó de ir convocado con la selección cuando cumplió 30 años. David Villa se exilió en Estados Unidos a los 32. Aduriz tiene 35. Es la edad a la que muchos jugadores se retiran, pero él se mantiene fino y elástico. Si se trata, como se dice, de una explosión retardada, hay que conjeturar que durante casi toda su carrera se expresó por debajo de su nivel. Él mismo lo decía, allá por 2010: “Soy un jugador tardío”. Durante años se justificó insistiendo en que pensó más en jugar bien —y hacer jugar a los demás— antes que en meter goles.

La teoría de la explosión tardía la desmonta la historia del propio Aduriz. Las pruebas están grabadas en vídeo. En los mentideros del fútbol persiste el recuerdo de su aparición en el Valladolid en el otoño de 2005, procedente rebotado del Bilbao Athletic y del Burgos. Padeció lesiones durante media temporada pero cuando jugó hizo 14 goles. En el Valladolid, con 24 años, demostró que valía para atacar los grandes espacios en velocidad, para moverse entre líneas como una anguila, para acudir al segundo palo, para dar el apoyo en corto, para el toque sutil y para el cabezazo. Michael Robinson insistió: “Si hubiera nacido en Inglaterra sería internacional”.

Como goleador fue un fenómeno híbrido. En el apogeo de su energía lo tuvo todo. Igual que Cavani, como Lewandowski, o como Eric Cantona. En su repertorio entraron todas las formas de desmarque, todas las lecturas posibles del juego, una coordinación admirable, buenos pies, y buen juego aéreo. Es un enigma que Soldado fuera titular en el Valencia en su lugar. Un misterio que persuadió a Vicente del Bosque de que era mejor convocar a Diego Costa para el Mundial de Brasil. Tal vez un error histórico.

En Wembley no hubo ni extremos españoles que le centraran un balón, ni mediapuntas que le filtraran una asistencia. Solo recibió una pelota de espaldas a Cahill y no tuvo más remedio que jugarla hacia Mata para salvar la posesión.

Pasada la hora de partido, Lopetegui le sustituyó por Morata. Justo antes de que el partido comenzara a descontrolarse y que Iago Aspas iniciara la remontada bajando al mediocampo a dar un apoyo, sacar a Stones de su sitio, y regresar para meter un gol (2-1) que puede dar que pensar al seleccionador. Durante años, España desaprovechó el enorme talento de Aduriz y en Wembley la selección siguió sin conectar con él. El tiempo no volverá para devolverle el relámpago a sus músculos. Ahora el deber de los responsables federativos es cuidar a los buenos, no a los famosos.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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