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Aspas maquilla a España ante Inglaterra

La Roja, liderada por el debutante gallego en el tramo final, remonta un 2-0. La selección de Lopetegui estuvo muy confusa y perdida hasta el carrusel de cambios en el segundo tiempo

Aspas dispara a la escuadra de Heaton. / En vídeo: Rueda de prensa de Iago Aspas.Vídeo: Justin Tallis / Atlas
José Sámano

Una carga final liderada por Iago Aspas evitó a España su primera derrota en la etapa de Lopetegui. Desnortada y sin poso alguno durante más de una hora, la Roja solo reaccionó con el carrusel de relevos habituales en los envites amistosos. A ese momento llegó con un 2-0 en contra y desvalida, sin haber sido capaz de plasmar una idea de juego concreta, demasiado agitada desde la pizarra del seleccionador. Hasta que en medio de la ruleta de cambios y más cambios, emergió sobre todos Aspas y, a hombros del novato gallego, la Roja cazó un empate final con un tanto de Isco. Solo faltaban segundos. Un empate elogiable por el empeño del segundo pelotón. Pero que no debiera maquillar del todo la zozobra previa.

Hasta que irrumpió el descarado Iago Aspas, que entró en Wembley como si fuera su cuarto de estar, España estuvo extraviada. Tan experimental que nunca se enganchó al partido, sin toque, sin gobierno, sin temple. En definitiva, una Roja desteñida, sometida por una Inglaterra ardorosa y enérgica, y sin disimulo a la hora de rascar hueso ajeno. Un colmillo suficiente para capear al grupo de Lopetegui. El seleccionador decidió alterar el sostén defensivo, ya de por sí escuálido por las bajas de Ramos, Piqué y Alba. El vasco prescindió de Bartra y ordenó una zaga con tres cuarteleros, con Azpilicueta y Nacho de escoltas de Íñigo Martínez, anclado en el eje. Una reválida de aúpa para un futbolista sin más vuelo internacional que ochenta minutos frente a Guinea, trece contra Ecuador y diez en Albania. Graduarse en Wembley es otra cosa. Y Vardy, que ha pasado de jornalero a distinguido goleador en la Premier, se lo impidió. Mientras España intentaba dar con un supuesto plan, el que fuese, Lallana, desde el costado derecho del medio campo, articuló un pase combado para Vardy. Íñigo Martínez tenía ventaja, pero se venció de mala manera. El control del ariete inglés no fue sutil, pero Reina no lo aprovechó y atropelló a su rival. Lallana acertó con el penalti y España se fundió del todo, pese a que el duelo solo amanecía.

Sobre Wembley solo se advertía una confusa trama de camisetas rojas. Una España destemplada con una defensa inédita y un medio campo tieso por la presión ajena y la falta de salida por los costados, donde solo Vitolo intentaba ventilar. Ante tanto borrón, a los 25 minutos ya rectificó Lopetegui. Fuera el plan A, o lo que fuese, y paso al B, con una retaguardia con Carvajal y Azpilicueta de laterales y Nacho e Íñigo como centrales.

El trueque no mejoró en nada a la Roja, superada en cada disputa, con menos nervio que el grupo de Southgate, al que bastaba con mantener la mordida y exprimir la velocidad de Sterling para dislocar a los visitantes. Nadie emitía señales de humo desde el bando español. Ni siquiera el eterno y abnegado Aduriz, aislado, sin un colega que tuviera la pretensión de que Aduriz hiciera de Aduriz. Nadie le buscó, fuera por vía terrestre o área. Un rematador puro como él debería ser el punto final de un conjunto tejido para otros menesteres, los que fuesen. España tiene laterales y extremos de largo recorrido, pero en Londres, pese a tener a Aduriz en la diana, el equipo renunció a remar por las orillas. Dos orillas, además, asimétricas: una con Carvajal y Vitolo y otra, la izquierda, solo con Azpilicueta, que para colmo no es zurdo, por más que le toque en ocasiones adaptarse.

Cegada y sin un guion definido, el que fuese, la Roja se fue al intervalo sin dictado alguno. De regreso, en un par de minutos, Vardy, de nuevo, tomó la matrícula de Íñigo Martínez, el último mal escalonado en un gol que evidenció la caraja española. Reina evitó el tercero, en un remate de Walcott. Ahí concluyó el partido fetén, no cuando se vuelve tan amistoso que no hay apuntador que pille el carrusel de cambios. Con el atasco de entradas y salidas mejoró España, más afilada ante la portería local. Nunca llegó a ser un equipo coral, pero, al menos, tuvo el fervor suficiente para dar la lata a los zagueros ingleses. Para entonces, Inglaterra, rebajada por los relevos, ya solo quería cuidar el marcador. Con brío y fe, llegó el golazo de Aspas y del arrebato final sacó provecho Isco para jolgorio de toda la expedición. Fue el único tramo en el que se vio definido al grupo de Lopetegui, ya con laterales al vuelo, extremos como Nolito y Aspas y un cierre ofensivo como Morata. Más concreto y con otro empeño, el equipo cazó el empate en la jugada terminal. Y lo hizo con la segunda columna de jugadores de Lopetegui. Con la primera, suspenso. Nadie supo qué tocaba hacer hasta que el entusiasmo de Aspas resultó contagioso.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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