Argentina bracea para salir de la ciénaga

Argentina se pregunta hoy cómo se sale de la “mierda” después de quedar sepultada en ella por el Brasil de Neymar (3-0) en el estadio Mineirão de Belo Horizonte en el Clásico de las Américas. Messi estuvo bastante gráfico a la salida del campo, cuando tuvo que explicar la situación de la Albiceleste. En la cancha fue neutralizado por la defensa de Tite y al mismo tiempo negado por su propia selección, irreconocible también con Bauza.

Van ocho técnicos en los últimos 12 años —Bielsa, Pekerman, Basile, Maradona, Batista, Sabella, Martino y Bauza— y la selección no ha podido ganar un solo título desde la Copa América de 1993, cuando jugaba Simeone, si se exceptúa el oro de Pekín 2008 con Messi en el equipo después de ser liberado por Guardiola. Ahora ya ni siquiera compite para conquistar un trofeo sino simplemente para seguir jugando y acceder a la Copa del Mundo 2018.

A efectos de clasificación, el ejercicio de supervivencia se ha puesto complicado porque, a falta de siete jornadas, la Albiceleste es sexta en la tabla y solo se clasifican los cuatro primeros mientras que el quinto juega la repesca contra Oceanía. Los rivales ya no le tienen ningún respeto a Argentina, no la reconocen como la selección que únicamente no se clasificó para el Mundial de México 1970, y no ven a Messi como el sucesor de Maradona.

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El 10 no encuentra su sitio en su casa cuando ha demostrado en el Barça que es capaz de jugar al ataque y al contraataque, de delantero y de centrocampista, de jugador total, como si fuera más parecido a Di Stéfano que a Diego. Y Messi se desangra por hacer campeona a Argentina. A buen seguro que cambiaría muchos de sus títulos por levantar la Copa con la cinta y la zamarra de la Albiceleste. “Hay que ganar como sea”, dijo en San Juan.

Ocurre que la selección no tiene identidad, ha perdido personalidad, anda extraviada, presa de la interinidad, paralizada la AFA desde la muerte del plenipotenciario Grondona. No queda más remedio que ganar tiempo con la esperanza de que Messi sabrá cómo salir de la ciénaga a poco que Bauza acierte con la alineación en el próximo partido, a disputar esta madrugada (0.30, Cuatro) contra Colombia en el Estadio San Juan del Bicentenario.

El técnico, de momento, se corregirá respecto al encuentro perdido contra Brasil. Así, dejará en el banquillo a Zabaleta, desbordado por Neymar, y le sustituirá por Mercado. También prescindirá de un volante de laboro como Enzo Pérez para dar entrada a Banega, un centrocampista que debería enganchar mejor con Messi. Y finalmente recurrirá al Tanque Pratto, el delantero del Atlético Mineiro, como punto y final en detrimento de Higuaín.

Un plan a corto plazo

Aunque no se sabe muy bien si el plan servirá para batir a Colombia, y quién sabe si funcionará incluso para ganar a fin de cuentas la clasificación mundialista, sí le viene bien al técnico para corregirse y señalar a los culpables del desastre futbolístico de Mineirão. El problema es que en el banquillo contrario estará precisamente un entrenador argentino de nombre Pekerman que se supone muy capaz de adivinar las cábalas cambiantes de Bauza.

“Hemos perdido puntos que no pensábamos, pero estoy bien, con fuerza y ganas, convencido de lo que hay que hacer”, dijo Bauza. La Albiceleste solo ha ganado un partido y ha cedido dos empates y dos derrotas desde la llegada del nuevo seleccionador, y Colombia, por su parte, no está para hacer de samaritano de Argentina después de firmar un 0-0 con Chile. Pekerman no podrá contar con los defensas Murillo y Mina y recupera a Cuadrado.

Los colombianos son terceros con 18 puntos, uno más que Ecuador y Chile, mientras Argentina suma 16. Y tanto el madridista James Rodríguez como Radamel Falcao tienen las mismas ganas que Messi de ir al Mundial de Rusia. La presión, en cualquier caso, es máxima para el10 del Barça, cuya renovación continúa pendiente pese a que su contrato expira en junio de 2018. Argentina tiene que dejar de chocar y activar con sus volantes a Messi.

Y si Leo sale a flote de la ciénaga, a la Albiceleste le será más fácil salir también de la “mierda” en la que le dejó Brasil.