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El 23 de Julio del 2016 ante la “proa” del parapente de Antoine Girard surgía el Broad Peak, la decimosegunda montaña más alta del planeta. Girard tenía la intención de sobrevolar el glaciar Baltoro en la cara occidental. Dejó que la campana del parapente se inflará con una de las poderosas, pero complicadas, corrientes térmicas que crea esta montaña y que le catapultó hasta una altura de 7.000 metros. Rápidamente intentó utilizar su equipo de oxígeno, pero no funcionó, uno de las conexiones con el tanque no estaba instalada de forma correcta. Aun así, decidió proseguir con la intención de descender rápidamente al primer síntoma de mal de altura.

El vuelo siguió estable y Girad se encontraba bien, miró su altímetro y se sorprendió al ver que marcaba una cota de 8.175 metros, nadie antes había volado tan alto. Bajo él, a 128 metros, se encontraba la nevada cumbre del Broad Peak, hubiese podido saludar a los alpinistas de la expedición de Renato Casarotto, la primera en hacer cima del Broad Peak por la cara norte. Girard había establecido un nuevo récord mundial de altura en parapente. Pero esa no era su intención.

La verdadera razón de por qué Girard encaró esta montaña no era si no completar un viaje de 1.000 kilómetros a través de las montañas de Pakistán. Una aventura que combinaba el vuelo, el senderismo y la acampada en alta montaña. Y todo este viaje había empezado 18 días antes, en la ciudad de Skardu, Pakistán, desde donde Girard salió caminando, con una mochila y equipado con comida para siete días, saco de dormir y el parapente. En absoluta soledad.

Seguramente esta aventura germinó en la cabeza de Girard durante su participación en los X-Alp, una carrera que combina el parapente y el senderismo en la que se deben completar 1.000 kilómetros a través de los picos y valles de los Alpes sin parar, donde los atletas pueden recorrer hasta 100 km en los días donde el vuelo no es recomendable.

Sin embargo, la hazaña de Girard en Pakistán empujó los límites de la aventura bastante más allá de lo que uno se puede encontrar en los X-Alp. En los Alpes no se compite en soledad, hay que pasar por puntos de control. En Pakistán Antoine Girard se enfrentó a grandes retos que convirtieron su carrera individual de 7 días en 18. Cerca de Nanga Parbat, mientras navegaba en su parapente, una tormenta le obligó a aterrizar en una zona rodeada de glaciares a más de 4.400 metros. La tormenta fue tan repentina que nada más tocar suelo Antoine Girard se acurrucó con todo su equipo tras unas rocas para soportar los fuertes vientos. Dos horas después pudo montar su tienda donde permaneció dos días y medio esperando a que la furia de la tormenta amainase. En ocasiones tuvo que navegar a ciegas a través de las nubes que se forman sobre los picos de las montañas, utilizando únicamente su GPS, y, a veces, casi chocando con ellas.

Al final, este atleta francés completó un viaje que se transformó en una gran aventura y que le regaló, sin esperarlo, el récord mundial de altura en parapente. Pero seguro que, para él, este récord no es más que una de las pequeñas y numerosas anécdotas que engalanan esta hazaña.