Marc Márquez: “No sabía lo que era la presión hasta este año”
El nuevo campeón del mundo confiesa que después del cúmulo de errores de 2015 y de cómo terminó el año se obcecó en ganar este título
Dice que este es el Mundial que más ha perseguido. Se lo dedicó a su abuela, la iaia Sole, que falleció este año, el domingo del gran premio de Italia. “Siempre me decía: ‘ve con cuidado, pero recuerda que nunca nada es imposible”, concedía Marc Márquez. Desprendía ese peculiar olor a cava y piel de canguro. Su mono, el del nuevo campeón del mundo, hacía pocos minutos que se había bañado en la mejor de las botellas, la que le dan a uno el domingo que ha ganado la carrera y el Mundial. Por encima lucía una camiseta conmemorativa: “choca esos cinco”, se podía leer, en inglés, pues son ya cinco los títulos que acumula. “Pensaba que no tendrían ni camisetas, ni nada, pero mi equipo siempre confía en mi”, reía.
La primera parte de la carambola que tenía que cumplirse, además de que fallaran sus rivales, que lo hicieron, era que él ganara en un circuito en el que no lo había hecho antes. Y lo hizo, desoyendo los consejos de los suyos. “Santi [Hernández, su ingeniero de pista], antes de la carrera me decía ‘por favor, no vayas a por la victoria, que esto es muy largo”. Así de fuerte lo vieron los suyos durante el fin de semana. “¡Ha vuelto el viejo Márquez! Cuando llegué aquí no pensaba pelear por el triunfo, pero luego hice todos los entrenamientos al límite y me sentí realmente especial. Por la mañana pensé: me centraré en hacer mi carrera; y cuando Rossi me adelantó tres o cuatro veces pensé esta batalla no me interesa, le hice aquel adelantamiento y me largué rápido, no fuera que se hubiera enfadado. Luego cuando me comunicaron que se había caído me dije: ‘es mi momento”, confesó. La segunda caída, la de Lorenzo, que le convertía en campeón, le hizo volverse loco. “Metí tercera en curvas donde debía ir en segunda, cuarta donde debía ir en quinta… Y al final tuve que espabilar, que ¡Dovizioso estaba acercándose!”
No esconde el piloto de Cervera que el invierno fue duro. “Fue la pretemporada más dura de mi vida. Tuvimos una reunión con los técnicos de Honda y les dije: ‘Creo en vosotros, cambiaré mi mentalidad, tendré paciencia en las primeras carreras; pero para la segunda parte de la temporada necesito vuestra ayuda, me tendréis que dar algo más”. Y la ayuda llegó. El derroche de la fábrica japonesa ha sido indudable, y también los esfuerzos por mejorar una moto que era un fastidio para sus pilotos. “Al final he conseguido tener una máquina competitiva. Pero, este título ha sido realmente difícil, por eso fueron tan importantes las primeras victorias: me puse delante y pude gestionar el campeonato, aprendí a asumir resultados no tan buenos. Y es duro porque eso lo tuve que aprender un año antes perdiendo un título”, explicaba. Y añadió: “Llegué a ponerme un poco nervioso. Pero Emilio [Alzamora, su representante] y Santi me decían: ‘Tranquilo, mantén la calma, Aragón llegará. Teníamos programado un test muy importante y me lo preparé muy bien; di más de 120 vueltas a la pista: probamos cosas de electrónica, y aunque testamos la moto de 2017 también hicimos muchas pruebas para mejorar la moto de este año”.
Aunque optimista y confiado –“Creí en este campeonato desde el principio. Me di cuenta muy pronto de que todos los pilotos son humanos, de que hasta Rossi o Lorenzo cometen errores”–, el español asume no haber sufrido antes tanto como este curso: “La presión era enorme. Creo que no sabía lo que era la presión hasta este año. De hecho, mi equipo llegó a decirme en algún momento de la temporada: ‘Marc, sonríe, que tú puedes. Parece que ya no eres el mismo’. En pretemporada, en Qatar, en Le Mans…, nos costaba y yo lo veía cuesta arriba. Me podéis ver sonreír, pero al final la presión estaba ahí y yo mismo me la ponía. Después del año pasado, de cómo acabó el año, quería ganar este título”.
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