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A Rooney le queda Inglaterra

El atacante, que ha perdido protagonismo en el Manchester United de Mourinho, persiste como el capitán de la selección

Jordi Quixano
Rooney, en un entrenamiento con la selección inglesa.
Rooney, en un entrenamiento con la selección inglesa.Carl Recine (REUTERS)

Nunca fue un egoísta del balón sino que entendió que el objetivo común estaba antes que el suyo propio, como demostró, por ejemplo, en la final de la Champions de 2011 frente al Barcelona, cuando actuó de extremo que hacía las veces de lateral en la fase defensiva. Delantero por definición, llegó Ferguson a utilizarlo de mediocentro y hasta en la pasada Eurocopa se ancló en la medular para tratar de hacer jugar a un equipo que corría mucho y tocaba poco. Pero al contrario de lo que le sucediera a grandes jugadores, como a Matthäus y Sammer, incluso ahora a Messi en menor medida, alejarse de la portería no le ha sentado bien a Wayne Rooney (Liverpool, Inglaterra; 30 años), que ha perdido protagonismo y trascendencia en el Manchester United de Mourinho. Le queda Inglaterra, con la que conserva el brazalete y el puesto. Pero el 10 de los pross es el síntoma de un equipo que ilusionó pero que desde hace mucho ya no convence.

Dicen por allí que la selección es casi un equipo de Londres y de las ciudades pequeñas y periféricas, toda vez que en los partidos del equipo no se aprecian banderas de las grandes urbes. En Manchester, sin ir más lejos, importa mucho más el United y el City, y su rivalidad, porque tienen mejores equipos y fútbol cada semana que lo que pueden ver en Wembley –estadio donde juega la selección- de vez en cuando. Se ha perdido cierto arraigo a un equipo que desde 1966 no da el do de pecho en las grandes citas, entonces campeona del mundo, con permiso de 1996 cuando alcanzó las semifinales de la Eurocopa celebrada en casa. Aunque para los futbolistas sí que es capital, por más que a cada curso se atienda con preocupación el descenso de jugadores ingleses en la Premier, que ahora está en un escuálido 24%. El motivo principal es que hay dinero y poca paciencia, por lo que es más sencillo fichar a jugadores de renombre que dar carrete a jóvenes por pulir. Y eso que en las escuelas ya no se da el seven-eleven [concepto que venía a subrayar la importancia de los extremos para correr en los patadones y centrar] sino que salen talentos como Sturridge, Sterling, Lallana, Rashford, Lingard, Stones y hace nada Michael Keane, del Burnley.

En esta temporada, ha disputado 10 partidos y sólo ha logrado un tanto

También hay dinero en la federación inglesa, que desde hace años otorga uno de los mejores salarios a su técnico, como era del Hodgson. A Sam Allardyce, por ejemplo, le daban tres millones y medio anuales cuando su reputación nunca fue universal sino que se fabricó con equipos de rango medio. Pero solo estuvo 67 días en el cargo, despedido tras ser sorprendido por una cámara oculta cuando se ofrecía a dar ayuda para eludir el reglamento en materia de traspasos. Ahora le releva de forma interina y por cuatro partidos Gareth Southgate, con la imagen limpia como reclama la sociedad inglesa. Y en una de sus primeras comparecencias fue claro: “Rooney es el capitán. Es un gran líder”. Y reconoció: “Aunque sé que no ha tenido unas semanas fáciles”.

No las ha tenido porque ha perdido el sitio en el Manchester United –Lingard y Rashford pujan con fuerza-y porque Mourinho ya le ha lanzado algún que otro dardo público. “No viene porque tengo muchas soluciones en la plantilla”, convino el técnico para explicar su ausencia en la convocatoria de la Europa League frente al Feyenoord. “Wayne es mi capitán”, manifestó en otra ocasión; “si tiene que ir al banquillo, irá. Si tiene que quedarse en casa, se quedará”. Y hace unos días añadió: “Estaba convencido de hacerle jugar desde el inicio, pero ahora no estoy seguro debido a la situación que habéis creado [la prensa] en torno a él. Creo que, en el panorama actual, Rooney no puede permitirse una actuación que no sea realmente buena y yo estoy aquí para proteger a los jugadores”. Ocurre, en cualquier caso, que Rooney no responde sobre el césped, toda vez que en 10 partidos solo ha marcado un tanto –aunque suma cuatro asistencias- y en los dos últimos apenas jugó 20 y siete minutos respectivamente. Actúa por detrás de Ibrahimovic, lejos de la portería, lejos del gol. Y no le sienta bien a un Rooney que se queda con Inglaterra, a tan solo nueve partidos del récord absoluto de participaciones de Peter Shilton (125). “Pero si no juega arriba y no mete goles, no conseguirá superarme”, vaticina el exportero. Hoy se miden a Malta. Es un duelo menor, pero Inglaterra, apeado en octavos de la pasada Eurocopa por Islandia, ya sabe que no tiene rivales pequeños. Y Rooney, por si acaso, estará en el campo.

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