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España define su futuro ante Italia

El partido de Turín, el más difícil del grupo, fuerza a Lopetegui a tomar decisiones estratégicas en su intento por reformular el estilo exitoso del tiqui-taca

Diego Torres
Los jugadores de la selección en Las Rozas (Madrid).
Los jugadores de la selección en Las Rozas (Madrid). MARISCAL (EFE)

“Sí”, dijo Diego Costa, apenas puso el pie en la concentración de España, el lunes. “Estoy en forma y eso cuenta mucho”.

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Más seguro que nunca de sí mismo y de lo que representa, Costa es un futbolista magnífico para atacar los espacios. Es el especialista por excelencia en esta materia. Un fichaje disputado por clubes como Chelsea, Juve o Atlético, que han construido sus proyectos para jugar al contragolpe. Y, hasta hace poco, un cuerpo extraño en la selección española. El símbolo de un proceso de hibridación que Vicente del Bosque emprendió sin éxito y el nuevo seleccionador, Julen Lopetegui, se muestra resuelto a continuar y a profundizar. “Jugará Diego Costa”, avisó el técnico, como si el resto de la alineación fuese lo accesorio.

Costa es solo un indicio. Esta noche (20.45, TVE-1) en el Juventus Stadium, el equipo nacional más influyente del siglo no solo se jugará buena parte de la clasificación para el Mundial de 2018. Fundamentalmente definirá el plan que marcará su futuro. Eso que dio en llamarse tiqui-taca, y que tanto trabajo de afinamiento colectivo exigió a Guardiola y Luis Aragonés, ya no es el estilo incuestionable de La Roja.

Las paradojas se multiplican en la pizarra de un Lopetegui que se ha impuesto un programa frenético de reforma e instrucción táctica con el objetivo declarado de añadir “recursos” y “soluciones” diferentes. El primer síntoma de cambio es el delantero centro. Costa es el atacante más cotizado del planeta para atacar los espacios y Morata es del mismo corte. Ahora afrontan el problema de acoplarse con gente que se encuentra en el extremo opuesto del cuadrante. Iniesta, Silva o Thiago figuran entre los mejores del mundo para la combinación. Se han desarrollado desde las canteras con el fin de armar el juego alrededor del balón y esto implica que, ante ellos, los rivales se repliegan hasta cerrar todas las vías por donde es posible correr. Los receptores de sus pases, más que velocistas, deben ser socios.

Si en 2008 Luis Aragonés apostó por Güiza o Villa, y en 2010 y 2012 Del Bosque prosiguió la racha dorada con Cesc en punta, como falso nueve, no fue en vano. Los delanteros que mejor se adaptaron al estilo de España fueron aquellos que mejor tiran desmarques en espacios reducidos. Costa sufre sin una pradera despoblada. Morata, un poco menos. Pero Lopetegui los ha preferido a los nueves ligeros como Iago Aspas, Lucas Pérez o el propio Callejón, convocado menos como suplente de los puntas que como suplente de Vitolo.

Lopetegui parece resuelto a encajar las piezas. El escenario no le ayudará. Ningún equipo hace de los espacios un lugar más impracticable que esta Italia de Buffon, Barzagli, Bonucci y Romagnoli. Dirigida por Giampiero Ventura, experto del cerrojazo, esta selección amenaza con atrincherarse con defensa de cinco.

Los añadidos de Lopetegui al modelo original no se detienen en la punta del ataque. Puestos como el del volante interior que acompañará a Iniesta, o como los del lateral y el extremo derecha, están sometidos a revisión. De los partidos contra Bélgica y Liechtenstein se infiere que los elegidos son Koke, Vitolo y Carvajal. Los tres excelentes para jugar un fútbol directo pero poco habituados a elaborar las jugadas ante bloques que esperan. Hasta ahora, Lopetegui los ha preferido antes que a Thiago, Sergi Roberto, Callejón o Lucas Vázquez, más completos en el dominio de los espacios y los tiempos del toque y el desmarque. Más próximos a la ortodoxia de un estilo vinculado a las posesiones largas. Un modo de jugar que ya no es incuestionable.

Koke más que Thiago

Por primera vez en muchísimo tiempo, los entrenamientos de España ponen el énfasis en el adversario. Lopetegui aspira a formar un equipo que proponga y que reaccione. Que interprete los dos lenguajes. Que sepa presionar arriba y meterse atrás. Que sepa tocar y que sepa contragolpear. Que contente a los madridistas y a los culés, sin olvidar a los atléticos. Convencer a Costa, Koke o Vitolo no le resultará complicado mientras sean titulares. Convencer a Iniesta y a Silva de defender más atrás para dejar espacios a Costa puede ser lo más problemático de la tarea que le aguarda. La mayoría de los volantes criados en la cultura española de la posesión sufren más cuanto más recula el equipo. Koke no. De ahí que Lopetegui, en búsqueda de amalgamar, le haya dado más minutos al centrocampista del Atlético que a Thiago.

El técnico se muestra responsabilizado. El desafío que supone su exploración es gigantesco. La mejor selección española de la historia comenzó su declive cuando Del Bosque añadió elementos extraños a la mezcla. Variantes fallidas como Diego Costa, protagonista de la caída en el Mundial de 2014, o como Morata, eje del ataque el día que Italia vapuleó a España en París (2-0) en la última Eurocopa.

Italia y España se disputarán la única plaza del grupo para la Copa del Mundo. El periodo de reflexión da paso a la acción irrevocable. La selección debe decidir entre el modelo que le aseguró éxito y una reformulación. Pocas veces fue más complicado conciliar el concepto con la realidad.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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