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Los córners alivian la penuria de Mourinho

El United se impone al Leicester con tres goles de tiro de esquina (4-1) en un partido en el que destacaron Pogba y Mata. El técnico dejó a Rooney en el banquillo

Diego Torres
Pogba marca el cuarto del United.
Pogba marca el cuarto del United.Carl Recine (REUTERS)

El United no carburaba. Rooney hablaba con Carrick, sentado en el banquillo. Mourinho escrutaba la pradera con un mohín de miedo. Los pitos comenzaban a derramarse desde las gradas de Old Trafford y el Leicester conducía las cosas a su modo, cediéndole la pelota al rival y desestabilizándolo en cada contragolpe. Hasta el minuto 22. Cuando Daley Blind lanzó un córner desde la derecha de la portería del Leicester al cogollo de hombres que luchaban. Chris Smalling burló a Fuchs en el segundo palo y estiró el cuello. Rota la marca y conectado el cabezazo. Balón picado y gol.

Un córner arrancó al equipo más poderoso de Inglaterra del pozo en el que parecía enterrado desde hacía tres semanas. Fue el inicio de una goleada como una ráfaga: cuatro goles en 20 minutos, tres de ellos de córner. Como si el centro a la olla fuese la destilación de uno de los proyectos más caros de la última década en el fútbol europeo. El Leicester, vigente campeón, perdió los duelos defensivos primero y la concentración después. Sin la energía de los equipos que tienen un sentido de misión, es un equipo cualquiera.

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Dos derrotas en Premier, contra el City y el Watford, y una derrota en Liga Europa, contra el Feyenoord, habían sumido al United en una espiral de dudas. Una ola de críticas cada vez más regulares arrecia contra Mourinho procedente de medios que hasta hace poco practicaron la zalamería. La visita del Leicester, acentuaba la sensación de zozobra en la hinchada más fría de las Islas. La multitud recibió a los jugadores con impaciencia. Al cuarto de hora de partido, después de una jugada del Leicester mal gestionada por Allbrighton, comenzaron a escucharse rumores de malestar. Los aficionados no toleraban un pase atrás. No soportaban una combinación sin más movimientos que los que hacía la pelota. Las tres líneas apretadas que dispuso Claudio Ranier parecían impenetrables. Ibrahimovic bajaba exasperado a pedir la pelota y Mata, hostigado por Drinkwater y Amartey, no encontraba el modo de hilvanar el pase. El juego del United era previsible.

Mourinho desplegó una alineación inédita. Exótica en los parámetros del entrenador portugués. Sin Wayne Rooney, a quien durante tantos años encumbró en sus discursos, y al que acabó por relegar a la suplencia en favor de Mata, desterrado del Chelsea por él mismo en 2014. La marginación del capitán de Inglaterra amenaza con alumbrar uno de esos conflictos que arraigan en el corazón de las aficiones. Un problema imposible de solucionar sin gastos descomunales. 

Mata respondió con su inteligencia habitual. El español se situó como mediapunta por detrás de Ibrahimovic, y desde allí operó procurando asegurar la pelota. En las alas, Rashford a la izquierda y Lingard a la derecha, compusieron una pareja de prometedores trescuartistas ingleses. En el eje del mediocampo, el livianísimo Ander Herrera. A su lado, más descolgado, Pogba.

Entre Pogba y Mata pegaron el martillazo definitivo. Probablemente el francés hizo su mejor partido con el United. Ubicuo, siempre perfilado para jugar a un toque, seguro de sí mismo, Pogba se ofreció en todos los cuadrantes de la cancha. Transcurrida la media hora fue el primer colaborador de Mata al borde del área, en donde el Leicester concedió una doble pared que ninguna defensa sólida habría permitido. Por el medio, rendido Amartey, ante la lentitud de Morgan y Huth, Mata encontró la vía que buscaba. Jugó con Lingard, Lingard con Pogba, y Pogba de nuevo con Mata, que fusiló ajustando el tiro al palo. Zieler solo pudo arrastrarse. El 2-0 fue la lápida en el partido. El único gol de jugada elaborada del United. El Leicester se hundió en tal desconcierto que le metieron dos goles más en los cinco minutos siguientes. En dos córners. Rashford, a pase de Mata tras un saque corto, y Pogba de cabeza.

Cerrado el trámite competitivo, los equipos dedicaron la segunda mitad al reagrupamiento y la restauración. Solo el magnífico gol de Gray (4-1) animó la tarde hasta el final. Los pitos de la multitud de Old Trafford se silenciaron bajo el peso de la goleada. Pero la nube de inquietud que se cierne sobre Mourinho pareció acompañarle mientras se marchaba al vestuario con cara de funeral. El United sigue sin jugar bien y el Leicetser, aplacado el delirio, ha vuelto a parecerse al equipo menor que fue. Ya suma tres derrotas. Las mismas que sufrió en toda la temporada pasada.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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