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Palencia, un entrenador rebelde

El estratega mexicano de los Pumas no ha perdido la esencia de su juventud

Diego Mancera
Palencia sentado en el césped del estadio Olímpico Universitario
Palencia sentado en el césped del estadio Olímpico UniversitarioSaúl Ruiz

Antes de que Francisco Palencia se convirtiera en entrenador de Pumas, fue un miembro extraoficial de la banda Kiss. A finales de los años noventa el periodista David Faitelson intentaba entrevistarlo, pero el entonces delantero se distanciaba de los medios de comunicación. Un día Faitelson le propuso un encuentro con Alex Lora, líder de El Tri, un grupo mexicano de rock. Aceptó y, ya con cierta confianza, le convenció para pintarse la cara como Gene Simmons, vocalista de Kiss

— ¿Aún recuerda ese momento?

— Sí, lo volví a ver hace poco… Estaba muy joven. Me apasiona mucho la música. Estar con un ícono del rock mexicano como Alex me inspiró a seguir avanzando como profesional. Fue una experiencia muy bonita.

— ¿Lo volvería a hacer?

— Pintarme ya no, pero sí intercambiar puntos de vista con personas importantes del rock.

Ahora, 19 años después, está al frente de su primer equipo, los Pumas de la UNAM. Se fraguó como delantero en Cruz Azul. Logró alzar un título de liga en 1997, el último que ha conseguido el club. En 2001 hizo las maletas rumbo a Barcelona. Jugó a préstamo durante una temporada en el Espanyol, donde se consolidó en el equipo dirigido por Francisco Flores Lajusticia. “Querían quedarse conmigo un año más, pero Cruz Azul no lo quiso. Los periquitos no eran económicamente muy boyantes para comprar mi carta”, afirma Palencia a EL PAÍS.

Francisco es un fiel hincha del Espanyol. “Me considero periquito. Vivo en esa ciudad, aunque ahora estoy trabajando aquí en México. Me gusta ir a los partidos y entrenamientos del fútbol base y del primer equipo. La gente es muy generosa”, asegura. Palencia ha abierto la puerta a más mexicanos en Cornellà. “Cuando iban a fichar a Héctor Moreno −en 2011− me hablaron para pedirme referencias. Dije la verdad: que era un gran jugador, un chico con una buena visión del fútbol. Lo ficharon y quedaron muy contentos. Lamentablemente el Espanyol no es un club acaudalado, aunque ahora se están estabilizando. Ahora llega Diego Reyes ya con experiencia”, comenta.

En noviembre de 2011, sin advertirlo, Palencia se retiró del futbol mexicano y así empezó a fincar su carrera como entrenador. Volvió a Europa para asistir a entrenamientos del Ajax en Holanda y del Chelsea en Inglaterra. Se empapó de la labor de estratega y se hizo cargo del equipo juvenil de Sant Cugat, un club que nutre de jugadores al Barcelona, “ese fue mi laboratorio de pruebas”. A finales de 2013 el mexicano asumió el puesto de director deportivo en las Chivas. Sólo se mantuvo 10 meses y decidió renunciar. Lo suyo era estar en la cancha. “Salí de ahí porque sentí que me estaba desviando de mi carrera como entrenador”, sentencia.

En julio pasado, la directiva de Pumas nombró a Palencia como su entrenador tras la salida de Guillermo Vázquez. En cuanto asumió el cargo reforzó a su equipo con los españoles Abraham González y Saúl Berjón. “Abraham estuvo en el Barcelona, en el Alcorcón y en el Espanyol. Lee muy bien el fútbol. A Saúl le ha costado un poco el aspecto físico, pero ya está alcanzando el nivel”, explica Palencia mientras su mirada apunta a las tribunas vacías del estadio Olímpico Universitario.

De toda la liga mexicana, Palencia es el director técnico mexicano más joven con 43 años. De los 18 equipos, sólo ocho han apostado al talento de casa. “Me encantaría que hubiera más entrenadores mexicanos, los directivos son los que tienen la palabra. Nosotros como entrenadores debemos prepararnos porque no es nada más pedir una oportunidad. Tienes que prepararte bien en gestión de grupo, coaching, en herramientas y conceptos claros. Para mí lo más importante es tener lucidez para definir cómo quieres jugar”, afirma.

A Palencia no le gusta dirigir como si se trata de un régimen militar, “no es mi estilo”, apunta y continúa “estoy aquí para ayudar. Me gusta ser ordenado, disciplinado y hablar con ellos, estoy a su servicio”, asegura.

— ¿No ha perdido esa rebeldía que le caracterizó durante su juventud con el cabello largo, las uñas pintadas?

— Ya no me pinto las uñas. Creo que mi esencia no está peleada con la capacidad. La personalidad la puedes expresar de cualquier manera, evidentemente no estoy aquí por guapo ni por feo, sino porque creen en mí.

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Sobre la firma

Diego Mancera
Es coordinador de las portadas web de la edición América en EL PAÍS. Empezó a trabajar en la edición mexicana desde 2016 escribiendo historias deportivas. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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