El ‘drive’ anestesiado de Nadal

La radiografía la traza el propio Rafael Nadal, hombre crítico y también cumplido, porque a pesar de caer frente a Lucas Pouille y el escozor de la derrota se detuvo ante un grupetode aficionados que le reclamaban una firma antes de que abandonase la pista central de Nueva York. Acto seguido pormenorizó su estado actual de juego. Dijo que sufre menos de la muñeca y que se encuentra mejor, pero en su mensaje subrayó una carencia que a veces, por la influencia de la épica y la emoción del momento, del partidazo que brindaron él y el francés, se pasa por alto: debe mejorar.

Más información

Pouille destierra a Nadal de Nueva York

Mats Wilander: “En el tenis de ahora perdería la pasión”

Oxígeno extra para Novak Djokovic

Incidió el número cinco en dos aspectos: el servicio y la derecha. “No puedo sufrir tanto con el saque. Tengo que sacar mejor de lo que estoy haciéndolo y la derecha tiene que volver a ser más sólida. Tengo que recuperarla para hacer daño a los rivales”, subrayó el de Manacor, condicionado en este tercer tramo del año por la lesión de muñeca que arrastra desde el pasado 6 de mayo. El percance, y el consecuente parón, de casi dos meses y medio, han hecho que se resienta su saque y sobre todo el drive, el mejor activo técnico de su carrera.

Lo cierto es que esta última semana de Nueva York, más allá de las buenas vibraciones y la sensación de que a nada que la lesión desaparezca estará en disposición de volver a competir en las cotas altas, a Nadal le ha faltado filo. A su derecha le falta pólvora. Aunque ha tirado buenas cruzadas le ha costado dibujar las paralelas, ya fuera en estático o en desplazamientos; cuestión de confianza, primero, y de mera inactividad, después, porque al fin y al cabo apenas pudo acumular entrenamientos durante el verano. La preparación ha ido sobre la marcha, en plena competición: Río, el paréntesis de Cincinnati y Flushing Meadows.

Antes de que el tendón de la articulación se inflamase, su drive había recuperado los colmillos después de un 2015 prácticamente inerme, a excepción de los tres últimos meses de ese curso. En la gira de tierra previa a Roland Garros (Montecarlo, Barcelona y Madrid) las señales fueron muy positivas —“suena bien”, explicaba su técnico, Toni—, pero el contratiempo físico y el frenazo, inmovilización incluida, anestesiaron la derecha, lo que no le impidió brillar en los Juegos, en los que puso por encima de todo corazón.

En Nueva York fabricó siete golpes ganadores menos que Pouille (52/59) y dos menos que Andrey Kuznetsov (22/24), el rival anterior; superó por poco a Denis Istomin (21/19) y contra Andreas Seppi sí logró una diferencia significativa de winners (23/16). “En términos de motivación me sentí muy bien, pero en términos de tenis necesito más cosas, como sacar mejor”, ahondó el balear, que de febrero a junio había incrementado los índices en el servicio, ahora más bajos.

Estaba preparado para cosas importantes, pero luego ocurren cosas que uno no controla" Rafael Nadal

Sirva de ejemplo la comparación de sus dos partidos en Roland Garros y los cuatro en la Gran Manzana. En París resolvió ante Samuel Groth y Facundo Bagnis con una efectividad en el saque del 84% (y 89 de puntos retenidos con primeros y 86% con segundos) y el 78%; mientras, en el último torneo las cifras disminuyeron ante Istomin (58%), Seppi (56%), Kuznetsov (65%) y Pouille (59%, con un 49% de puntos obtenidos con segundas bolas).

“He perdido por varios motivos que tengo que mejorar”, expuso. "Sé que estoy preparado para estar arriba y sé que estoy preparado para pelear por los torneos importantes. Este año estaba preparado para optar a cosas importantes, pero luego ocurren cosas que uno no controla", manifestó Nadal, el penúltimo español en abandonar el major neoyorquino. Ayer, la canaria Carla Suárez, última esperanza, también dijo adiós: 6-2 y 7-5 frente a la rumana Simona Halep.