El piragüismo se baña en oro
De las siete medallas de oro de la delegación, tres vienen del deporte acuático. También sumó un bronce y se metió en todas las finales, sobreponiéndose a los recortes
Primero fue Maialen Chourruat, bella, brava y de oro en las aguas bravas. Fue madre después de Londres, se llevó a la pequeña Ane de tres años a todas partes con Raquel, la cuidadora; se entrenó como antes pero descansando los domingos para estar con la pequeña. Luego llegó Marcus Cooper Walz, un tiarraco de 1,84 y 21 años que sorprendió a todos con una tremenda remontada en K1-1000, en la que iba quinto a falta de 250 metros. El polluelo hizo sufrir un ataque al corazón a más de uno e inauguró la competición en aguas tranquilas. Dos días después llegó la explosión de felicidad de Saúl Craviotto y Cristian Toro en el K2-200. No hubo ataques al corazón. Mandaron desde el principio hasta el final. Otro oro, bello, fuerte, alegre y potente. Craviotto dobló y el sábado, sacando energías de no se sabe dónde, remontó hasta el bronce en el K1-200. Se desequilibró en los primeros 50 metros y tiró de garra en los últimos cien.
En total, son cuatro las medallas del piragüismo español, que llegó a Río con ocho embarcaciones (entre aguas bravas y tranquilas). Todas se metieron en la final. Ander Elosegi fue séptimo en aguas bravas, Teresa Portela sexta en el K1-200, Sete Benavides cuarto en C1-200 y los chicos del K4-1000 (Javier Hernanz, Óscar Carrera, Rodrigo Germade e Iñigo Peña) quintos. Han cosechado cuatro de las 17 medallas de la expedición española. Además, de los siete oros conseguidos, tres han sido cosa de las piraguas. Un éxito teniendo en cuenta las dificultades económicas por las que ha pasado la Federación.
El presupuesto de este ciclo olímpico ha bajado hasta los ocho millones; hay entrenadores, como Miguel García (el que sigue a Craviotto y Toro) que se han visto con una nómina recortada del 30%. Sólo ha habido —el dinero no daba para más— un coordinador técnico y a media jornada. El presupuesto para el material ha estado tan ajustado que muchas de las embarcaciones con las que entrenan en los centros de tecnificación de Sevilla, Madrid y Trasona, y que han llevado a Río, son alquiladas. No había dinero para comprarlas. Una piragua como la de Craviotto (él sí compitió con la suya en Lagoa) ronda los 5.000 euros, la del K4, por ejemplo, cuesta alrededor de 20.000.
Ayudas para Tokio 2020
“Espero que las eléctricas hagan que en el canal de la Seu pueda haber más agua. Espero que los problemas económicos que hay se solucionen porque en 2019 tenemos un Mundial aquí muy importante. En Tokio 2020 puede haber más medallas, pero necesitamos ayudas para que eso ocurra”, pedía Xabi Extaniz, entrenador, entre otros, de Mailaen Chourraut.
“A pesar de los recortes, la Federación ha sabido gestionar las cosas de la mejor forma posible. Se ha trabajado bien desde la base: el equipo júnior y los sub 23. Y a los del equipo nacional no nos ha faltado de nada; cuando hemos pedido ir a Sevilla concentrados, siempre se nos ha dicho que sí. El éxito viene de cómo se han gestionado las cosas, de la base y de los buenos técnicos. Miguel García, mi entrenador, es el mejor a nivel internacional y lo tenemos nosotros y hay que cuidarlo mucho”, analizaba Craviotto después de su bronce, su cuarta medalla en tres Juegos.
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