Se baja el telón, que siga la atención
Quizás deberíamos pensar que no tenemos tantas medallas como países que no están tan lejos de nosotros porque allí la difusión del deporte es muchísimo más extensa y po-li-de-por-ti-va
Se apagan las luces, se recogen las zapatillas, se guardan los uniformes, los bañadores, las cintas de la rítmica, las bicicletas van al camión… Se terminan los Juegos Olímpicos de Río que se abrieron con incertidumbres organizativas, pero que se cierran, como debe ser, con el deporte como gran protagonista y catalizador de todo tipo de emociones.
Finaliza un ciclo olímpico en el que las mujeres se han ganado el respeto, la admiración y, esperemos, que un poco más de notoriedad. El deporte transmite valores fundamentales para formar una sociedad educada y esas heroínas, sus historias, su capacidad de superación y sus éxitos son el perfecto altavoz para difundir esos valores. Ellas nos han emocionado dentro y fuera de la pista con su sencillez y humildad.
Quiero tener un recuerdo especial hacia Ruth Beitia. Como gran aficionada al atletismo sólo puedo darte las gracias por competir con una sonrisa y hacernos sonreír. Es muy bonito ser tan grande, con el oro olímpico, y a la vez tan humilde. No sé a quién habrá que ir a dar las gracias en peregrinación por haber evitado que te fueras después de Londres. Lo que has hecho es enorme para España y para tu deporte, el atletismo. Nunca fuimos una enorme potencia en concursos pero la reina de las alturas ha elevado ese listón. ¡Yo también me quiero tomar una cerveza contigo!
No tenemos tantas medallas como países que no están tan lejos de nosotros porque allí la difusión del deporte es muchísimo más extensa y po-li-de-por-ti-va
Y, por supuesto, estos Juegos no podían terminar sin una medalla para nuestro equipo masculino de baloncesto. Brindemos por todo lo que nos han dado, por todo lo que nos han divertido, por la cantidad de genios que hay entre estos 12 jugadores. Qué buenos son y qué bien saben competir. Nadie aguanta 17 años en lo más alto, nadie sube tres veces a un podio olímpico de manera consecutiva si no es porque es genial. Todos querríamos que fueran eternos. A todos los elogios, que se quedan cortos, yo quiero añadir un enorme beso. En especial a un jugador: Ricky Rubio. Sólo él sabe la noria de emociones que ha vivido en este torneo después del fallecimiento de su madre. Ha tenido que aguantar estar en el punto de mira y no ha habido ni una mala palabra. Grande, mi más profunda admiración.
Como aficionada, como espectadora, me he sentido feliz viendo a España sumar medallas, recoger diplomas y, sobre todo, a nuestros deportistas dándolo siempre todo. Lo importante es no esconderse y por eso estoy orgullosa de ser española y orgullosa de cómo han competido. Ojalá en los días que están por venir, el día a día de nuestro deporte no se quede arrinconado en los breves de los informativos o en las últimas páginas de los diarios. El deporte engancha y no podemos limitarnos a esperar a que pasen otros cuatro años para disfrutar de todas las disciplinas.
Quizás deberíamos pensar que no tenemos tantas medallas como países que no están tan lejos de nosotros porque allí la difusión del deporte es muchísimo más extensa y po-li-de-por-ti-va.
Gracias deportistas olímpicos por hacernos vivir momentos únicos. Gracias por hacer del deporte algo eterno.
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