EEUU, un oro apabullante ante Serbia
Kevin Durant lidera el arrollador juego de la selección de Krzyzewski
Kevin Durant y la selección de Estados Unidos con la que se jubilará Mike Krzyzewski trituraron a Serbia en una abrumadora demostración de su poderío (66-96). La final de Río no tuvo apenas aroma competitivo, nada que ver desde luego con los preciosos partidos con los que se ganó el oro el equipo estadounidense en las finales de Pekín y Londres.
SERBIA, 66; ESTADOS UNIDOS, 96
Serbia: Teodosic (9), Markovic (3), Kalinic (2), MacVan (11), Raduljica (7) –equipo inicial-; Simonovic (3), Bogdanovic (7), Nedovic (14), Bircevic (1), Jokic (6), Stimac (0) y Jovic (3).
Estados Unidos: Irving (4), Klay Thompson (12), Durant (30), Carmelo Anthony (7), DeAndre Jordan (4) –equipo inicial-; Butler (2), Lowry (5), Barnes (2), DeRozan (6), Cousins (13), George (9) y Draymond Green (2).
Parciales: 15-19, 14-33, 14-27 y 23-17.
Árbitros: Reyes (México), Ryzhyk (Ucrania) y García (España).
Carioca 1. Unos 14.000 espectadores.
El golpe de fuerza de Estados Unidos devastó a un rival que se las había hecho pasar canutas en la fase de grupos, cuando un triple Bogdanovic estuvo a punto de forzar la prórroga (94-91). Aquél partido y los partidos en los que tanto sufrió el equipo americano, ante Australia (98-88) y Francia (100-97), quedaron borrados por las palizas con las que el equipo de Durant, Anthony, Irving y compañía sobrevolaron la fase decisiva, ante Argentina (105-78), España (pese a un marcador ajustado, 82-76) y Serbia.
La defensa del equipo que tanto había impresionado frente a Australia en las semifinales, fue derribada con una facilidad pasmosa. Solo se registró cierta igualdad en el primer cuarto (15-19). A partir de ahí la apabullante superioridad en defensa, rebote (33-54, 15 de Cousins), la cantidad de pérdidas forzadas por la exigente presión de la defensa estadounidense y el talento puro de Kevin Durant, con sus cinco triples y 33 puntos, acompañado por Cousins, por Klay Thomposon, por todo el equipo, no dejaron el más mínimo margen al debate o la duda. Las diferencias se fueron haciendo abismales, de 23 puntos ya en el descanso, de más de 30 (37-69) mediado el tercer cuarto, y de más de 40 (49-90) en el tramo final.
Krzyzewski, satisfecho ya de sobra por el funcionamiento de la última versión de una selección de la que se jubila, bajó el pistón y repartió la gloria. Dio entrada a los últimos del banquillo. Serbia, absolutamente entregada, lo agradeció. Estados Unidos sufrió su última derrota en el Mundial de 2006. Va para diez años. Desde entonces el plan director que implementaron Krzyzewski y Colangelo, con la aquiescencia de la NBA, empezó a dar un resultado incontestable. Estados Unidos, con una programación seria y la implicación de los que acuden a las citas, no tiene todavía la imperiosa necesidad de reunir a todas sus figuras.
No importa que falten, como en esta ocasión, LeBron James, Stephen Curry, Harden y algunos otros. Tiene de sobras, sobre todo si su esfuerzo y entramado defensivo es capaz de dejar al rival por debajo de los setenta puntos y limitar el talento ofensivo de jugadores como Teodosic o Bogdanovic. Estados Unidos sigue reinando diez años después de su última derrota.
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