Antológica versión veraniega de Messi
El Barça acredita su condición de campeón el día que recibe la copa con una exhibición de su capitán y tres goles del ‘pichichi‘ Suárez ante el Betis
Van y vienen futbolistas en el Barça y, sin embargo, nadie se impacienta mientras siga Messi, más todocampista y enciclopédico que nunca, imparable en agosto, cuando la gente toma el sol y los campos están secos y vacíos, genio y figura de un buen partido ante el artístico Betis del canchero Poyet.
Este sábado se ha despedido Bravo después de cantar victoria en la primera jornada de Liga. Ha empezado el campeonato y todavía hay futbolistas que entran y salen, también en el Barça. El mercado no para hasta el día 31, el City necesita un portero que juegue con los pies y los azulgrana tienen dos muy buenos que quien ser titulares: Ter Stegen y Bravo. La edad juega a favor del alemán (24) y el chileno (33) ha decidido fichar por el equipo de Guardiola. Así de extrañas son las cosas en el fútbol, cuyo ritual contempla también que el trofeo de campeón de la pasada temporada no se entregara hasta ayer, cuando Villar compareció en el Camp Nou.
También Arda disfruta de cierta interinidad en el equipo de Luis Enrique. A la espera de que Neymar regrese de Río y del fichaje de un cuarto delantero, el turco se divierte como un niño como acompañante de Luis Suárez y Messi. Arda no para de meter goles ni de taconear para Messi. Y el argentino no se cansa de conducir, pasar, regatear, asistir, rematar, marcar y liderar al Barça.
Messi estuvo igual de lúcido y decisivo cuando el partido estaba abierto, en el momento en que era un caramelo y en los minutos en que se puso bravo
A sus 29 años, Messi estuvo igual de lúcido y decisivo cuando el partido estaba abierto, en el momento en que era un caramelo y en los minutos en que se puso bravo, de manera que a su alrededor se sucedieron buenas noticias: el joven Umtiti ejerció como un cacique; triunfaron los laterales, tanto el reaparecido Alba como Sergi Roberto, vulnerable en los goles recibidos y en cambio un jugador vital en ataque porque tiene pulmones, pies y cabeza, un talento de la exigua Masia. Arda estuvo por una vez exquisito y no se oxida el gatillo del pichichi Suárez.
Nada pudo decir el Betis, que se arrancó con una posesión tan larga y aseada que la habría firmado el Barça. A partir de una defensa de tres centrales, los verdiblancos apretaban arriba, se asociaban y atacaban con dos delanteros: Sanabria y Rubén Castro. El juego se centraba para bien y para mal cerca del área de Bravo.
El contragolpe
El despliegue fue muchas veces vertiginoso y certero, expresado en el gol del Arda, que remató una asistencia de Alba, habilitado por el cambio de orientación de derecha a izquierda de Messi, y en el segundo tanto de Suárez, una preciosidad porque nació de un córner botado por el Betis. Y también resultó imprudente y errático en el gol del Betis: los andaluces atacaron la mala salida del balón desde la portería de Bravo y penalizaron el error con un libre directo transformado por Rubén Castro. Tiró muy bien al ángulo izquierdo, el palo del portero, y reaccionó tarde Bravo.
La suerte del Barça depende de su capacidad para jugar la pelota desde su área y del tiempo que tarda en llegar a Messi. Las pérdidas castigan de la misma manera que las transiciones son una garantía si salvan la primera línea de presión y los zagueros y volantes conectan con el 10. Y Messi nunca se hizo el huidizo ni jamás descansó sino que se manifestó incluso con 5-1 y metió el gol decisivo, el que desequilibra el partido, el 2-1. El rosarino recibió de Sergi Roberto, se ganó el espacio ante el balcón del área y armó un tiro ajustado, imparable para Adán.
El gol de Messi tuvo un impacto definitivo porque abatió al Betis, a pesar de su segundo tanto, y agrandó al Barça. Los azulgrana dieron un recital de fútbol dirigido por un omnipresente Messi, la versión modernizada de lo que debió ser Di Stéfano. El 10 volvió a marcar un golazo y estuvo solidario y generoso con Suárez, que cerró su triplete con un tiro de falta, una suerte que se suponía reservada para el 10. Voló el Barça a la contra y en ataque estático como si quisiera honrar el trofeo recibido y demostrar que los argumentos por los que fue campeón el año pasado son válidos para el presente: sigue jugando muy bien, nadie mete más goles que Suárez y Messi continúa sin calentar ni descansar, como si no existiera el tiempo, solo pendiente de su estado anímico, que hoy es eufórico ante el desconcierto de los analistas: ¿podrá mantener la forma cuando se jueguen los títulos? Quién sabe, pero de momento hay pocas cosas mejores para acabar las vacaciones que contemplar la antológica versión veraniega de Messi. De 10.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.