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Luis Suárez: “Un gol no se perdona nunca”

El delantero uruguayo, que alcanzó los 40 goles la pasada Liga, reflexiona sobre sus inicios, su carrera y su relación con Messi

Luis Suárez, delantero del FC Barcelona, durante la entrevista que concedió a EL PAÍS en la Ciudad Deportiva.
Luis Suárez, delantero del FC Barcelona, durante la entrevista que concedió a EL PAÍS en la Ciudad Deportiva. Carles Ribes

La primera vez que Luis Suárez (Salto, Uruguay, 1987) pisó Barcelona tenía 16 años. En el viejo aeropuerto de El Prat no lo esperaban periodistas ni directivos del Barça. No venía a jugar al fútbol. Había dejado Montevideo en busca de Sofía Balbi, su novia de entonces; hoy, su mujer y la madre de sus dos hijos: Delfina y Benjamín. “Después de todas las vueltas que di por el mundo, estoy en la ciudad en la que quería estar. Y me encantaría terminar aquí”, asegura el delantero charrúa, que cada vez que habla de Sofi, Delfi o Benja se le cambia la cara. “Benja está todo el día con la pelota y me llama a cada rato para que vaya a jugar con él. Le pega con la izquierda; no hay zurdo malo”, se ilusiona Suárez. Él, en cambio, le da al balón con la derecha. No le fue mal: suma 349 goles. Es el actual Pichichi de la Liga y Bota de Oro: 40 tantos.

Pregunta. ¿Suma sus goles?

Respuesta. Con el que hice en el Pizjuán me dijeron que llevaba 350. Yo no llevo la cuenta, pero si me preguntas: ‘¿te acuerdas de aquel?’, pues seguro que sí lo recuerdo. Cada gol tiene algo especial. Los que más me gustan son cuando agarro la pelota botando en el área y la reviento. Es como una descarga.

P. ¿El gol de penalti ante el Celta fue el más divertido o el más raro que marcó?

"En el Barcelona, el mate lo cebo yo"

Decía el escritor uruguayo Eduardo Galeano que la yerba mate despierta a los dormidos, corrige a los haraganes y hermana a la gente que no se conoce. El mate, como la pelota, está arraigado en el Río de la Plata; también en el sur de Brasil, donde no hay gaúcho que ande sin su chimarrão. Y como en el fútbol, cada país tiene su sello. “Nosotros hacemos el mate más amargo, es mucho más grande que el de los argentinos y la yerba no tiene palo”, explica Luis Suárez.

Y mientras el Camp Nou unió a Messi y a Suárez, los asados en Gavà y las tardes entre mates forjaron la amistad entre el uruguayo y el argentino. “Nos juntamos, arrancamos con el mate y conversamos. Nos la pasamos bien, nos distraemos. Se comparte entre todos los que estamos y eso genera muy buen ambiente en el equipo”, cuenta el delantero de Salto.

A nadie le sorprende ver a Suárez con el termo bajo el brazo y el mate en la mano, ya sea en la Ciudad Deportiva o en cualquier desplazamiento del Barça. A su lado, siempre andan Messi y Mascherano. Y si en el campo el encargado de distribuir la pelota es el 10, afuera el que administra el mate es el 9. “Yo me encargo de llevarlo a todos lados, de prepararlo y de calentar el agua. Se toma a la uruguaya. En el Barça los mates los cebo (poner el agua en el mate) yo”, dice el charrúa. Con el mate, pues, manda Suárez.

R. En un entrenamiento había visto como Leo y Ney estaban ensayando la jugada y habían hablado de hacerlo en algún momento. Yo estaba por ahí… viendo cómo lo practicaban, pero era algo entre ellos dos. Y, en el partido, veo que Ney se paró del otro lado, a la izquierda de Leo. Yo, por lo general, nunca voy a los rebotes, pero cuando Messi fue a patear yo salí corriendo y la pelota me quedó ahí. Y cuando el balón está ahí, hay que pegarle, eso lo llevo en la sangre. Y le pegué. Después, Ney, en broma, me decía que era un hijo de puta que le había robado el gol. Ahora, nos divertimos mucho al recordarlo.

P. ¿Se ríen mucho en este equipo?

R. Sí, mucho. Y eso es algo que se valora. No sólo lo digo yo. También lo han dicho otros jugadores, como Piqué. Siempre dije que aquí no hay envidias. Nadie se pone celoso de nadie. Y tiene razón.

P. ¿Por qué todos saben que Messi es el mejor?

R. Sí, por eso y porque en realidad todos tenemos nuestro rol. Yo el mío; Ney, el suyo; y Andrés [Iniesta], el suyo. Todos serían el mejor en otro equipo, pero aquí el mejor es Leo y todos lo tenemos claro. Aquí han venido jugadores para ser estrellas y terminaron estrellados. El fútbol es así, cada uno tiene que saber asumir y entender cuál es su papel.

P. ¿A Messi se le entiende o se le intuye?

R. Se le entiende. Quizás hay veces en que se le ve venir, pero, por lo general, se le descubre algo nuevo en cada jugada, en cada día. Leo es diferente en todo. En cualquier circunstancia del juego, él está un paso adelante de cualquier otro jugador.

P. ¿Usted también lo entiende fuera del campo?

R. Entenderse fuera del campo te da un plus, porque en caso de no tener una buena convivencia fuera de la cancha, después dentro puede ser más difícil. Yo, por ejemplo, tengo a mi familia conmigo, porque si uno no es feliz fuera del campo, luego no puedes serlo dentro. Y una buena relación con el mejor jugador del mundo, con el que marca la diferencia, te ayuda a mejorar.

P. ¿Habláis de fútbol?

R. Muchísimo. Hablamos de fútbol, de jugadores, de todas las ligas… somos como dos amigos comunes que, cuando se juntan a charlar, hablan de todo… y, por supuesto, se habla mucho de fútbol porque nos encanta.

“Aquí nos reímos mucho, nadie está celoso de nadie, no hay envidias”

P. Messi confirmó su regreso a la selección argentina y su primer partido será ante Uruguay, ¿no le pidió que retrase su vuelta, al menos, un partido más?

R. No, no pasa nada. Lo importante es que Leo vuelva a jugar con su selección. Eso es lo que a nosotros nos interesa porque es lo que le hace bien a él. Es entendible lo que le pasó después de la final de la Copa América. En un momento así, se pueden decir muchas cosas, era la tercera final que perdía Argentina y, conociendo a Leo, yo me imaginé que podía llegar a decir una cosa así. Pero, después, cuando las cosas se piensan en frío, todo cambia.

P. ¿Cuantas veces pensó usted en dejarlo?

R. Yo nunca he llegado a vivir situaciones como las que vivieron Leo y Mascherano. Pero cuando pierdes finales o quedas eliminado lo dejas, duele mucho.

P. ¿Qué duele más: una patada, una derrota o fallar un gol?

R. Una derrota, más que una patada; pero, sobre todo, lo que no te perdonas nunca es fallar un gol. Un gol no se perdona.

P. ¿Y fallarle a Sofía? Antes del Mundial le había prometió a su mujer que no tendría más problemas en un campo de fútbol. ¿Cómo le perdonó lo de Brasil?

R. Fue un momento muy difícil. Sabemos que cuando haces las cosas bien todo va todo de novela, pero cuando haces algo mal eres el peor. Lo que paso allí me dolió por mi gente, por mi mujer y mis hijos. Ella estaba dolida conmigo. Al principio, yo le decía que no, que no había pasado nada. Me costaba aceptar la realidad. Me costó mucho. Soy un ser humano que sufre, que vive por y para el fútbol. Y, por eso, fue tan difícil asimilar la cagada. Lloré mucho.

P. ¿Qué fue más difícil: estar cuatro meses sin jugar en el Barça, los nueve partidos fuera con la celeste o mirar la Copa del Centenario desde el banquillo?

“Para golear hay que pensar antes que los demás, llegar primero”

R. Fueron todos momentos muy complicados… Los partidos que me perdí con la selección se me hicieron muy largos. Y los primeros meses en el Barça, visto ahora con distancia, fueron un tiempo que me sirvió de convivencia y para aprender. El entrenador me enseñaba vídeos y me mostraba qué tenía que hacer, detalles que me ayudaron a mejorar.

P. ¿Aprendió antes la teoría que la práctica?

R. Por un lado sí, pero también a medida que fueron pasando los partidos mis compañeros se empezaron a acostumbrar a mis movimientos. No es tan fácil como la gente se piensa. Hay todo un trabajo detrás y, al final, todo tiene su recompensa. Nada se da por casualidad.

P. ¿Haber jugado en el Ajax le sirvió para entender el juego de posición del Barcelona?

R. Jugar en el Barça es otra cosa. El Ajax me ayudó a acostumbrarme al nivel europeo, al fútbol físico. Después, en Inglaterra me adapté a un juego más rápido. Pero, cuando llegas al Barça, todo es distinto.

P. Dijo en Inglaterra que lo importante era ser más rápido que el rival. ¿Se puede jugar más rápido que en el Barça?


“Me costó aceptar la realidad
de mi cagada en el Mundial de Brasil”

R. Aquí no es que sea tan físico, pero sí que debes hacer movimientos inteligentes. Lo importante es llegar primero a la jugada y para eso debes ser rápido. Por ejemplo, en el gol de la Supercopa ante el Sevilla en el Sánchez Pizjuán, cuando Arda tocó la pelota yo ya había picado [el desmarque] y esas son las cosas que debes hacer en cada momento. Tienes que pensar antes que los demás. La exigencia de este campeonato es enorme.

P. ¿Cómo ve esta Liga que llega?

R. Complicada. El Madrid ya demostró lo que es. Y el Atlético va a seguir dando pelea, es uno de los candidatos. Y está el Sevilla... cada partido es duro.

P. ¿Hay algo mejor que marcarle un gol al Madrid?

R. ¿Cómo jugador del Barça? No, nada. Pero igual te digo que no hay nada que me dé más pereza que jugar contra el Atlético. Es muy molesto. Está el pesado de Godín, que está todo el día ahí. Me fastidia bastante, pero yo también a él, ¡eh! La verdad es que nos la pasamos muy bien porque a nosotros nos gusta. Con Diego hemos tenido muchos roces dentro del campo porque somos así los dos. Fuera somos muy amigos, muy compañeros. Pero sabemos que representamos a Uruguay y que tenemos que ser precavidos con ciertas cosas.

P. ¿Sigue bebiendo mucha agua?

R. Sí, cuando llegué a Groningen empecé a tomar mucha agua y sigo así. Mis compañeros se ríen, voy todo el día al lavabo, en el avión los vuelvo locos y el médico me dice que no es normal. Pero me sienta bien.

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