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Uchimura retiene el oro en gimnasia por solo una décima ante Verniaiev

El japonés fue a remolque toda la competición y solo superó al ucranio en el último aparato, la barra fija, precisamente el que falló en la clasificación

Amaya Iríbar
Uchimura recibe la felicitación de Verniaiev tras la competición.
Uchimura recibe la felicitación de Verniaiev tras la competición. Ryan Pierse (Getty Images)

Hay finales preciosas por el espectáculo que supone la superioridad aplastante de una gimnasia inalcanzable, diferente, única, como la que ofrecieron Simone Biles y sus compatriotas el martes. Y hay finales igual de bellas precisamente porque transpiran rivalidad de principio a fin y resulta tan buena la exhibición, tan incierto el resultado, que al final da un poco igual quién gane, porque sería igual de justo y la película de su hazaña igual de bonita de contar. Ese fue el tipo de duelo que ofrecieron este miércoles Uchimura y Verniaiev, un pulso decidido en favor del japonés, campeón de todo, rey indiscutible de la gimnasia, en el último suspiro y por solo una ridícula décima. ¿Qué es una décima en más de 92 puntos?

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Desde que en 2009 Uchimura ganase su primer Mundial nadie había osado asaltar su reino. Pasaron seis Mundiales y unos Juegos, los de Londres hace cuatro años, en los que antes de empezar ya se sabía el ganador. “Es tan perfecta su gimnasia, tan complejo su programa, que podría sufrir varias caídas y seguiría ganando”, decían los entendidos antes de cada competición. Hasta Río.

“Si alguien puede ganar a Uchimura es Oleg Verniaiev”, decía antes de los Juegos Pablo Carriles, juez internacional. El mundo de la gimnasia llevaba un par de años viendo al joven ucranio de 22 años, frío como el hielo, mejorar y mejorar hasta diseñar un programa capaz de poner a prueba el reino de Uchimura, cinco años mayor que él.

Con ese programa, y con la tranquilidad de haber ganado al genio japonés el primer día de la competición, cuando Uchimura cayó, Vernaiev inició su asedio el día de la final.

Se mantuvo agazapado durante el ejercicio de suelo, pero ya en el potro con arcos dio el primer zarpazo y para cuando ambos salieron de las anillas ya estaba en cabeza. Ahí se mantuvo en salto y en paralelas, su gran especialidad, la prueba donde fue campeón del mundo en 2014 y plata el año pasado.

El fortín de Uchimura parecía resquebrajarse cuando ambos enfilaban el camino de la barra fija. La última prueba, el ejercicio más espectacular, ese donde los gimnastas vuelan y el público mantiene la respiración esperando el agarre, debía resolverlo todo. Con una ventaja de casi un punto para el ucranio y el recuerdo de esa caída aparatosa el primer día de competición, toda la presión era para Uchimura, que además salía antes que su rival.

La barra fija decide

En esta ocasión no tuvo problemas, solo un par de pequeñas imprecisiones. Con 15,800 puntos y una tibia sonrisa trasladó la responsabilidad a Vernaiev, que intentaba aislarse, completamente solo, emboscado en el chándal azul y amarillo de Bosco, alejando los pensamientos de que estaba ante una oportunidad única: lograr el oro olímpico, el primero en esta prueba para Ucrania, y, sobre todo, derribar el muro del genial gimnasta japonés.

No es que temblara, pero sus molinos y sueltas parecían agarrotados. Pese a ello, terminó su ejercicio para recibir, largos minutos después, como si a los jueces les costara arrancarle de la historia, 14,800 puntos. La suma de los seis ejercicios ascendió a los 92,266 puntos, insuficientes para alcanzar los 92,365 de Uchimura.

Se oyeron abucheos y silbidos entre el público, pero no hubo quejas desde el banquillo ucranio. Verniaiev abrazó al campeón envuelto en una bandera ucrania. Ambos gimnastas se sonrieron. Uchimura sigue siendo el rey.

Jossimar Calvo, décimo

El duelo de Uchimura y Verniaiev fue tan espectacular que el resto de la contienda, y eran 24 hombres en liza, quedo eclipsado. Como ese bronce magnífico del británico Max Whitlock, que tiene fama de díscolo y una carrera meteórica e irregular. O el colombiano Jossimar Calvo, que acabó décimo pero hizo soñar por momentos con un resultado espectacular.

Fue después de su ejercicio de paralelas, y esos 15,366 puntos que le empujaron a las primeras plazas. La barra fija le devolvió a esa mitad de tabla que le consagra como el mejor gimnasta latinoamericano.

El otro que estaba en liza era el cubano Larduet, que solo pudo realizar dos aparatos. Tras aterrizar mal en el salto no volvió a aparecer.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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