El último hurra de Espartaco
El año de su retirada, Cancellara gana una contrarreloj olímpica en la que Castroviejo quedó cuarto, a 4s del bronce de Froome
Llovió como quería Ion Izagirre, y se fastidió su compañero Jonathan Castroviejo, prudente en los descensos, tan peligrosas las carreteras que bajan de los morros hacia Grumari, tan mojados. Terminó cuarto el vizcaíno detrás de un podio de mucho valor. Ganó Fabian Cancellara como habían pronosticado los dos vascos, admirados antes por cómo le habían visto el sábado en la carrera de fondo, donde para entrenarse había tirado del grupo donde marchaban cortados Purito y Valverde. “Nos dijo el Bala que un par de veces se puso a relevarle a Cancellara, para que este cogiera aire, pero que no valía para nada, porque más que tirar del grupo lo frenaba”, dijeron la víspera, antes de que el suizo de 35 años, el Espartaco tan querido de muchos de sus compañeros, exhibiera la misma forma extraordinaria en la durísima contrarreloj de Río. A 47s quedó segundo, el holandés Tom Dumoulin, otro especialista que corrió el Tour con libertad absoluta, como Cancellara, para preparar la contrarreloj, y que aún llora de dolor en la muñeca que se rompió en una caída. Detrás de él, tres pegaditos en 23 s: el australiano Rohan Dennis, que pinchó al final cuando marcaba tiempos cercanos a Cancellara y acabó quinto. Tercero fue Chris Froome, como en 2012 en Londres, y solo por cuatro segundos dejó a Castroviejo con la frustración de un nuevo cuarto puesto, como en el Mundial de Richmond en septiembre pasado.
Si Izagirre hubiera subido los repechos como Castroviejo quizás habría mejorado su octavo puesto final y se habría acercado a las medallas; si Castro hubiera descendido con la misma audacia de su compañero, quizás habría acabado en el hospital, dijo Mínguez. “Pero la medalla estaba en el descenso”, añadió el seleccionador español. “Fui prudente porque no hace tanto me curé del todo de las lesiones de una caída en febrero en el Algarve”, dijo el vizcaíno, quien pasó la primavera con corsé y collarín y pedaleando en rodillos para no perder la forma y poder estar con Nairo en un Tour al que no le llevó el Movistar finalmente. Y su natural prudente lo exacerbó el francés Alaphilippe, un loco según sus compañeros. Subiendo uno de los repechos, Castroviejo lo adelantó y le dejó atrás; bajándolo, un par de kilómetros más allá, el francés le adelantó a su vez, sentado en la barra pedaleaba como Froome lo hizo en el Peyresourde en el Tour, y a los que le veían se les ponían los pelos de punta. En el llano, donde la potencia y la aerodinámica del vasco son superiores, Castroviejo volvió a pasar al francés, y lo perdió de vista para siempre.
“Esta es la manera perfecta de terminar una carrera”, dijo Cancellara, ya campeón olímpico en Pekín 2008, cuando los mejores años de una carrera en la que ha sido cuatro veces campeón mundial contrarreloj y ha ganado tres de los monumentos del ciclismo, París-Roubaix, Flandes y San Remo. En su año de despedida también aspiró a volver a vestir el amarillo del Tour al menos un día, y a vestir por primera vez el rosa del Giro. Ambos fueron deseos frustrados del corredor conocido por todos como Espartaco y que en su última oportunidad, en la última contrarreloj larga de su carrera (más de 70 minutos, más de 50 kilómetros) lanzó su último hurra. "He cerrado el gran libro de mi carrera. Estoy muy orgulloso".
Armstrong domina
En la prueba femenina, que también se disputó este miércoles, la medalla de oro fue para la estadounidense Kristin Armstrong, en el que supone su tercer título olímpico consecutivo en la disciplina de contrarreloj, después de haber sido la más rápida en Pekin 2008 y en Londres 2012. La plata fue para la rusa Olga Zabelinskaya y el bronce para la holandesa Anna van der Breggen.
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