El ‘aislamiento’ de María Bernabéu
La última esperanza del yudo español compite hoy después de haber terminado la preparación en un entorno natural
De todas las aspiraciones de medalla que tenía el yudo español antes de llegar a Río, sólo queda María Bernabéu que empieza hoy su competición (-70) en el Carioca Arena 2. Sugoi Uriarte y Francisco Garrigos han sido eliminados en los primeros combates y Laura Gómez y Julia Figueroa en octavos. No ha habido grandes sorpresas en el tatami, es decir, ningún desconocido se ha colado en el podio. Bernabéu, que tiene 28 años y compite en sus primeros Juegos, llega como número ocho del ranking, subcampeona del mundo y cabeza de serie.
“Haber conseguido el billete a Río con bastante antelación [desde el año pasado, aunque la confirmación oficial fue en marzo] me ha permitido afrontar la preparación de forma diferente. Hemos descartado competiciones, organizado concentraciones y dedicado a estudiar a las rivales. He querido estar apartada de todo”, explicaba María, estudiante de derecho, nada más llegar a la Villa. Se apartó en primavera, cuando viajó durante mes y medio a Japón –la cuna del yudo- al IPU (International Pacific University de Okayama), sitio en el que los yudocas duermen en un futón en el mismo tatami.
Y se apartó también de todo entre junio y julio. Antes de volar a Río, además de concentrarse en Castelldefels, estuvo una semana en Celje, un pequeño pueblo de Eslovenia, con algunas de las mejores yudocas del mundo (entre ellas Kelmendi, la campeona olímpica de -52) “Era un entorno natural muy bonito, con montañas, lagos y mucho verde. Un lugar ideal”, cuenta ella.
Es de las pocas deportistas que no ha estado pidiendo selfie en la Villa para colgarlos en las redes sociales. Tiene cara de concentración y de saber a lo que ha venido. “Me dijo que se estaba planteando no ir al desfile de la inauguración. Le dije que fuera, que se lo merecía. Que disfrutara de ello, que se lo pasara bien, pero sin que las emociones la desbordasen. Que se sentara a estirar las piernas cada vez que podía. Está bien el disfrute, pero con moderación, porque hemos venido a competir”, cuenta Carlos Montero, el entrenador que la sigue desde hace 14 años en un pequeño club de yudo –una antigua bolera- de Alicante. Montero ha venido a Río para acompañar a María y aunque no se aloje en la Villa –sólo están los técnicos de la Federación española- sí puede seguirla en los entrenamientos y en el día a día.
Hay varios deportistas que han reconocido que la presión de los Juegos les ha podido. Miguel Alvariño, de tiro con arco, y Sonia Franquet, de tiro, comentaban estos días que nunca se suelen poner nerviosos y que, sin embargo, el día de la competición habían sentido algo en el estómago. “El mensaje de María es que esta es una competición como las demás y contra las rivales de siempre. Pero la realidad es otra, nunca ha dormido en una Villa, nunca ha convivido con atletas de otros deportes, no ha vivido una ceremonia, no se ha reunido con el presidente Rajoy antes de tomar un avión… Esto es como un Gran Hermano y hay que estar preparado”, explica Montero, en la entrada del pabellón de gimnasia al que ha acudido para ver la competición mientras espera la hora de la cena para reunirse con su yudoca.
¿Y cómo se prepara uno para eso? “No olvidarse que la competición olímpica es una consecuencia del trabajo que se ha hecho. Aumentar la autoconfianza y fijarse en cosas que sólo dependen de nosotros”, contesta.
María estuvo haciendo simulación de calentamiento el sábado y el domingo en el Carioca Arena 2, entró también al pasillo de llamada para empezar a visualizar la competición. “La última semana previa a la competición siempre le dejo a ella la planificación de los entrenamientos, dentro de un orden, claro. Pero quiero que sea ella la que elija los horarios y se lo monte como mejor considere. Tiene total libertad de suspender incluso alguna sesión. Quiero que tome las riendas de la planificación y tome decisiones porque eso es lo que tendrá que hacer en el tatami el día de la competición”, explica su técnico que define a María como una deportista imprevisible. “Lo mismo pierde el primer combate que te gana la competición”. La última medalla olímpica del yudo español es el oro de Isabel Fernández en Sidney 2000.
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