“El crédito te lo ganas en el campo”
Los dos centrocampistas han regresado a su equipo del alma para intentar devolverle a Primera
La canícula golpea con fuerza sobre la ciudad deportiva del Real Zaragoza desde buena mañana. Tras un calentamiento ligero, empieza una serie de ejercicios físicos y Alberto Zapater (Ejea de los Caballeros; 31 años) se coloca el primero de su fila para marcar el ritmo. Rubén Gracia Calmache, Cani, (Zaragoza; 35 años) dirige la otra fila y ordena a un compañero que empiece. Son los capitanes del equipo, futbolistas grapados al escudo que vuelven a defender tras varios años fuera de casa, vendidos en su día para cuadrar unos números que acabaron por descoser al club, ahora metido en la pelea de la Segunda División.
Jugar bien con el ‘modelo Milla’
Desde el área deportiva del Zaragoza no dudaron en traer al técnico Luis Milla después de que se les escapara la opción del ascenso a última hora el año anterior ante el Llagostera. “Debemos jugar bien”, dice Zapater. “¿Pero qué es jugar bien?”, se cuestiona Cani; “con Milla no es solo: ‘Venga chicos, vamos a jugar’. Con él sabemos que al robar el balón se dan tres pases, pero son rápidos y con intención”. Zapater se suma: “Es que eso de dar cientos de pases para llegar a la portería rival solo lo puede hacer el Barça”.
"No podemos renunciar a nuestra idea", señala Cani; "y la ambición pasa por estar ahí arriba al final". Otra cosa es que por el momento no toca pensar en ello. "Lo primero es hacer equipo", dice el mediapunta. "A Cani sé cómo dársela y sé qué hará con el balón, aunque en ocasiones saca la varita y te desmonta. Pero al resto debo conocerlos; no sé si la quieren al pie, cómo se van a mover…", apunta Zapater. Aunque en eso, dicen, les ayudará el modelo Milla.
Zapater. Estoy feliz por estar aquí haciendo la pretemporada. ¿Te acuerdas de nuestro primer año juntos, en 2005? Yo sí, más que nada porque me presenté en el stage con una maleta enorme para que no me faltara de nada. ¡Y todos vinisteis con una mochila pequeñita! Qué vergüenza.
Cani. Eras un chaval de 19 años y esas cosas pasan. Recuerdo que viniste porque Savio fue baja de última hora.
Z. ¿Por eso fue? ¿Tú crees? ¡Qué va!
C. Que sí, que sí. Le pasó algo al padre de Savio y te llamaron. Y seguro que te vieron correr, así con los pies hacia dentro, y les gustó tu estilo… Aunque quizá fue eso de que celebraras los goles en los entrenamientos.
Z. ¡Me acuerdo! Fue en el primer partidillo y todos se me quedaron mirando y preguntándose: ‘¿Pero este qué hace?’. No sé cómo se me ocurrió hacerlo. Bueno, me lo tomaba en serio y ya está.
C. Y porque en esos primeros días uno va con dudas. Aunque siempre las tienes. Cuando empiezas, te preguntas si podrás rendir a ese nivel; durante la carrera, tienes la duda de si podrás seguir; y ahora te cuestionas si lo podrás volver a hacer. Hay que tener ese miedo, es bueno. Aunque al principio te marca más porque no has jugado con profesionales y no sabes si serás capaz.
Z. Bueno, yo recuerdo el primer entrenamiento y al final se me subieron los gemelos por los nervios y la intensidad. No aguanté ni el primer día. Pero como quería entrenarme al día siguiente, me fui al fisio. Entonces, entraron cinco veteranos y me dijeron: ‘Vaya chaval’. No me volví a subir a una camilla en cinco años. Pero si lo pienso, no creo que yo ahora se lo hiciera a un joven.
C. Los tiempos han cambiado. Ahora, viene un chavalín y el primer día te suelta una colleja. Es bueno porque a los que suben hay que tratarlos bien. Pero uno mismo tiene que tener humildad y algunos de los que alcanzan el primer equipo deberían revisar ese aspecto.
Z. Por un lado, quieres tratarles como te hubiera gustado que te tratasen. Pero por el otro, hay que marcar territorio si hay alguno va desviado. Eso se ve enseguida. Y como somos los veteranos, tenemos esa responsabilidad.
C. Sí, porque conocemos la casa y porque somos los capitanes. Tú el primero y yo el segundo.
Tras su presentación con el Zaragoza, Zapater le escribió a Cani: “Hazme feliz”
Z. Eso da igual.
C. Pero es así, hombre.
Z. Vale, pero también debemos ser importantes jugando, ¿eh? No puedes dar ejemplo si no predicas con él. Si yo llego tarde a entrenar, ¿cómo le voy a coger del cuello a otro que llegue tarde? Tenemos que estar al pie del cañón. Y sobre todo jugar bien.
C. Eso es lo importante; el crédito nos lo ganamos en el campo.
Z. Normal. Yo no tengo cinco Balones de Oro como para decir que ya llegara el domingo.
C. Está claro. No es como en ese 2005, cuando teníamos jugadores de nivel mundial. Ahora tenemos futbolistas más normales.
Z. Pero en 2007, con un equipazo [el más caro de la historia del Zaragoza], bajamos. Nos metimos en el pozo, hubo tres entrenadores y cuando nos dimos cuenta ya no pudimos salir. Esa plantilla no estaba hecha para sufrir.
C. Yo ya estaba fuera y lo viví con sorpresa porque teníais que estar arriba. A mí me pasó lo mismo en el Villarreal, que empezamos jugando la Champions y bajamos. Es lo que más me ha dolido en el fútbol. Pero es verdad que se sufre más aquí porque si pierdes un partido el domingo, el jueves sigues dándole vueltas. En otros lados no es así porque se puede desconectar. No te llega tanto.
Z. Eso se siente. Aquí tenemos la responsabilidad y el compromiso con nuestro club. Y creo que es necesario que haya jugadores así en cada vestuario porque deben ver que matas por la camiseta.
“En casa, las derrotas duelen más y los triunfos saben mejor”, dicen
C. Por eso cuando ganas, también sabe mejor. En casa tienes a tu familia, tus amigos… y siempre te hablan de fútbol.
Z. ¡Si hasta en los amistosos me envían mensajes para preguntarme qué tal ha ido! Hacemos un examen a cada encuentro. Aunque estos exámenes nos apetecen de verdad, ¿no?
C. Sí, sí. Pero, de momento, lo sufren más nuestras familias porque no queremos ver qué pasará si las cosas van mal. Si creas expectación y no cumples, sabemos que la leche será doble. Pero estamos felices y no queremos verlo.
Z. Ahora todo es muy bonito y pensamos que va a ir bien, por más que la Segunda es larga y complicada. Aunque si lo haces todo de corazón…
C. Vamos a dar el 200 por ciento. Y si va mal, nos quedaremos con la conciencia tranquila por intentarlo todo.
Z. Tenemos que devolver el cariño de la gente.
C. Es que han venido 5.000 aficionados en nuestras presentaciones. Recuerdo que tras la tuya, que fue primero, me enviaste un mensaje. Yo estaba en Ibiza, me levanté de la cama y vi un whats tuyo. ‘Hazme feliz’, ponías…
Z. A lo que respondiste: ‘Tú dámelas todas a mí’.
C. ‘Esto está hecho’, me dijiste después, que lo leí con tu acento maño y no podía parar de reír. ¡Si es que casi me fichas de lo pesado que eras con el móvil!
“Los dos queremos retirarnos en el Real Zaragoza”, exponen los mediocampistas
Z. No fueron tantos mensajes. Bueno, tenía controlado a tu hermano, mi mujer a la tuya… Pero fuiste tú el que me dijiste que querías venir. Y como sabía que el club te quería, pues insistí por lógica. Y aquí estamos los dos.
C. Esto nos da la vida. Si estuviera uno solo estaría bien, pero así es mucho mejor. Y como mi intención es retirarme aquí, pues mejor contigo cerca.
Z. Yo también quiero retirarme aquí, ¿eh?
C. Tú por ganas; yo por edad. Es que no pienso en irme a otro lado. Llevo muchos años jugando y en estos últimos me costaba más. Por eso firmaba año a año donde fuera. Te duelen las piernas, la cabeza también te da vueltas al ir a entrenarse cada día. Pero estar en el Zaragoza me ha devuelto la ilusión y por eso firmé por dos temporadas. Aunque también me convenció saber qué quería el entrenador y cómo íbamos a jugar.
Z. A mí me daba igual. Quería jugar aquí y punto.
C. La diferencia está en que tú te puedes amoldar a todos los entrenadores y yo necesito uno específico. Yo no quiero uno que pida correr arriba y abajo sin parar, con patadones. Pero tú eres muy fuerte y puedes jugar con cualquiera.
Z. Nada, nada. Tira. Tú piensas eso, pero eres muchísimo más jugador del que yo conocí con 19 años. Hablas de ese futbolista que llevas dentro, pero defiendes, corres, piensas en restar líneas de pase…
C. Bueno, tú quédate detrás mío y corre un poquito por mí.
Z. Pues tú ponte por delante para que te la pueda dar.
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