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DAMAS Y CABELEIRAS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La canción del verano

El tiempo dirá si el traspaso de Higuaín será recordado como el timo del siglo o la ganga del año

Rafa Cabeleira
Gonzalo Higuaín, con su nueva camiseta de la Juventus.
Gonzalo Higuaín, con su nueva camiseta de la Juventus.TWITTER JUVENTUS

Con cara de soldado del pueblo y acariciándose el tatuaje del Che Guevara que luce en sus avejentadas maderas de barrilete cósmico, Diego Armando Maradona se lanzó a dar su opinión sobre el polémico fichaje de Gonzalo Higuaín y no pudo evitar la tentación de alinearse junto a Francesco Totti en el coro de los populistas, ese selecto club de exfutbolistas que amasaron una fortuna aborreciendo el vil metal, casi se podría decir que muy a su pesar. "Nadie piensa en el hincha", sentenció el Pelusa mientras el cielo de los gatos acogía a un nuevo miembro.

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Nadie le podrá negar a Maradona cierta coherencia en sus declaraciones, al menos en las que se refieren a este ámbito concreto pues, por lo general, suele demostrarse Diego ante las cámaras y micrófonos como un viejo lobo de mar, buen conocedor de las corrientes marinas y los vientos de cola antes de soltar amarras a su nerviosa lengua. En un documental producido por la BBC hace unos años, ya pudimos escuchar de su propia voz la confesión de haber entregado ciertas sumas de dinero a la 12, la barra brava de Boca Juniors y paradigma de la motivación real que se esconde tras el apoyo incondicional de estos grupos ultra a unos determinados colores: el poder y el negocio.

Dejando a un lado el habitual discurso bolivariano del mejor jugador de la historia, al menos en mi opinión, sí sorprende el revuelo provocado por el precio de traspaso del delantero argentino. Parece que la polarización de opiniones en torno al Pipita lo acompañará hasta el día en que decida colgar las botas, quién sabe si más allá, especialmente en un país como el nuestro, donde la figura del argentino ha servido como habitual arma arrojadiza entre partidarios y detractores del Presidente del Real Madrid, Florentino Pérez.

Desde la distancia, Higuaín ha terminado por recordarme a esos niños de los pueblos gallegos que dejan de comer y sus padres se los llevan a ver a una meiga para que les quite del cuerpo el aire de un difunto. Comenzó su carrera en España ilusionando al madridismo y aterrorizando a los rivales para terminar logrando justo lo contrario, especialmente malparado por la comparación con ese angelito de carrillos de buen nieto y pies de bailarina que es Karim Benzema. Sin embargo, aterrizar en Italia y empezar a merendar goles fue todo una, como si además del acento, en Nápoles nos hubiesen copiado a los gallegos algún viejo conjuro contra la falta de apetito.

El tiempo dirá si el desembolso por su traspaso será recordado como el timo del siglo o la ganga del año, difícil aventurarlo con un futbolista que ha dado suficientes argumentos para defender ambas teorías. Mientras tanto, las televisiones seguirán mostrándonos imágenes de aficionados del Nápoles quemando su camiseta, el madridismo en lucha no dejará pasar la ocasión de continuar alimentando sus más bajas pasiones y Diego Armando Maradona nos iluminará el camino con su filosofía y lecciones de vida; poco o nada más se le puede pedir a un verano, yo qué sé.

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