Carlsen fascina, y Yi Wei se reafirma
La fuerza del campeón y el potencial del prodigio chino (17 años) marcaron el torneo de Bilbao
Los hechos indican que el reinado de Magnus Carlsen corre poco peligro hasta que Yi Wei alcance la madurez. No sólo por la excelsa calidad objetiva del noruego; también porque se pone el listón altísimo, lo que le ayuda a sentirse motivado. Así lo ha demostrado al ganar por 3ª vez la Final de Maestros de Bilbao, donde el joven chino confirmó su enorme potencial.
El deporte de élite, en general, no es una ciencia exacta; entre otras razones, porque los estados de ánimo o de salud pueden cambiar en cualquier momento. Ni siquiera el ajedrez, donde la suerte influye mucho menos que en otras disciplinas, es totalmente previsible. Sin embargo, con esas salvedades, es improbable que Serguéi Kariakin, penúltimo en Bilbao sin ganar una sola partida de diez, pueda destronar a Carlsen en Nueva York dentro de cuatro meses.
Es verdad que el ruso tendrá el apoyo del país más grande del mundo; incluso el presidente Vladímir Putin ha dicho en público que recuperar el título mundial de ajedrez es una prioridad. Ahora mismo debe de haber una brigada de grandes maestros rusos y algún psicólogo restregándose las meninges para diseñar la estrategia general más apropiada contra Carlsen. ¿Arriesgar en las primeras partidas (se jugará al mejor de doce) en busca de una victoria que desestabilice al escandinavo? ¿Porfiar por hacer tablas cada día para aburrir al campeón y arriesgar sólo en las dos últimas? ¿Arriesgar siempre, en la creencia de que el fallo de Carlsen es menos improbable en posiciones muy complicadas?
Todo parece insuficiente si Carlsen muestra la buena forma que ha exhibido en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao, a pesar de su derrota inicial ante Hikaru Nakamura (la primera, después de 30 partidas de ajedrez clásico frente al estadounidense). Ese revés fue el mejor estímulo para ganar las tres siguientes, a Yi Wei, Kariakin y So. De ellas, la más impresionante fue precisamente la inapelable victoria sobre Kariakin: bastó con que el aspirante cometiera un solo error para que fuera borrado del tablero.
Pero al evaluar el rendimiento del campeón es importante incluir su actitud antes y después de las partidas. Tras la derrota ante Nakamura estuvo muy cortés y exhibió una gran deportividad en la sala de comentarios: “Hoy Hikaru ha jugado claramente mejor que yo; su triunfo es muy merecido, y sólo cabe felicitarlo”, como si ya hubiera asumido que, por la razón que sea, la probabilidad de que encaje un cero al principio de los torneos es considerable.
De hecho, al día siguiente adoptó con negras una actitud de riesgo frente a Yi Wei, a quien incitó a atacar para aprovechar después las debilidades creadas. Sin embargo, Carlsen se mostró enfadado tras su victoria porque no había sido preciso en el remate (Yi Wei omitió una continuación de tablas poco antes del desenlace). Y mucho más aún, iracundo, cuando arrojó la chaqueta y el bolígrafo al suelo tras hacer tablas en la 5ª ronda con Anish Giri, a quien no había ganado nunca.
Su gran día llegó en la penúltima ronda, cuando por fin (tras 16 partidas lentas con el holandés) ganó a Giri y se aseguró además la txapela (boina vasca) inherente al primer premio. El único día en que Carlsen no luchó fue el último (tablas insulsas con So), pero todo tiene una explicación: “En condiciones normales hubiera buscado la victoria, aun con el primer puesto garantizado, pero desde ayer arrastro un catarro que me quita energía”, dijo después en la sala de comentarios.
Se le preguntó entonces por esos enfados tan llamativos: “Después de una partida de la que no estoy satisfecho necesito un poco de espacio y tiempo para liberar mis emociones. Yo no pongo un límite concreto a mi ambición, pero sí le doy mucha importancia a jugar bien cada partida”, reconoció, tras desvelar que cuando sueña con motivos de ajedrez suelen ser pesadillas: “Por ejemplo, que me gana alguien a quien no he logrado ganar nunca”, añadió, para realzar aún más el valor que da a su primera victoria sobre Giri.
Las esporádicas reacciones violentas o inadecuadas de Carlsen serían sancionadas de inmediato por la ATP si fuera un tenista de élite, cuya primera obligación tras una derrota es atender bien a la prensa. También es cierto que buena parte de los astros del ajedrez necesitan un curso urgente de comunicación y buenas maneras. Pero no lo es menos que casi todos reconocen que sus obligaciones profesionales no terminan en la sala de juego, y deben incluir una atención razonable a periodistas, aficionados y patrocinadores; aunque muy poco a poco, la situación va mejorando en ese aspecto.
A veces, el problema es simplemente el idioma, como con Yi Wei (tercer clasificado), quien parece una persona muy afable cuyo nivel de inglés aún no le permite expresarse con fluidez ante las cámaras y micrófonos. Pero sí lo hace, y de manera asombrosa, en el tablero, donde se reafirma en cada partida como la principal amenaza a Carlsen a medio plazo, tal vez dentro de dos años, y más probablemente en 2020. Pero en esa perspectiva hay una nube oscura: los chinos han logrado mandar en el ajedrez femenino y poner a siete hombres entre los 40 mejores, además de ganar el oro en la Olimpiada de Ajedrez de 2014; sin embargo, falta por saber si sus entrenadores son capaces de aupar a Yi Wei o a cualquiera de los otros seis al trono de Carlsen, o si para ello tendrán que contratar a extranjeros.
De los otros cuatro participantes en Bilbao, ninguno deslumbró, aunque los estadounidenses Nakamura (2º) y So (3º, empatado con Yi Wei) merecen una nota positiva: el exjaponés, de 28 años, fue el único invicto (tras ganar a Carlsen, empató las otras nueve partidas) y reconfirmó que tiene clase para estar muchos años entre los diez mejores, aunque le falte por ahora la estabilidad necesaria para optar a campeón del mundo. El exfilipino, de 22 años, se reafirma en la élite tras superar las grandes dificultades personales que pasó durante los múltiples cambios de su vida en los últimos cuatro años. A Kariakin hay que darle un margen de duda porque, obviamente, su foco está en el duelo de Nueva York. Y a Giri otro porque, si bien muy lentamente, está intentado ser menos miedoso a sus 22 años; si lo consigue, su enorme talento debería llevarle aún más arriba.
A pesar de la aplicación, tradicional en Bilbao, de la Regla Sofía (prohibido ofrecer tablas sin el permiso del árbitro) y de la puntuación del fútbol (3-1-0), 23 partidas de las 30 disputadas terminaron en tablas (y sólo tres de las 21 que no jugó Carlsen acabaron en victoria). Pero conviene añadir dos matices: la gran mayoría de esos empates se firmaron tras una lucha dura, y casi siempre muy instructiva; además, el empate es el resultado más probable entre jugadores de primera fila mundial. Cabe la posibilidad de aumentar el número de participantes a ocho, añadiendo dos teóricamente más flojos (entre 2.650 y 2.700 Elo; españoles o no, lo importante es que sean jugadores jóvenes en clara progresión), pero eso aumenta el presupuesto y complica el calendario.
De las dos mayores incógnitas que presentaba la IX Final de Maestros, la primera sigue muy oscura: las probabilidades de Kariakin de destronar a Carlsen parecen escasas. Y la segunda se va aclarando: Yi Wei es el nombre que más abrillanta el futuro del ajedrez.
Leontxo García fue contratado por la organización de la Final de Maestros de Bilbao para comentar las partidas en directo
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