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Froome se cae, pierde 35s pero mantiene el liderato

El francés Romain Bardet gana la etapa y se coloca segundo en la general por delante de Quintana, que se queda tercero

Carlos Arribas
Romain Bardet celebra su victoria.
Romain Bardet celebra su victoria.Michael Steele (Getty Images)

Una gota de lluvia. Un ataque en un descenso. Una mancha de sangre en el maillot amarillo. En un segundo, el Tour cambia de siglo. Regresa a la época que los jóvenes añoran de crónicas fantásticas en las que los ataques eran a muerte y la resistencia siempre heroica. Bajo el nublado Mont Blanc al que dan vueltas sin cesar en pelotón, la lluvia ensucia los pulcros Alpes de Saboya, tan suizos, tan ordenaditos, y mancha de barro las caras de los corredores, que se quitan las gafas para poder ver, y ya se puede ver cómo miran, ya se ve el miedo y el dolor, la rabia, en sus ojos oscurecidos. Los ciclistas, y Froome también, su amarillo sucio de salpicaduras, son humanos de nuevo y el Tour es el viejo ciclismo de los franceses, con Bardet en fuga, Froome, caído y herido y sereno aún, y Nairo enfermo.

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La clasificación no cambia apenas, si no es porque el francés, ganador de la etapa, ya es segundo y el colombiano, tercero por el empuje de Valverde, que le lleva de la mano al podio. Mollema ha dicho basta. Yates empieza a ceder, y Porte. Froome es intocable aun en su desgracia. El resultado es el mismo, pero la película es otra, los estereotipos son otros, más cercanos a la vida, a la incertidumbre, que a la ciencia exacta.

Tom Dumoulin se rompe la muñeca y llora en la cuneta agarrándose la mano izquierda. Abandona y se perderá los Juegos. Dani Navarro se da un gran porrazo y se retira con el hombro dañado y el espíritu después de haber estado en fuga todo el día y dejarse el alma en ella. Tiene la clavícula rota y no podrá correr la Vuelta, su carrera. Mollema, el segundo de la general, hace un recto en una curva y termina el día arrastrándose bajo el peso de su chepa, que crece conforme descienden sus fuerzas en la terrible cuesta de las Amerands, una recta de desolación vertical previa a la ancha y dura subida al Bettex.

Clasificación de la 19ª etapa del Tour.
Clasificación de la 19ª etapa del Tour.letour.fr

La etapa se convierte en un parte de bajas y caídas que dejan indiferente al Astana celeste, la locomotora del día. El equipo de Aru ambicioso y guerrero no ha dejado triunfar a la fuga, ha atado en corto el día y prepara su gran golpe. No contra Froome intocable rodeado de los suyos que descansan a rueda, sino contra los cinco que, apelotonados en un minuto, le sacan ventaja en la lucha por dos puestos del podio. Pero el ataque que sorprende y rompe el Tour, y le cambia la cara y la crónica, lo lanza Bardet. Es el único ataque entre los favoritos con éxito sin el sello Froome el año de la locomotora Sky. El ataque que triunfa gracias a la caída del líder, al que la sangre traiciona sus habilidades bajando, pues había prometido no entrometerse en la lucha de los que quieren acompañarle en París arriba.

Clasificación general del Tour tras la 19ª etapa.
Clasificación general del Tour tras la 19ª etapa.letour.fr

El mejor de entre los franceses, Bardet, esquiador del Averno que se ha entrenado la primavera en Sierra Nevada, baja como nadie y no le teme a la carretera mojada ni a las traidoras rayas de pintura blanca tan resbaladizas. A 11 kilómetros de la meta, bajando hacia la última subida, su compañero Cherel le ha abierto camino. Bardet se lanza tras él a la salida de una curva con Rosa, el penúltimo peón de los Astana, a su rueda. Froome ve la maniobra y se niega a dejarla triunfar, salta y se va tras Bardet, y a su rueda Nibali, el vigilante. Los demás, más prudentes, ya han perdido unos segundos cuando la rueda delantera de Froome patina en la pintura blanca continua, prohibido adelantar, y el líder cae de lado, rompiendo la bici y raspándose la rodilla y el costado, cuatro gotas de rojo brillante en el hombro derecho, una gota cayendo de la rodilla al calcetín... Con él se cae Nibali. La carrera enloquece unos momentos sin líder, que toma prestada la bici de su compañero Thomas, el galés, dos centímetros más bajo el sillín, platos redondos, no ovalados, como los suyos. “He tenido suerte”, dijo. “Me podía haber roto algo y solo tengo raspones en la piel. Ya estoy un día más cerca de París”.

La pelea por el podio

Con la calma alimentada por los cuatro minutos que le saca en la general a un segundo que se está desfondando y casi cinco sobre el atacante Bardet, y rodeado de un equipo magnífico, Froome retoma su sitio en segunda fila detrás de los mejores, desde donde, subiendo y bajando en el ascensor Poels, una máquina inmune a todo, asiste casi divertido a su pelea por el podio tan igualados. Porte y los suyos, Aru y Nairo con Valverde siempre se miran y se vigilan mientras Rosa del Astana, primero, y Caruso, del BMC de Porte, después, marcan el ritmo de la caza. Nadie ataca de lejos. Cuando uno sale, el más próximo sale a su rueda, solo para neutralizarlo, pues nadie puede más, y todos regresan. Bardet, ajeno, sin más meta que llegar, no para y cruza la meta con 26s sobre Nairo y 10s más sobre Froome, que no se esfuerza para controlar cuando, en el último kilómetro, Valverde magnífico rompe el empate. Acelera con Nairo a rueda y se sueltan Yates el primero, Porte después, Aru más tarde y ya, en los últimos 100 metros, donde esprinta Purito, Nairo, exhausto y feliz. Ha sobrevivido.

El francés Romain Bardet ha ganado la 19ª etapa del Tour y se ha colocado segundo en la clasificación general gracias a la ventaja que consiguió en el accidentado descenso del Montée de Bisanne donde el líder, Chris Froome, se cayó. En meta, el británico perdió 35s con Bardet (10s respecto a Nairo Quintana) pero mantiene el liderato a pesar de que sufrió como ningún otro día en esta edición del Tour. 

Era una etapa corta y explosiva, en la que el trabajo de Astana, la lluvia y las caídas en los últimos 50 kilómetros la hicieron casi insoportable para los ciclistas. El equipo de Aru trabajó desde la primera ascensión del día y torturó al pelotón hasta los últimos kilómetros. En el descenso previo al último puerto del día se rompió el grupo de los favoritos, salpicado por las caídas, incluida la de Froome, que le obligó a cambiar su bicicleta con la de un compañero y que le dejó una buena serie de rasguños en la espalda y el muslo. El beneficiado fue Romain Bardet, que cogió unos segundos de ventaja en la bajada y que ya no paró hasta que cruzó la meta como ganador.

Bauke Mollema, segundo en la general, empezó a sufrir y, mientras Astana y luego BMC seguían poniendo ritmo, el holandés se iba despidiendo de su puesto en el podio. A 4 kilómetros de meta se desataron los ataques, primero Porte, luego Purito y Quintana, que rueda a rueda, siguió distanciando a Mollema, que consumó su hundimiento y perdió 4m 25s en meta. Froome, mermado por la caída, también perdió tiempo en el último kilómetro, pero insuficiente como para poner en peligro su privilegiado puesto en la general. Quintana, otro día en el que tampoco le respondieron las fuerzas, pudo seguir la rueda de Purito Rodríguez y Alejandro Valverde (segundo y tercero en la etapa) y conseguir 30s de ventaja respecto a Adam Yates que le sirven para subir al tercer puesto. 

En la fuga del día se encontraron los habituales de las últimas jornadas, los que han llegado a la última semana de la carrera con fuerzas suficientes: Los Majka, Pantano o Dani Navarro (que abandonó el Tour tras caerse en el descenso del Montée de Bisanne). Sin embargo, los más fuertes en el Montée de Bisanne fueron Rui Costa y Pierre Rolland, coronaron con ventaja pero el francés tuvo una caída en el descenso que le eliminó de la lucha por la etapa. El portugués se lanzó en el descenso y las caídas en el grupo de los favoritos le dieron 1m 30s de ventaja antes de afrontar la última ascensión. El empuje de Bardet pudo con él.

Este sábado, la carrera afronta la última jornada competitiva, antes de la última jornada en París. Un último día de montaña de 146,5 kilómetoss entre Megève y Morzine con una ascensión de segunda categoría de salida, luego dos primeras y, para terminar, un puerto fuera de categoría como el Joux-Plane, que se corona a menos de 10 kilómetros de meta.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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